Un mes de tolerancia cero: c¨®mo las futbolistas de la selecci¨®n se reunieron en secreto y dijeron ¡°se acab¨®¡±
Un encuentro de las mundialistas en Valencia impuls¨® un movimiento global contra el machismo y una revoluci¨®n en la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol
20 de agosto, domingo. Es mediod¨ªa. Espa?a gana el Mundial ante Inglaterra en S¨ªdney. Es la culminaci¨®n de un a?o de reivindicaciones, demandas y renuncias. 15 jugadoras hab¨ªan exigido 11 meses antes cambios profundos en la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol (RFEF) para volver a ser seleccionadas. Pero su pulso result¨® solo a medias. La mayor¨ªa (nueve de esas 15) no ha vuelto a vestir la camiseta de Espa?a; en cambio, sus peticiones fueron escuchadas en parte y de sus quejas naci¨® esta Espa?a. La Espa?a que puede centrarse en el juego, gustarse, vencer. Campeonar.
En plenas celebraciones, algo empieza a enturbiar lentamente la alegr¨ªa. Durante la entrega de medallas, el entonces presidente de la federaci¨®n, Luis Rubiales, le da un beso en la boca a la delantera Jenni Hermoso, una de las veteranas. Ella apenas reacciona. Sigue saltando y cantando. Se hace fotos con sus compa?eras. Son campeonas. Llega al vestuario. Y abre las redes sociales. Suena el Aserej¨¦. Hermoso empieza a emitir en directo. Bebe cava directamente de la botella. Y sale el tema. El presidente le hab¨ªa dado un pico al recoger la medalla. Pero sus compa?eras no lo sab¨ªan. Ha ca¨ªdo la tarde y un pantallazo del momento se ha viralizado. ¡°?Qui¨¦n se ha besado?¡±, pregunta una. ¡°A ver¡±, pide ella. Y matiza: ¡°Pero no me ha gustado, ?eh?¡±. ¡°?Y qu¨¦ has dicho?¡±, le preguntan. ¡°Pues vale¡±, dice ella. ¡°Pero, ?qu¨¦ haces, t¨ªa?¡±. ¡°Pero, ?qu¨¦ hago yo?¡±, responde Jenni. Se r¨ªe, nerviosa, dubitativa. Y ese v¨ªdeo tambi¨¦n se viraliza.
Al cabo de unas horas, ya de noche, cuando el ruido empieza a crecer, Rubiales entra en directo en la Cope. Llama ¡°gilipollas¡± y ¡°tontos del culo¡± a quienes se indignan. La tensi¨®n social aumenta. Es el mismo discurso que el presidente mantiene con sus asesores de comunicaci¨®n, a quienes echa cuatro gritos. ?l no es ning¨²n criminal, no piensa disculparse por nada, no ha hecho nada malo. Pero el ruido es cada vez mayor. Antes de aterrizar en Espa?a, en una sala del aeropuerto de Doha, donde la campeona hace escala, graba un v¨ªdeo de disculpas sin disculpa, presionado por su entorno: ¡°No queda otra, ?no?¡±, dice. Y se explica: ¡°Aqu¨ª dentro nadie le daba la m¨¢s m¨ªnima importancia, pero fuera s¨ª se la han dado¡±. Ya es lunes. Y pol¨ªticos de todos los colores empiezan a exigir su dimisi¨®n.
La tensi¨®n se multiplica con el paso de los d¨ªas y el jueves, un d¨ªa antes de la asamblea extraordinaria, la federaci¨®n filtra que Rubiales va a dimitir. En Las Rozas, el departamento de personal manda un correo electr¨®nico que causa sorpresa entre los empleados de a pie. Se los invita a todos a acudir a la asamblea, una decisi¨®n llamativa porque, en principio, a estos c¨®nclaves solo est¨¢n llamados los acreditados. Pero era una forma de vigilar, un intento de mantener las filas prietas intramuros.
Y cuando Rubiales aparece en escena, para nada dimite. Es m¨¢s, se presenta como v¨ªctima de un ¡°asesinato social¡± y argumenta que el beso a Hermoso fue ¡°consentido¡± porque tuvo una charla con ella en plena entrega de medallas: ¡°Le dije: ¡®?Un piquito?¡¯, y ella dijo vale¡±. Y grita hasta en cinco ocasiones aquello de ¡°?no voy a dimitir!¡±. Es el discurso del ¡°falso feminismo¡±, el del ataque a Yolanda D¨ªaz, Irene Montero o Ione Belarra. Despu¨¦s de aquel episodio, la crisis alcanza ya categor¨ªa planetaria.
Esa asamblea marca la l¨ªnea de lo intolerable. Jenni Hermoso se siente interpelada directamente. Han manchado su honor. Han intentado convertir a la v¨ªctima en responsable. Quiere hablar. Y como ella y todas han aprendido de los errores y de c¨®mo explicaron la renuncia de las 15 ¡ªpecan de inocentes, se malinterpreta su mensaje, no explican sus peticiones y las llaman ¡°ni?as caprichosas¡±¡ª, se pone en manos del sindicato Futpro, que emite un comunicado firmado por 80 futbolistas entre las que figuran jugadoras en activo y ex de la selecci¨®n.
Aunque se intu¨ªa, es ese d¨ªa cuando todo el mundo entiende que a Jenni el beso no solo no le gust¨®, sino que la incomod¨®: ¡°Me sent¨ª vulnerable y v¨ªctima de una agresi¨®n, un acto impulsivo, machista y sin ning¨²n tipo de consentimiento de mi parte¡±, dec¨ªa. Y con ella se arrancan sus compa?eras de selecci¨®n. Y el ¡°Se Acab¨®¡± que usa por vez primera, motu proprio, la mejor amiga de Jenni en el vestuario de Espa?a, Alexia Putellas, prende la mecha. Todas lo a?aden en sus mensajes. Tambi¨¦n personas an¨®nimas. Ha nacido un movimiento nuevo, que interpela no solo a las futbolistas, tambi¨¦n a todas las deportistas, a todas las mujeres, que ya no toleran agresi¨®n alguna, por peque?a que esta parezca.
¡°No es un pico, es una agresi¨®n¡±, se grita en las calles. Lejos de reaccionar, la federaci¨®n emite un tibio comunicado pidiendo, tambi¨¦n ellos, la dimisi¨®n de Rubiales. Se queda solo. Al menos, en apariencia. Porque en Las Rozas todav¨ªa tienen despacho, poder y autoridad sus m¨¢s fieles colaboradores: entre ellos el secretario general, Andreu Camps; y el asesor jur¨ªdico externo, Tom¨¢s Gonz¨¢lez Cueto, el mismo que lleva la voz cantante durante la reuni¨®n de la junta directiva en la que se descarta aprobar una moci¨®n de censura contra Rubiales.
Ante la inacci¨®n de la federaci¨®n, el Consejo Superior de Deportes (CSD) eleva una serie de denuncias al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), que le abre expediente a Rubiales por falta grave ¡ªen lugar de muy grave, como deseaba el Gobierno¨D para poder proceder a su suspensi¨®n cautelar tambi¨¦n desde Espa?a.
Abierta la v¨ªa administrativa, la Fiscal¨ªa fuerza que se abra tambi¨¦n la penal. Jenni Hermoso lo hace posible. Denuncia. Agresi¨®n sexual y coacciones. Y del ¡°no voy a dimitir¡±, Rubiales pasa a: ¡°Aferrarme al cargo no va a contribuir a nada positivo¡±. Y dimite. No sin antes afirmar que lo hace ¡°porque hay poderes f¨¢cticos¡± que impedir¨ªan su vuelta. Sigue sin disculparse. Han pasado tres semanas desde el beso.
Aquel beso y esa bola de nieve que crece y crece es la excusa perfecta que necesitan las futbolistas espa?olas para retomar sus reivindicaciones. La salida de Rubiales y el despido del seleccionador Jorge Vilda no son suficientes. Quieren que los cimientos de la federaci¨®n tiemblen. Y ante el inminente regreso de la campeona del mundo en la Nations League, las jugadoras tensan un poco m¨¢s la cuerda.
En silencio, sin que trascienda al exterior, las mundialistas se marchan a Valencia el jueves 14, cada una desde sus ciudades, para trazar la estrategia y preparar un comunicado que se har¨ªa p¨²blico al d¨ªa siguiente. Tambi¨¦n para prepararse ante las posibles preguntas de los medios. Sus tel¨¦fonos arden, tambi¨¦n porque sus n¨²meros los tienen muchos periodistas, que no dejan de escribirles.
En su nota del viernes 15, no explicitan su renuncia a la selecci¨®n, pero s¨ª advierten de que necesitan un entorno de trabajo seguro y apuntan, en una lista de cinco puntos, qu¨¦ cambios demandan en la RFEF antes de volver a vestirse de corto. As¨ª, fuerzan que se intensifiquen las negociaciones con la federaci¨®n. Y logran, tambi¨¦n, que se aplace el anuncio de la primera lista de convocadas que debe dar la nueva seleccionadora Montse Tom¨¦.
Toda esta crisis constituye un momento decisivo para las futbolistas. Y ellas lo saben. Encabezadas por las m¨¢s veteranas del vestuario, m¨¢s combativas, las videollamadas entre las mundialistas se suceden. Varias al d¨ªa. El objetivo es mantener el grupo unido, verse las caras. Es inevitable que en un grupo tan amplio existan diferentes sensibilidades, que no todas quiz¨¢ est¨¦n tan dispuestas a llegar hasta las ¨²ltimas consecuencias, y esas videollamadas tienen como objetivo que la distancia f¨ªsica (cada una est¨¢ entrenando con sus clubes) no se convierta en una grieta, en una v¨ªa de fuga. Saben que su ¨¦xito radica en la unidad. En paralelo, adem¨¢s, siguen muy atentas a todo lo que sale en la prensa. Las m¨¢s implicadas en la causa controlan qu¨¦ medios les resultan m¨¢s afines, y cu¨¢les menos, en su batalla. Y las filtraciones que algunas llevan a cabo tampoco agradan a todas.
Hablan tambi¨¦n con el directivo responsable del femenino, Rafa Del Amo, a su vez presidente de la territorial navarra. Su vida pasa de reuni¨®n en reuni¨®n. Y cuando advierten que no avanzan, cambian de interlocutor. Entra en escena Loli Mart¨ªnez Madrona, ¨¢rbitra y delegada de Protecci¨®n de la Violencia Sexual. Y Del Amo, como Ana ?lvarez, la directora de f¨²tbol femenino de la federaci¨®n, quedan en un segundo plano.
Madrona escucha, pero tambi¨¦n presiona. Y les pone un plazo l¨ªmite para responder a la oferta, de viva voz, de la RFEF. Deben decirle si aceptan el domingo d¨ªa 17, antes de la medianoche. Pero la federaci¨®n no recibe respuesta.
Ese lunes 18, no obstante, entre las mundialistas hab¨ªa un grupo que s¨ª estaba dispuesto a acudir a la llamada de la selecci¨®n, a dar un voto de confianza, jugar y, mientras, comprobar hasta d¨®nde era capaz la federaci¨®n de cumplir con sus promesas de cambio. Ese era el escenario a primera hora de la tarde.
Sin embargo, la primera lista de Montse Tom¨¦, con algunas de las 15 que no hab¨ªan dado un paso atr¨¢s (Mapi Le¨®n y Patri Guijarro, sobre todo), y sus palabras asegurando que hab¨ªa hablado con las jugadoras, desat¨® el tornado definitivo en el vestuario. Ya imparable. Esa tarde, el escenario gira por completo y todas las futbolistas lanzan la batalla que derrib¨® la ¨²ltima puerta.
Responden con otro comunicado, en el que insisten en que no quieren ser convocadas (unos d¨ªas antes, Athenea del Castillo s¨ª se hab¨ªa declarado seleccionable) y explican que estudian las consecuencias legales a las que las expone la federaci¨®n al incluirlas en una lista en la que no quieren estar. ¡°Es otra estrategia de divisi¨®n y manipulaci¨®n¡±, avisa Jenni Hermoso, a la que Tom¨¦ deja fuera de la lista, ¡°para protegerla¡±. ¡°?Protegerme de qu¨¦ o de qui¨¦n?¡±, se indigna ella.
Esa misma noche, las futbolistas escuchan el mensaje del presidente del CSD, V¨ªctor Francos, que dice en la radio que si incurren en una falta grave al no responder a la llamada de la selecci¨®n ser¨¢n sancionadas. Se sienten solas. Las han enga?ado, otra vez. Al d¨ªa siguiente, Francos modula el discurso. Pretende arrancarle a la federaci¨®n el compromiso de desconvocar y dejar marchar a casa a las jugadoras que no quieran quedarse.
Con esa tranquilidad, el martes 19, las futbolistas se concentran en un complejo de golf en Oliva, una localidad de playa al sureste de Valencia. Y se celebra una reuni¨®n a tres bandas con la presencia tambi¨¦n de Francos, como representante del Gobierno, y de Elvira Andr¨¦s, en representaci¨®n de la federaci¨®n. Se cierran una serie de acuerdos en un encuentro que termina a las cinco de la ma?ana y en el que se sella la paz a partir de un clima de confianza mutuo.
Al d¨ªa siguiente, 20 de septiembre, un mes despu¨¦s de ganar el Mundial, cae Andreu Camps, el secretario general de la federaci¨®n, mano derecha de Rubiales, el cerebro de la instituci¨®n. Una salida que no ha provocado muchas l¨¢grimas en los empleados de base de Las Rozas. Se trata de un hombre a quien en los pasillos federativos describen como alguien muy inteligente, una cabeza privilegiada en su materia (Derecho Deportivo), incluso austero en su vida personal, pero con muy escasa inteligencia emocional y empat¨ªa.
El jueves, un d¨ªa despu¨¦s de su despido, en los corrillos de la federaci¨®n, varias personas recordaban la ocasi¨®n en la que Camps mand¨® un pol¨¦mico correo electr¨®nico a todos los trabajadores en el que les recriminaba las insuficientes horas dedicadas al trabajo. El env¨ªo caus¨® entre estupor e indignaci¨®n porque muchos de ellos, como consecuencia de los horarios de los partidos y las competiciones, extienden sus jornadas hasta bien entrada la noche. Sin embargo, el entonces secretario general no entendi¨®, al menos aquella vez, que a primera hora de un d¨ªa normal no hubiera muchas personas en Las Rozas y no se le ocurri¨® otra soluci¨®n que mandar un mail con el recuento de las personas que estaban cada hora en la sede federativa.
Adem¨¢s de su salida, entre esos compromisos adquiridos con las futbolistas est¨¢n tambi¨¦n la creaci¨®n de una comisi¨®n mixta con representaci¨®n de las tres partes a la que acudir en momentos de crisis y la elaboraci¨®n de un protocolo de actuaci¨®n en casos de violencia sexual. ¡°Esperemos que no vuelva a pasar, pero si ocurre de nuevo tiene que haber protocolos para que se act¨²e en el mismo instante en que pasan las cosas¡±, explica Irene Paredes, una de las portavoces del equipo, en la previa del partido que las enfrenta a Suecia en el estreno de la Liga de las Naciones.
Ella y Alexia Putellas toman la palabra. ¡°Somos futbolistas, pero nos hemos tenido que meter en la cabeza que no podemos ser solo futbolistas¡±, dice la doble Bal¨®n de Oro, que suena m¨¢s reivindicativa que nunca. ¡°Durante d¨¦cadas, ha habido una discriminaci¨®n sist¨¦mica contra el femenino¡±, denuncia. Al d¨ªa siguiente, un estadio lleno en una ciudad de la costa oeste de Suecia, Gotemburgo, aplaude y abraza a las jugadoras espa?olas, que antes del partido sostienen junto a las suecas una pancarta con el lema #SeAcab¨® y una leyenda en ingl¨¦s: ¡°Nuestra lucha es la lucha global¡±. Pu?o en alto, las campeonas mandan un mensaje al mundo. Tolerancia cero. 96 minutos m¨¢s tarde, se abrazan. Son una pi?a. Y han ganado el partido contra la mejor selecci¨®n, seg¨²n el ranking FIFA. En el descuento. Como la vida misma.
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