Quiero ser un buen suplente
Ojal¨¢ podamos reeducar al jugador para que su sue?o de jugar 90 minutos responda, tambi¨¦n, a ser importante en combinaciones de 45+45, 60+30 o 75+15
Todav¨ªa no me he encontrado con ninguna jugadora que me haya dicho que quiere ser suplente. Todas quieren ¡ªy piden¡ª jugar. De inicio. 90 minutos. Y todos los partidos. Comprensible, pero inviable, a menos que tengas una plantilla de 11 jugadoras que nunca se lesionan. Y eso no existe. Partiendo, entonces, de esta quimera inicial, parece dif¨ªcil gestionar sin roces los leg¨ªtimos deseos de las protagonistas, con los necesarios malabarismos de minutos y confianza que hacen los entrenadores con plantillas amplias y calendarios congestionados.
Toca negociar. Y ah¨ª entran en juego habilidades clave para ejercer esta profesi¨®n en la ¨¦lite: tu capacidad de convencer, de anticipar y de ser transparente. La salud de un vestuario se suele medir por la capacidad de aportar de quienes menos juegan. De aceptar el rol asignado, por peque?o y frustrante que sea, y de encontrar la manera de impactar positivamente en el grupo. Tengo claro que es una responsabilidad compartida entre jugador y entrenador y que funcionar¨¢ mejor cuanto mayor presencia tengan valores como la humildad o la empat¨ªa.
Hace unas semanas destacaba el papel de Correa como jugador n¨²mero 12 del Atl¨¦tico. Es un suplente mod¨¦lico, el complemento ideal en un equipo de rendimiento. Entra y aporta. Se traga sus ganas de estar cuando ¨¦l quiere para aceptar que le toca salir cuando le necesitan. Podr¨ªa parecer una virtud especial y exclusiva del atacante argentino, pero hay algo ¡ªdebe haberlo¡ª en la gesti¨®n de Simeone que lo est¨¢ haciendo extensivo a otros no titulares. En lo que va de Liga son diez los goles que ha marcado el banquillo colchonero y 13 (de 31) los que ha hecho el Atleti en el ¨²ltimo cuarto de hora de sus partidos.
Son tan brutales los datos como cierto que, aun as¨ª, el debate entre titulares y suplentes seguir¨¢ vivo. Seguramente sea infinito, por c¨®mo nos cuesta en el f¨²tbol revisar las jerarqu¨ªas y las inercias de los grupos. Este s¨¢bado en Montju?c estar¨¢ m¨¢s feliz quien sea elegido de inicio ante el Barcelona que quien tenga que esperar turno sentado y saldr¨¢ bastante m¨¢s mosqueado el primer sustituido que a quien quiten faltando pocos minutos. Maravilloso cruce entre las expectativas de quienes juegan con la tortura por ganar y ser justos de quienes deciden.
?C¨®mo podemos repartir mejor las responsabilidades y valorar por igual al once inicial que a los cambios? ?Por qu¨¦ siguen valiendo m¨¢s 90 minutos normales que 30, 20 o 15 excepcionales? ?Podemos repensar la gesti¨®n de los partidos para funcionar por parciales?
Lo ¨²nico que me parece claro es que el f¨²tbol actual tiene cada vez menos de continuo y m¨¢s de fragmentado y ya no s¨®lo por c¨®mo se est¨¢ entrenando desde el punto de vista condicional, sino, tambi¨¦n, por c¨®mo estamos manejando el control y el descontrol en los partidos desde una perspectiva t¨¦cnico-t¨¢ctica. Hay pausa o hay v¨¦rtigo. Hay estabilidad o hay caos. ?Hay jugadores para ambas cosas? ?O estamos etiquetando al futbolista creyendo que vale para un escenario pero est¨¢ limitado para el otro? ?No ser¨¢ que estamos buscando justificaci¨®n para el reparto de minutos?
Desde 2021, tras la pandemia, en lugar de tres tenemos cinco cambios, por lo que parece obvio que los partidos no ser¨¢n cosa de once primeros elegidos, sino de 16 participantes finales. Contemos, aunque parezcan no contar, a los desconvocados o lesionados, que tambi¨¦n ayudan al plan y al clima del equipo durante la semana. El f¨²tbol es un deporte de equipo, aunque en el mundo de los highlights a veces parezca lo contrario. Ojal¨¢ podamos reeducar al jugador para que su sue?o de jugar 90 minutos responda, tambi¨¦n, a ser importante en combinaciones de 45+45, 60+30 o 75+15.
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