Tuteladas, discriminadas: as¨ª vive la mujer de Qatar
Las catar¨ªes son una doble minor¨ªa en un pa¨ªs donde rige la ley isl¨¢mica y en el que el 70% de la poblaci¨®n son hombres
¡°Ni siquiera los animales lo hacen. Relacionarse con alguien del mismo sexo es enfermo. ?C¨®mo va a ser eso derechos humanos? ?Por qu¨¦ nos presiona Occidente con las banderas y los brazaletes [LGTBI]? ?Y c¨®mo es posible que permitan a la gente cambiar de sexo, hormonarse, decidir si quieren ser hombre o mujer? No podemos entenderlo¡±, afirma E.A.M, catar¨ª, de 43 a?os, en un lujoso caf¨¦ de Doha. Ella y su amiga, F.H., de 45, han accedido a charlar con EL PA?S sobre su vida en Qatar con la condici¨®n de ocultar sus nombres completos y sus rostros.
Les preocupa que alguien piense que buscan atenci¨®n, pero creen que hay una campa?a contra su pa¨ªs y aceptan ofrecer su punto de vista. Son dos mujeres catar¨ªes en un pa¨ªs donde solo el 15% de sus habitantes son aut¨®ctonos y donde m¨¢s del 70% de la poblaci¨®n son hombres; es decir, una doble minor¨ªa. Viven en un lugar donde la religi¨®n es ley. Necesitan la autorizaci¨®n de sus padres o maridos para casi todo lo importante; su testimonio vale la mitad que el de un var¨®n en un juicio; en id¨¦ntico grado de parentesco, heredan la mitad que ellos; no pueden transmitir la nacionalidad a sus hijos si se casan con un extranjero (al rev¨¦s s¨ª) y mientras que el hombre puede divorciarse unilateralmente, ellas tienen que acudir a la justicia arriesg¨¢ndose a perder la custodia de los hijos.
Hablamos del r¨¦gimen de tutela masculina. F., casada, propietaria de una tienda de vestidos de novia, responde: ¡°Podemos elegir, pero necesitamos su aprobaci¨®n porque no queremos apenarlos, queremos verlos felices, orgullosos de nosotras. Nuestros padres y nuestros maridos saben lo que nos conviene, quieren lo mejor para nosotras¡±. E. a?ade: ¡°Claro, es que ellos tienen m¨¢s experiencia. Pedimos esa aprobaci¨®n porque queremos. Todo se dialoga y hay una confianza mutua. Por ejemplo, a nosotras nos cuesta mucho entender que, en Europa, si una chica tiene novio deje a su familia sin m¨¢s¡±. ¡°Es que no me lo puedo ni imaginar¡±, replica F.
Prueba de virginidad
La shar¨ªa (ley isl¨¢mica) proh¨ªbe en Qatar el sexo fuera del matrimonio. Cuando la mexicana Paola Schietekat acudi¨® en junio de 2021 a la polic¨ªa catar¨ª para denunciar que un hombre la hab¨ªa atacado en su habitaci¨®n mientras dorm¨ªa, termin¨® acusada de mantener una relaci¨®n extramarital porque el agresor, que qued¨® libre, dijo que eran novios. La abogada local que le asignaron le recomend¨® ¡°casarse con ¨¦l¡± para evitar problemas y en un interrogatorio de tres horas ¡ªa ella¡ª le plantearon que se hiciera una prueba de virginidad. Paola logr¨® salir del pa¨ªs ¡ª¡±nunca hab¨ªa respirado con m¨¢s alivio que cuando me sellaron el pasaporte¡±¡ª, pero el caso ¡ªcontra ella, nunca contra ¨¦l¡ª no se cerr¨® hasta el pasado abril. Al tel¨¦fono desde M¨¦xico, explica que hab¨ªa llegado a Qatar en 2020 muy ilusionada para trabajar como economista en el comit¨¦ organizador del Mundial. ¡°Era el trabajo de mis sue?os. Hablo ¨¢rabe y me encanta el f¨²tbol. Pens¨¦ que pod¨ªa ayudar a cambiar las cosas desde dentro¡±. Quiso denunciar a su agresor en Qatar porque cuando su primer novio la viol¨® cuando ten¨ªa 16 a?os no se hab¨ªa atrevido. El sue?o se convirti¨® en pesadilla.
Hoy, con 28 a?os, a¨²n sufre las secuelas de aquel terrible episodio: ¡°He trabajado much¨ªsimo en recuperarme, voy a terapia, pero sigo teniendo que medicarme para poder dormir y todo esto ha afectado a la confianza hacia otras personas¡±. No era la primera y ma?ana puede volver a ocurrir. En 2016, una turista de Pa¨ªses Bajos fue condenada a un a?o de c¨¢rcel y a una multa tras sufrir una violaci¨®n. Las autoridades de su pa¨ªs lograron rebajar el castigo por haber sido violada a tres meses de prisi¨®n.
Es la interpretaci¨®n m¨¢s rigurosa del islam la que impide en estos casos concebir que la agredida es la v¨ªctima, aunque el C¨®digo Penal de Qatar establece penas de 15 a?os para quien fuerce a una mujer ¡°a cometer adulterio¡±. Pero F. y E. no temen la shar¨ªa, sino todo lo contrario. ¡°La religi¨®n es como un gran paraguas que te protege y en nuestro pa¨ªs, adem¨¢s, es la ley. Eso implica que desde peque?os nos ense?an c¨®mo debemos comportarnos, cu¨¢l debe ser nuestra manera de estar en el mundo y estamos muy agradecidas por ello¡±, dice F. ¡°El islam hace nuestra vida m¨¢s f¨¢cil en todos los aspectos porque es una referencia s¨®lida y com¨²n. Es un alivio saber que a tu alrededor todos se rigen por tus mismos valores. Eso es la shar¨ªa. Y dependiendo de lo que hagas, hay una recompensa o un castigo. ?Por qu¨¦ el testimonio de un hombre vale m¨¢s en un juicio? Porque los hombres no tienen nuestra sensibilidad y hormonas. No es un asunto de igualdad, sino de justicia. ?Y por qu¨¦ heredan m¨¢s dinero? Porque ellos tienen que atender a todas las mujeres que hay en sus vidas. Todo tiene un sentido¡±, abunda E.
Ambas se muestran preocupadas por las nuevas generaciones de catar¨ªes. ¡°Tienen m¨¢s presi¨®n porque reciben muchos impactos externos. El mundo est¨¢ abierto gracias a internet y los padres cada vez tienen m¨¢s dificultades para controlar lo que piensan sus hijos. Deben ser conscientes del peligro¡±, afirma F.
Qatar ocupa el puesto 137 en el ¨ªndice de Brecha Global de G¨¦nero del Foro Econ¨®mico Mundial, que mide la desigualdad en t¨¦rminos de salud, educaci¨®n, econom¨ªa e indicadores pol¨ªticos. Los arabistas espa?oles Ignacio ?lvarez-Ossorio e Ignacio Guti¨¦rrez de Ter¨¢n explican en su libro Qatar, la perla del Golfo, que en par¨¢metros europeos ¡°resulta ciertamente deficiente¡±, pero si se compara con ¡°otras petromonarqu¨ªas¡±, el emirato ascender¨ªa ¡°a los primeros lugares¡±.
Primeras voces feministas
Un 51% de las mujeres dispone de empleo en Qatar, la mayor parte, en el sector p¨²blico, aunque cobran menos que los hombres en el mismo desempe?o. Ellas son mayor¨ªa en las universidades del emirato. Muchos hombres van a estudiar fuera y ellas necesitan el permiso de su padre para hacerlo. Amal Mohammed Al-Malki convenci¨® al suyo y hoy es decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Hamad Khalifa. Se presenta as¨ª: ¡°Soy madre, mujer, catar¨ª, musulmana, ¨¢rabe, profesora y feminista¡±. Tras pasar unos a?os form¨¢ndose en Londres, regres¨® a su pa¨ªs, abri¨® un blog y actualmente tiene un podcast, Mujeres de Oriente Medio, donde entrevista a otras feministas ¨¢rabes.
Al-Malki rechaza el sistema de tutela y en sus charlas suele repetir que ese tipo de normas no tienen que ver con la religi¨®n, sino con una interpretaci¨®n ¡°patriarcal¡± del islam. Est¨¢ convencida de que la educaci¨®n es ¡°la gran palanca de cambio¡± y que el activismo debe hacerse desde dentro para cambiar no solo leyes, sino tambi¨¦n mentes y actitudes. La cultura, explica, nunca es algo est¨¢tico. Y no debe ser la excusa para impedir que las mujeres desarrollen todo su potencial. En 2012, con el jefe del departamento de Ingl¨¦s de la facultad, public¨® el libro Mujeres ¨¢rabes en las noticias ¨¢rabes, viejos estereotipos y nuevos medios, donde comprobaron su invisibilidad en la prensa. En uno de sus ¨²ltimos podcasts, la acad¨¦mica entrevist¨® a la cantante catar¨ª Aisha, una de las voces de la canci¨®n oficial del Mundial. ¡°Al principio yo misma ve¨ªa imposible seguir este camino por todas las dificultades que sab¨ªa que me iba a encontrar. Y en mi c¨ªrculo cercano, mi familia, aunque hab¨ªa mucho amor, les cost¨® procesarlo, les parec¨ªa muy extra?o. Tuve que aceptar que iba a perder gente, comodidad¡ Sab¨ªa que al estar en el foco iba a recibir comentarios, odio¡ que no todos iban a aprobar lo que estaba haciendo. Y tuve que hacerme fuerte. Puede parecer que es solo una canci¨®n, pero son cinco a?os de proceso de todo esto. Ahora soy yo misma y creo que cuanto m¨¢s soy yo misma, m¨¢s ayudo a otras a que lo sean¡±, explica en el programa.
Cada cosa que hago depende de un hombreAsma, 40 a?os
Tras entrevistar a 50 mujeres residentes en Qatar y analizar 27 de sus leyes, Human Rights Watch public¨® en 2021 un exhaustivo informe de 103 p¨¢ginas sobre la discriminaci¨®n en el emirato. ¡°Cada cosa que hago depende de un hombre¡±, explicaba Asma, de 40 a?os. ¡°Cuando cumpl¨ª los 17, un primo m¨ªo ¡ªen Qatar son habituales los matrimonios entre familiares¡ª pidi¨® mi mano. Me dijo que ¨¦l vivir¨ªa en EE UU por trabajo. Y yo no lo vi como un matrimonio, sino como una oportunidad de escapar¡±, relata. Se cas¨® pensando que as¨ª se liberar¨ªa de la tutela paterna, pero cay¨® en la de su marido, que la maltrat¨® y restringi¨® a¨²n m¨¢s sus movimientos. Dana, de 20 a?os, explica en el informe que tuvo que mentir, decir que estaba casada y dar el nombre y n¨²mero de un amigo como si fuera su marido para que la trataran de forma urgente de endometriosis: ¡°Se negaban a hacerme una prueba m¨¦dica por no estar casada¡±. Ghada, de 48, abundaba en la discriminaci¨®n en caso de divorcio: ¡°No pod¨ªa casarme de nuevo porque perder¨ªa la custodia de mi hija¡±. El informe conclu¨ªa con medio centenar de recomendaciones que HRW remiti¨® por carta a las autoridades de Qatar. De momento, sin mucho efecto.
El emirato es una monarqu¨ªa absoluta, donde no est¨¢n permitidos los partidos pol¨ªticos. El poder ejecutivo corresponde al emir y al Consejo de ministros, donde hay 15 hombres y tres mujeres (ocupan las carteras de Sanidad, Educaci¨®n y Familia). E.A.M. recuerda el dato en el desayuno con EL PA?S: ¡°Hay tres mujeres gobernando. Pero no tenemos que trabajar si no queremos. No tenemos nada que demostrar. Es como lo de conducir. Se exagera en los medios que no se permita hacerlo a las mujeres ¡ªArabia Saud¨ª levant¨® la prohibici¨®n en 2018¡ª o que necesiten la aprobaci¨®n de su marido para obtener el carn¨¦ ¡ªas¨ª era en Qatar hasta 2020¡ª como una forma de atacar nuestra cultura y derribar la unidad de la familia. Yo tengo un conductor que me lleva. Y no pasa nada¡±. Al igual que su amiga, E. es licenciada en inform¨¢tica.
El jueves, la francesa St¨¦phanie Frappart se convirti¨® en la primera mujer en la historia en dirigir un partido del Mundial. Y fue en un estadio catar¨ª, Al-Bayt acompa?ada, adem¨¢s, por la brasile?a Neuza Back y la mexicana Karen D¨ªaz como asistentes. En el festival de fans de Doha, con pantallas gigantes, estos d¨ªas se ve¨ªa algunos grupos de amigas catar¨ªes siguiendo los partidos con sus abayas y quiz¨¢ la camiseta de su equipo favorito bajo el manto negro. En el metro, dentro de esas pesadas prendas, tambi¨¦n se las o¨ªa re¨ªr al ver a aficionados de distintos pa¨ªses con pelucas y caras pintadas. Noof al Maadeed, la joven feminista catar¨ª que en 2020 huy¨® a Reino Unido tras denunciar ¡°intentos de asesinato¡± por parte de familiares, regres¨® en 2021 porque se sent¨ªa extra?a. Al abandonar las redes sociales donde hab¨ªa sido tan activa, organizaciones de defensa de los derechos humanos temieron por su vida. Un d¨ªa volvi¨® a Twitter para anunciar que estaba bien y difundi¨® orgullosa, en la misma red, la foto de una entrada para el Mundial. Qatar y la FIFA quieren poner todos los ojos sobre el c¨¦sped, pero la vida es lo que ocurre fuera, entre partido y partido. Y ah¨ª, el emirato incumple cada d¨ªa el art¨ªculo 35 de su propia Constituci¨®n: ¡°Todas las personas son iguales ante la ley y, por tanto, no debe haber discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo, raza o religi¨®n¡±.
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