La rebeli¨®n bella e in¨²til de Kylian Mbapp¨¦
El franc¨¦s marca un triplete e iguala dos veces un partido perdido, pero se le escapa el premio de un segundo Mundial
Cuando todo hubo terminado, cuando comprob¨® que marcar un triplete en la final del Mundial no bastaba para ganarla, Kylian Mbapp¨¦ se qued¨® clavado sobre la hierba del estadio de Lusail, encorvado, con las manos apoyadas en las rodillas. All¨ª fue recibiendo un cari?o de Varane, otro de Griezmann, otro de Rabiot. Era el viudo temprano en plena ronda de p¨¦sames, reci¨¦n llegado al tanatorio. Quiz¨¢ el futbolista que m¨¢s hab¨ªa perdido, porque era el que m¨¢s alto se hab¨ªa elevado.
Antes de eso, antes de la tanda de penaltis, el franc¨¦s hab¨ªa sembrado el partido de registros impensados, incluso si no se alude a la precocidad de sus 23 a?os. El doblete m¨¢s r¨¢pido de una final, el primer triplete desde el de Geoff Hurst contra Alemania en la de 1966, el m¨¢s joven de la historia en marcar en dos finales, el jugador de cualquier edad que m¨¢s ha marcado en estos partidos (4), el m¨¢s joven en anotar diez veces en los Mundiales, donde ya acumula 12 dianas. Un atrac¨®n superlativo del pichichi en Qatar, con ocho bingos. Para nada.
Many congratulations to Mbappe, whatever happens. I've had a great run!
— Sir Geoff Hurst (@TheGeoffHurst) December 18, 2022
Salvo para los libros de contabilidad y para fijar la constataci¨®n planetaria de que se trata de un futbolista capital, sin fisuras, dispuesto para el momento m¨¢s l¨ªmite en el escenario m¨¢s grande. Ni siquiera se aprecian en ¨¦l cicatrices de golpetazos como el penalti que fall¨® en la tanda de octavos contra Suiza en la ¨²ltima Eurocopa en Bucarest. Sommer adivin¨®, Francia se qued¨® fuera y Mbapp¨¦ sali¨® en la foto de la desolaci¨®n. Pero ni un atisbo de aquello. En Lusail le marc¨® tres penaltis al Dibu Mart¨ªnez, el hechicero mayor de los once metros. Para nada.
Despu¨¦s de la primera raci¨®n de final, antes de que empezara la pr¨®rroga, tres masajistas se arrodillaron al lado de Mbapp¨¦, que yac¨ªa tumbado sobre la hierba. Dos se empleaban con energ¨ªa y aceite, cada uno con un muslo, mientras a un par de metros Deschamps arengaba al equipo en el centro de un corro. En otro receso de la final de Rusia en 2018, entre el primer y el segundo tiempo, el seleccionador les hab¨ªa recordado que el atacante del PSG jugaba con ellos: ¡°En cuanto pod¨¢is, pas¨¢dsela a Kylian¡±, les dijo entonces.
Cuatro a?os y medio m¨¢s tarde, en el oto?o catar¨ª, volv¨ªa a hablar a su tropa mientras tres tipos se ocupaban del futbolista, que acababa de devolverles al partido con el arre¨®n m¨¢s fulgurante de una final de la Copa del Mundo: dos goles en dos minutos para empatar un partido que se les escapaba. Como se?al¨® el estad¨ªstico Alexis Mart¨ªn (Mr. Chip), nadie hab¨ªa anotado nunca un doblete en tan poco tiempo. Como siguiente m¨¢s veloz queda ahora Ronaldo Nazario, con sus dos a Alemania en la final de 2002. Aunque lo del brasile?o fue con 0-0.
Los dos minutos de Mbapp¨¦ resultaron prodigiosos, no solo para que el partido desembocara en la pr¨®rroga cuando Francia apenas hab¨ªa emitido se?ales de haber comparecido. Tambi¨¦n fueron dos parpadeos con huella hist¨®rica para un chico que se presentaba en Qatar a discutirle a Pel¨¦ los p¨®steres de los Mundiales. Antes de Mbapp¨¦ solo cuatro futbolistas hab¨ªan marcado en dos finales de la Copa del Mundo: Vav¨¢ (1958 y 1962), Pel¨¦ (1958 y 1970), Breitner (1974 y 1982) y Zinedine Zidane (1998 y 2006). Ninguno tan joven. Ninguno con una vida por delante.
Pero el peso del prodigio reside sobre todo en las circunstancias en las que lo ejecut¨®. ¡°Durante una hora no estuvimos en el partido¡±, explic¨® Varane. ¡°No consegu¨ªamos aplicar el plan que ten¨ªamos. Las cosas no sal¨ªan bien. No s¨¦ si por algo f¨ªsico, o psicol¨®gico¡±.
Deschamps dej¨® flotando una duda a¨²n mayor: ¡°Es duro porque por diferentes razones no est¨¢bamos en el plano colectivo ni en el individual. Ya entraremos en las explicaciones¡±.
Ni siquiera Mbapp¨¦ era reconocible. Despu¨¦s del primer cuarto de hora, hab¨ªa tenido m¨¢s contactos con De Paul que con la pelota. El argentino era el jefe del partido: marcaba el tono, decid¨ªa cu¨¢ndo se sacaba de banda y se encarg¨® de recibir al franc¨¦s por su zona, pese a que no iba a encargarse de ¨¦l personalmente. Pero ah¨ª estaba De Paul, para darle los primeros empujones de la noche.
Err¨¢tico Demb¨¦l¨¦
Aunque quien le puso m¨¢s cuesta arriba la final fue su compa?ero del otro costado. Di Mar¨ªa volaba y Demb¨¦l¨¦ lo miraba desorientado, como si no entendiera qu¨¦ suced¨ªa ni d¨®nde se encontraba. En la jugada que termin¨® de enterrar al futbolista del Barcelona, Di Mar¨ªa alcanz¨® la l¨ªnea de fondo mientras Demb¨¦l¨¦ lo segu¨ªa al trote. El argentino recort¨® y el franc¨¦s se comi¨® el amago con tal desgana que cualquiera dir¨ªa que pensaba que ya para qu¨¦. Lo que sucedi¨® despu¨¦s en el ¨¢rea fue a¨²n m¨¢s desconcertante. Di Mar¨ªa ya se le hab¨ªa escapado, pero Demb¨¦l¨¦ alarg¨® el brazo, se tropez¨® con un pie y lo tir¨®.
Deschamps lo retir¨® antes del descanso para que no hiciera m¨¢s da?o, despu¨¦s de siete p¨¦rdidas, cinco duelos todos perdidos, dos regates y el penalti con el que empezaron a ahogarse. Entr¨® por ¨¦l Randal Kolo Muani, otro chico de Bondy, como el 10, y empez¨® a fraguarse la rebeli¨®n que encabezaron a partir del minuto 80. En ese momento se escap¨® el delantero del Eintracht y Otamendi lo derrib¨® en el ¨¢rea. El Dibu Mart¨ªnez acert¨® que Mbapp¨¦ hab¨ªa elegido su palo derecho, pero no alcanz¨® el tiro. Francia segu¨ªa all¨ª, y el 10 los hab¨ªa sostenido desde el punto desde el que no hab¨ªa podido aguantarlos en la Eurocopa. La llama estaba prendida. Un minuto despu¨¦s enganch¨® una volea cuando estaba a punto de caer al suelo y empat¨® la final. ¡°Lo ten¨ªamos controlado y con dos tiros de mierda nos empatan el partido¡±, resumi¨® el Dibu Mart¨ªnez.
Pero era mucho m¨¢s. Mbapp¨¦ hab¨ªa entrado en combusti¨®n. De repente encontr¨® la pelota, que le hab¨ªa sido esquiva, y la compa?¨ªa de Kolo Muani y Thuram. De ah¨ª al final de la pr¨®rroga acumul¨® todos sus tiros, incluido uno que tropez¨® con el codo de Montiel y del que sac¨® el segundo penalti que le marc¨® al Dibu, tambi¨¦n el segundo empate. De nuevo cuando Francia estaba perdida. Aunque no fue suficiente. Una de las mayores exhibiciones de las finales de los Mundiales fue a morir en la tanda de desempate. Y en los libros de r¨¦cords.
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