Sinner torpedea (y fulmina) al in¨¢nime Djokovic
El italiano sigue creciendo y accede a su primera final de un grande tras un formidable ejercicio contra el n¨²mero uno, desbordado: 6-1, 6-2, 6-7(6) y 6-3
El D¨ªa de Australia, pesadilla del pueblo aborigen, Invasion Day para los disidentes, se convierte en el d¨ªa de Jannik Sinner. Con dos derechazos, un cruzado y un paralelo, el italiano de 22 a?os torpedea definitivamente un reino, el de un Novak Djokovic desconocido y desbordado que cede en las semifinales: 6-1, 6-2, 6-7(6) y 6-3, en 3h 22m. Pierde el serbio en Melbourne seis a?os despu¨¦s, 2.195 d¨ªas. Se inclina Nole ante el joven fen¨®meno que viene llamando con fuerza a la puerta y que le ha superado en tres de los cuatro ¨²ltimos pulsos que les han enfrentado. ?Qu¨¦ tiene ese juego que le hace tanto da?o al gigante? ¡°No lo s¨¦¡±, responde el vencedor a Jim Courier sin perder el temple de siempre, contenido, consciente de que le queda un ¨²ltimo paso ante Daniil Medvedev (5-7, 3-6, 7-6(4), 7-6(5) y 6-3 a Alexander Zverev). ¡°Tenemos un estilo similar, as¨ª que intento restarle lo mejor posible y moverle, meter bolas dentro. Pero no voy a decirte cu¨¢l es la t¨¢ctica¡¡±, bromea el pelirrojo, primer jugador italiano, hombre o mujer, que accede a la final del Open de Australia. Lo hace Sinner a lo grande.
¡°He empezado muy bien y en los dos primeros sets he notado que ¨¦l no se encontraba genial en la pista, as¨ª que le he apretado¡±, introduce tras el tit¨¢nico logro, puesto que Djokovic no hab¨ªa perdido una sola semifinal de las diez que ha disputado en Australia. ¡°Luego, en el tercero, fall¨¦ esa derecha en el punto de partido, pero esto es tenis e intent¨¦ estar listo para el siguiente y lo empec¨¦ realmente bien. Estaba buscando un partido como este y siempre es agradable tener a esta clase de jugadores de los que puedes aprender. Perd¨ª el a?o pasado en las semifinales de Wimbledon [contra el serbio] y aprend¨ª mucho. Es parte del proceso¡±, agrega con tono moderado, ya como el noveno tenista de su pa¨ªs que comparece en la final de un major. Se eleva en una tarde con historia, el tenis se remueve: por primera vez desde 2005, ni el balc¨¢nico, ni Federer ni Nadal figuran en el desenlace del torneo. Tiene apetito Sinner. Tambi¨¦n la pareja.
La mujer y el hombre devoran la raci¨®n de calamares en la grada, ni uno dejan en el canasto, del mismo modo que Sinner est¨¢ zamp¨¢ndose a Djokovic en el primer parcial. Ni las migas deja el italiano en esa primera franja del partido. Es un atropello en toda regla. En realidad, el serbio sabe perfectamente por d¨®nde pueden ir los tiros, porque el rival ya ofreci¨® pistas en Tur¨ªn (Copa de Maestros) y tambi¨¦n en M¨¢laga (Copa Davis), all¨¢ por noviembre, cuando le rindi¨® dos veces. No era un farol. Llega la ola mec¨¢nica de Sinner y el tenis celebra: ¨¦l y Alcaraz, atractivo d¨²o para un pr¨®spero futuro. La vida sigue. Nole padece de inmediato. Las pedradas del tirol¨¦s le conducen todo el rato hacia circunstancias y posiciones inc¨®modas, y no encuentra refugio alguno ante el alud que coge forma desde los primeros intercambios. Presi¨®n, presi¨®n, presi¨®n. Un martirio. Azotes por todos lados. Tac, tac, tac, suena el cordaje. Suda la gota gorda el balc¨¢nico, el grito al efectuar el esfuerzo es revelador y sus tiros desafinan. No lo ve, tampoco lo siente.
La mujer y el hombre de los calamares siguen chupete¨¢ndose los dedos y el olorcillo a k¨¦tchup (s¨ª, k¨¦tchup, esto es Austalia) va expandi¨¦ndose por la fila 9 mientras Sinner contin¨²a a la carga, de proyectil en proyectil, exigiendo y desfigurando al coloso. Asiste con el traje de pistolero. Arma la derecha y el rev¨¦s en un santiam¨¦n y percute una y otra vez, con ese semblante tan fr¨ªo y tan neutro ¡ªparece un treinta?ero curtido en mil batallas¡ª, como si lo que est¨¢ pasando ah¨ª abajo es algo que tuviera que suceder necesariamente. El ma?ana, dec¨ªamos, se ha convertido ya en el hoy; el tenis redise?a el paisaje y los viejos elementos van desapareciendo de la foto. Ahora bien, no conviene enterrar a Djokovic, porque hacerlo ser¨ªa poco menos que una osad¨ªa. Cae en esta extra?a tarde de Melbourne, pero volver¨¢. No lo duden. Tiene varias vidas extra, ya se sabe. Sucede que esta vez no se reconoce y el adversario no desiste con el ca?¨®n, y que adem¨¢s repele extraordinariamente en las defensas gracias a esos apoyos que viene trabajando. El plan f¨ªsico, clave en la significativa ascensi¨®n de los ¨²ltimos meses.
Se sospecha desde hace tiempo que Sinner pinta a uno de esos jugadores llamados a dejar huella, uno de esos talentos que apuntan a convertirse en una de esas m¨¢quinas cercanas a la perfecci¨®n. Una suerte de Djokovic 2.0, pero antag¨®nico en la puesta en escena. Su tenis es silencioso y a la vez violento, combina la delicadeza con esos petardazos que resuenan al golpear, y el ritmo de bola que impone cuando est¨¢ inspirado es infernal. Es un di¨¦sel con dinamita. Se le resist¨ªa el ¨²ltimo golpe de ri?¨®n, cruzar la l¨ªnea, pero ya est¨¢ aqu¨ª, con esos 22 a?os tan bien madurados, esa responsabilidad, ese compromiso y buen hacer propio de un veterano; ni una palabra m¨¢s alta que otra; una ¨¦tica diaria y una determinaci¨®n a prueba de bombas. Quiere y se supera. All¨¢ que va. Su ofensiva desti?e por completo a Nole durante m¨¢s de una hora, por instantes desconocido, 15 errores no forzados en la primera manga y 14 en la segunda. Noticia la doble cifra. Lo m¨¢s llamativo, lo err¨¢tico del rev¨¦s y la rebeld¨ªa tard¨ªa. Djokovic no est¨¢.
No hay alaridos esta vez, no se enzarza con el p¨²blico. Aunque no falta algo de fuego: un raquetazo a un micro, una frase al ¨¢rbitro: ¡°?Vas a decir algo o te vas a quedar ah¨ª sentado y callado? ?Quieres una taza de t¨¦?¡±. Pero en t¨¦rminos de juego, el rastro del guerrillero que se enciende con facilidad es m¨ªnimo. No puede. Chirr¨ªa la respuesta. Todo lo abrasa Sinner. Ni los serbios ruidosos que tradicionalmente le arropan en Melbourne se rebelan, resignados esta vez, banderas a media asta. No les gusta nada lo que ven. Su chico a remolque, padeciendo y retorci¨¦ndose; ninguna tara en la firme propuesta del italiano, decidido este pese al peque?o lapsus del tercer set; ofreciendo todo un recital al resto frente a, precisamente, el gran maestro de la r¨¦plica. Ni un punto de rotura se granjea. Recibe un indulto en el tie break del tercero, bola de partido desperdiciada, pero de nada sirve la recompensa, mero cr¨¦dito pasajero. En la recta final se diluye. Este no es Djokovic, in¨¢nime, sin fe. Su software echa humo, hiperventila el sistema. Y aqu¨ª est¨¢ Sinner, el fant¨¢stico pelirrojo, una fabulosa noticia para el presente y profundamente convencido: es su hora, es el momento. Cada vez m¨¢s afianzado, reclama ya con fuerza el primer plano.
¡°ESTO NO ES EL PRINCIPIO DEL FIN¡±
“Está merecidamente en la final. Hoy me superó por completo”, expresó Djokovic de entrada ante los periodistas. El serbio, de 36 años, lamentó su rendimiento y aseguró que, en realidad, no se sintió cómodo en ninguna fase del torneo.
“Me sorprendió mi nivel en el mal sentido. No había mucho que estuviera haciendo bien en los dos primeros sets. Supongo que este es uno de los peores partidos de Grand Slam que he jugado. Al menos, que yo recuerde. No es una sensación muy agradable jugar de esta manera. Pero al mismo tiempo, ya sabes, hay que darle crédito a él por hacer todo mejor que yo, en todos los aspectos del juego”, afirmó.
El serbio destacó la “agresividad” de su rival y su capacidad para pegar duro desde todas las posiciones; también, su evolución con el saque y el apartado mental: “Estuvo muy sereno todo el rato”. Pese al golpe, confía Djokovic en remontar el vuelo. “Solo es el principio de la temporada”, matizó, y alberga “grandes esperanzas” de cara a los tres grandes restantes y los Juegos Olímpicos de París.
“La racha iba a terminar algún día”, señaló. “Iba a suceder y, al menos, di todo lo que pude en circunstancias en las que no jugué bien, y perdí contra un jugador que tiene una muy buena oportunidad de ganar su primer Grand Slam”, prolongó antes de cerrar: “Como he dicho, este torneo no ha estado a la altura de mi nivel, pero eso no significa necesariamente que sea el principio del fin, como a algunas personas les gusta llamarlo”.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.