Propuesta de circulaci¨®n de textos
?Sepa el lector que habitualmente son exigidos los siguientes tr¨¢mites para poder programar representaciones teatrales: Permiso de censura del Ministerio de Informaci¨®n y Turismo. Patentes fiscales. Permiso para la representaci¨®n, extendido por el delegado provincial del Ministerio de Informaci¨®n y Turismo. Permiso de polic¨ªa. Sepa el lector tambi¨¦n que la legislaci¨®n sobre el tema es tan abundante, contradictoria y anacr¨®nica que su aplicaci¨®n supondr¨ªa el cierre de todos los locales donde se ofrecen representaciones. Sepa el lector que esta normativa se convierte en la pr¨¢ctica en un arsenal de medidas a las que la autoridad gubernativa puede acudir en el momento que necesita prohibir hechos culturales que por su ideolog¨ªa o incidencia le resulten intolerables. Es decir, que para ejercer su beligerancia no necesita romper su propia legalidad. Basta con aplicar autom¨¢ticamente cualquiera de los resortes del aparato represivo del franquismo, que no s¨®lo no se han desmantelado, sino que siguen prestando sus servicios como en los mejores tiempos. Hablar de derechos y libertades en este marco legal, es, cuando menos, de un imperdonable cinismo?. Son palabras de P¨¦rez Coterillo, director de Pipirijaina en el segundo n¨²mero de la revista.Preocupaciones
Esas palabras encierran un vasto per¨ªmetro de preocupaciones que coincide, meticulosamente, con el trabajo del equipo redactor. Con una ¨®ptica de suscripci¨®n plena, las gentes de Pipirijaina estudian los ¨²ltimos fen¨®menos de nuestra vida teatral -el festival de la Sala Cadarso, el porvenir del sindicato unitario, los estrenos mas significativos en Madrid y Barcelona revisan la peripecia hist¨®rica, del teatro catal¨¢n y facilitan datos clave del sustento material de la famosa vida teatral madrile?a. Las recaudaciones medias constituyen en efecto un dato imprescindible para el, esclarecimiento de cualquier temporada. Su incidencia, hoy por hoy, es fatal.
Llega esta entrega juntamente con el texto de Laxante para todos, de Angel Garcia Pintado. Se satisface as¨ª -como con el anterior texto de Sastre- unas de las peticiones vitales de nuestra renovaci¨®n teatral: La circulaci¨®n de las obras. (De la quincena de obras de Garcia Pintado, por ejemplo, solo eran accesibles tres aun eso en ediciones probablemente agotadas). ?Los trabajadores del teatro -dice Perez Coterillo- debieran anotar entre sus tareas inmediatas la de hacer justicia a cuarenta a?os de censura y abrir un censo de textos, de com¨²n acuerdo con sus autores, porque ya no basta con pedir que desaparezcan los instrumentos represivos del aparato fascista, ni con esperar que se nos otorguen los derechos por el mismo decreto que nos priv¨® de ellos. Necesitamos anticipar por nuestra cuenta el marco en el que queremos disfrutarlo y acometer con absoluta responsabilidad, y desde ahora, los trabajos que debamos realizar?.
La edici¨®n del texto de Garcia Pintado es pulcra y limpia, cosa infrecuente, por desgracia. Se trata en fin, de un instrumento de trabajo. Y de un regalo.
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