AIberto Gironella
El indiano regresa a la tierra de sus mayores. Viene en busca de esos recuerdos que s¨®lo le pertenecen durante el sue?o. En su delirio hay tambi¨¦n una presencia de calaveras, s¨ªmbolo de su propia muerte que el recuerdo de sus mayores certifica. Alberto Gironella, en ese volverse hacia el pasado que es tarea habitual en su obra, dirige en esta ocasi¨®n la mirada hacia El sue?o del caballero, de Antonio de Pereda. En el lienzo de la Real Academia de San Fernando, como en su casi id¨¦ntico Jerogl¨ªfico de la vanidad, de Viena, presenta Pereda a un ¨¢ngel que expone ante el caballero, o el espectador que lo sustituye, la esfera del mundo y los vanos signos que la pueblan: oro, prebendas, na¨ªpes y la m¨¢scara con que nos mostramos. A un extremo de la mesa, un reloj inclemente nos recuerda cu¨¢n corta es la distancia que nos separa de la calavera que sobre los libros reposa. En las mu chas lecturas que de la obra hace Gironella, otros fantasmas de su propio caudal pueblan los sue?os del caballero. Atav¨ªos de plumas y jade se adue?an del personaje alado, pues quien le da forma no pue de olvidar su condici¨®n de indiano que mira la alegor¨ªa de Pereda desde el otro lado del mar. Otras veces, la carne de la mujer se incluye entre los s¨ªmbolos del mundo; o se vuelve alada y casi parece que se inclina para despertar al caballero de su arrepentimiento on¨ªrico.Y no sabemos si ese despertar ser¨¢ de las vanidades o hacia ellas.Alberto Gironella, uno de los m¨¢s claros exponentes de la fecunda tradici¨®n surrealista mexicana, compa?ero de Jodorowsky, Arrabal y Topor en el camino p¨¢nico, se presenta con estas obras, por primera vez que yo sepa, entre nosotros. Y al hacerlo, demuestra con soltura su s habilidades. La elecci¨®n del manierismo perediano cuadra bien tanto a sus modos de pintor como a la idiosincrasia de sus visiones. La alegor¨ªa, lejos de tornarse en parodia, se enriquece con la aparici¨®n de elementos propios de las tradiciones ultramarinas; as¨ª, el tocado de plumas, o la caja de la serpiente que es nueva fuente de desenga?o. A veces asistimos a curiosos juegos de transposiciones como en el del.rostro de? ¨¢ngel, casi f¨¦mina en Pereda, por una calavera cuando la mujer real aparece. Mas, no falta el humor, pues en una ocasi¨®n ser¨¢ un camar¨®n quien se duerma, forme el sue?o del caballero o su vanidad. Entre quimeras y desencantos del mundo, vivir¨¢ el caballero dividido como vive el pintor entre dos tiempos, el hisp¨¢nico y el mexicano, de los que ha sabido dar con esta obra, a decir de Carlos Fuentes, ?la relaci¨®n en su nivel exacto: la correspondencia?.
Alberto Gironella
Galer¨ªa Iolas- VelascoZurbano,88
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