La nueva sociedad industrial y la empresa
Catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Empresa Universidad de Oviedo
La empresa, dentro del denominado sistema de econom¨ªa de mercado, ha venido actuando conforme a unos valores que corresponden a la denominada ?ideolog¨ªa liberal?.
Se presenta la econom¨ªa fundada en el principio seg¨²n el cual, buscando cada uno su provecho individual, se alcanza un provecho general, sin detrimento del de los dem¨¢s. Este planteamiento de la sociedad destaca los valores del individualismo en un marco de propiedad privada, mercado libre y acci¨®n limitada del Gobierno. La comunidad no es m¨¢s que la suma de individuos, los derechos de propiedad son sagrada garant¨ªa de los derechos del individuo, y sus usos son controlados por la competencia, satisfaciendo los deseos del consumo en un mercado abierto y libre. El Estado aparece como el agente de decisiones colectivas que son la simple agregaci¨®n de decisiones individuales; su grado de autonom¨ªa es nulo. El ¨¢mbito de la pol¨ªtica parece ser reducido a cero, el mejor Gobierno es el menor.
La crisis de este planteamiento social y econ¨®mico comienza en los a?os treinta y se reafirma con la crisis de los setenta. La sociedad liberal, que ha sabido transformar los conceptos en mercanc¨ªas, haci¨¦ndolas desear, para despu¨¦s desvalorizarlas y reemplazarlas, se encuentra ante la realidad de verse desplazada como filosof¨ªa de la sociedad occidental.
La sociedad industrial est¨¢ reproduciendo las normas de una sociedad de soledad y de violencia. Sociedad dominada por la l¨®gica de una b¨²squeda continua de ahorro de tiempo. ?Qu¨¦ es la productividad, sino una econom¨ªa de tiempo? Existen signos inequ¨ªvocos del desaf¨ªo a esta sociedad, a la legitimidad actual del sistema. La mejora del nivel de vida est¨¢ generando deshumanizaci¨®n, la destrucci¨®n del entorno ecol¨®gico, la creaci¨®n de una forma de vida impuesta por la presi¨®n marketing. El progreso cient¨ªfico, el avance tecnol¨®gico no es indiscriminadamente bueno. La ciencia est¨¢ dominada por valores de previsiones, controlada por la l¨®gica del industrialismo. El mundo cada vez se bipolariza m¨¢s econ¨®micamente. La sociedad industrial ha perdido sentido ¨¦tico y ha ignorado la justicia distributiva. La ¨¦tica del ego¨ªsmo ha hecho crisis. La justificaci¨®n en la sociedad liberal era simple, el ego¨ªsmo individual llevaba al bienestar colectivo. Ahora se hace preciso buscar conceptos exot¨¦ricos de eficiencia para justificar la bondad de los mecanismos de mercado.
Ante esta realidad est¨¢ surgiendo una nueva ideolog¨ªa dentro de la cual act¨²a la empresa. Esta ideolog¨ªa define al individuo como una inseparable parte de la comunidad, en la cual sus derechos y deberes son determinados por las necesidades del objetivo com¨²n. El Gobierno juega un papel b¨¢sico, planificando y haciendo frente a las necesidades de la comunidad. Los hombres, al manifestar sus preferencias, pudieran presentar una contradicci¨®n entre una concepci¨®n estrictamente individual de la sociedad y unas necesidades sociales manifestadas a trav¨¦s de un proceso democr¨¢tico (v¨ªa votaci¨®n). Somos parte de una organizaci¨®n que hace uso de nuestras capacidades individuales. Los derechos de propiedad son menos importantes que los derechos derivados de ser miembros de la comunidad: derechos a la educaci¨®n, a la salud, etc¨¦tera. El uso de la propiedad viene mejor regulado de acuerdo a las necesidades de la comunidad, lo cual a menudo difiere de los derechos del consumo individual. El Gobierno debe fijar el conjunto de objetivos de la comunidad y alcanzar el logro de los mismos.
Este modelo de sociedad es considerado por los hombres de empresa americanos como el dominante en 1985 en EEUU, si bien consideran que la ideolog¨ªa liberal es la m¨¢s eficiente para resolver los problemas del futuro. No obstante, no consideran que va a ser posible mantener dicho sistema. Por el contrario, los hombres de empresa no americanos consideran que este nuevo sistema ?comunitario? es m¨¢s eficiente y ser¨¢ el imperante en 1985 en el mundo occidental.
El cambio en el sistema tiene lugar cuando se produce el paso de una econom¨ªa en crecimiento continuado, determinado por una coyuntura favorable, a un estancamiento, a una tenaz recesi¨®n, que ha acentuado la tendencia a imputar las dificultades econ¨®micas y sociales al sistema empresarial de econom¨ªa de mercado. Se produce una contestaci¨®n al sistema econ¨®mico, como hemos presentado, al sistema empresa, a la ¨¦tica del trabajo.
La pregunta que podr¨ªamos hacemos es esta: ?Sobrevivir¨¢ la empresa privada a la crisis de estos a?os? Vamos, pues, a plantear la necesidad de una empresa que tenga en cuenta el cambio que se est¨¢ operando en el sistema econ¨®mico.
Una reconsideraci¨®n de la empresa
La empresa se presenta como organizaci¨®n, como instituci¨®n, que pretende desarrollar su actividad con eficiencia de acuerdo con una supuesta racionalidad t¨¦cnica, organizativa y econ¨®mica.
La concepci¨®n cl¨¢sica de la empresa ven¨ªa unida a la b¨²squeda de una racionalidad t¨¦cnica, con una organizaci¨®n del trabajo preocupada por la producci¨®n. Con los a?os cuarenta se empieza a replantear la racionalidad organizativa de la empresa. La concepci¨®n individualista, mecanicista, del homo economicus del taylorismo es abandonada por la escuela de las relaciones humanas, creadoras de la humanizaci¨®n del trabajo. Se ha pretendido una integraci¨®n de los hombres en la empresa en base a una supuesta racionalidad organizativa que pretende solucionar las demandas psicosociales de sus miembros. En una tercera fase se ha querido unir a la racionalidad t¨¦cnica y organizativa la racionalidad econ¨®mica. Esta racionalidad plantea la b¨²squeda de la participaci¨®n en la organizaci¨®n (sistemas de direcci¨®n por objetivos, de centros de beneficios, etc¨¦tera) y la participaci¨®n, o mejor, acuerdo en el reparto del valor a?adido por la empresa. En el momento actual asistimos al planteamiento y desarrollo de una serie de t¨¦cnicas, m¨¦todos (ampliaci¨®n y enriquecimiento de tareas, grupos aut¨®nomos, redise?o participativo, etc¨¦tera que, adem¨¢s de la humanizaci¨®n del trabajo pretende el cambio organizativo, mejoras en las motivaciones e integraci¨®n de los hombres.
No obstante, se puede afirmar que la empresa est¨¢ regida por la ideolog¨ªa dominante que impregna la supuesta racionalidad t¨¦cnica; organizativa y econ¨®mica. Por ello se tiende a introducir m¨¢s y m¨¢s la consideraci¨®n pol¨ªtica en la empresa, dado que las decisiones en la empresa tienden a tener racionalidad conforme a la l¨®gica del sistema. Es por ello que existen una racionalidad del empresario y una racionalidad del trabajador. Muchas veces se vincula la racionalidad del trabajo al logro de la eficiencia de la empresa, unidos a la racionalidad del empresario. Se pretende confundir racionalidades, es m¨¢s, hablar de racionalidad objetiva. Se presenta una unicidad de finalidades en la empresa, cuando en la realidad no podemos olvidar las contradicciones de sus miembros. Por ello, la empresa siempre aparece como una instituci¨®n de mediaci¨®n institucional y social. La acci¨®n de los trabajadores en la empresa se presenta en funci¨®n de sus ?intereses? de su rol en la organizaci¨®n y de la din¨¢mica del conflicto de poder en la empresa y en la sociedad.
No pueden presentarse los problemas de la empresa ¨²nicamente en t¨¦rminos de mercado, de sistema social (equilibrio de grupos, Herbert Simon), de lucha de clases; cada vez m¨¢s, el futuro de la empresa depende de la eficiencia del sistema econ¨®mico en su conjunto, de las acciones pol¨ªticas que definen los modelos de desarrollo, que de la propia capacidad de generar recursos por s¨ª o por la acci¨®n de sus directivos. ?La eficiencia de la empresa depende cada vez m¨¢s de determinantes sociales y pol¨ªticos, del funcionamiento general del sistema econ¨®mico, que se extiende al conjunto de los aspectos de la vida social: ordenaci¨®n territorial, inversiones para investigaci¨®n, formaci¨®n profesional, etc¨¦tera.? La empresa no puede venir definida por su componente organizativo y econ¨®mico sin considerar el pol¨ªtico.
En la empresa, unido a los poderes cl¨¢sicos: capital, direcci¨®n, trabajadores-sindicato, aparece el poder pol¨ªtico. Existe una uni¨®n der acci¨®n sindical y acci¨®n pol¨ªtica. Las decisiones empresariales superan el nivel de la propia organizaci¨®n para vincularse al pol¨ªtico. En este entorno, el poder sindical acent¨²a su funci¨®n pol¨ªtica, destacando los desequilibrios, la falta de coherencia del sistema empresarial, actuando los partidos en su funci¨®n de lograr cambios estructurales para conseguir un nuevo equilibrio. Esta din¨¢mica se enfrenta a las tendencias tecnocr¨¢ticas, con unas exigencias de racionalidad t¨¦cnica, organizativa y econ¨®mica que limitan la acci¨®n pol¨ªtica de la empresa. Ello puede ser un intento de disolver los fines en medios. La tecnocracia empresarial surge como una independencia de la racionalidad t¨¦cnico-organizativa contra el poder del capital, de las finanzas. El poder de la inteligencia organizada -tecnoestructura- es en parte un poder delegado del poder pol¨ªtico de la empresa. La separaci¨®n entre propiedad y control de la empresa y la superaci¨®n de la clase capitalista cl¨¢sica es algo no contrastado suficientemente.
Las tecnoestructuras privadas y p¨²blicas pueden identificar el inter¨¦s del ciudadano con el de las empresas, considerar la l¨®gica de un desarrollo de una sociedad en funci¨®n de las necesidades de producci¨®n, muchas veces unidas a una investigaci¨®n o innovaci¨®n vinculada a lo ¨²til, no a lo importante. La tecnoestructura, muchas veces pretende definir un modelo de desarrollo y de sociedad, lo que corresponde inspirar a la sociedad entera. La acci¨®n econ¨®mica del Estado es la principal variable pol¨ªtica de la empresa. El Estado viene concebido como una estructura limitada por la l¨®gica de la sociedad, dentro de la cual funcionan, y por una organizaci¨®n manipulada en parte por la clase dominante o la fracci¨®n hegem¨®nica del bloque del poder. Se presenta a la empresa un entorno econ¨®mico que se caracteriza por una intervenci¨®n creciente del Estado en el proceso de acumulaci¨®n, lo que conlleva a que cada vez m¨¢s las decisiones de acumulaci¨®n vengan vinculadas a las decisiones pol¨ªticas. El componente pol¨ªtico desplaza, en sectores fundamenta les de la producci¨®n, al criterio de mercado. La politizaci¨®n de las decisiones econ¨®micas se contra pone a la politizaci¨®n de las relaciones sociales. En contextos de tipo turbulento las organizaciones absorben valores sociales y se institucionalizan, dejan de cumplir estrictas funciones econ¨®micas, adquieren una cuota de responsabilidad en el cumplimiento de funciones colectivas, como la ¨ªntegraci¨®n social y el mantenimiento de pautas culturales.
En este contexto, la empresa es m¨¢s que una organizaci¨®n, es una instituci¨®n, pues se plantea como centro de negociaci¨®n de consenso del proyecto o modelo de desarrollo de la sociedad, de las condiciones de trabajo, del reparto de los frutos del progreso. La empresa es un elemento del sistema de poder que define el proyecto de hombre y sociedad de los grupos dominantes, pero, al mismo tiempo, la empresa es un centro de decisiones a las que se les pide una racionalidad t¨¦cnica, organizativa y econ¨®mica. Los problemas de poder desbordan a la empresa, por ello el conflicto escapa al campo puramente empresarial. Cada vez m¨¢s las remuneraciones, las condiciones de trabajo escapan a la empresa para vincularse a decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica. El futuro de la empresa vendr¨¢ unido a una redistribuci¨®n del poder, a un condicionamiento de su actividad por la sociedad y una consideraci¨®n de componentes no econ¨®micos en sus fines, una ampliaci¨®n del concepto, mismo de empresa.
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