"Es inevitable que la peseta termine por vincularse al Sistema Monetario Europeo"
?La vinculaci¨®n de la peseta al Sistema Monetario Europeo es inevitable a largo plazo y su r¨¢pida adhesi¨®n de hecho al mismo beneficiar¨ªa a la econom¨ªa espa?ola y ayudar¨ªa a la consolidaci¨®n de la democracia en Espa?a?, opina el profesor Robert Triffin, de la Universidad de Yale, y uno de los monetaristas acad¨¦micos m¨¢s importantes del mundo. Nacido en B¨¦lgica hace 68 a?os, el profesor Triffin ense?a actualmente en la Universidad de Lovaina y es miembro del Consejo Asesor de Econom¨ªa de la revista norteamericana Time. Robert Triffin ha asistido en Madrid a la II II Conferencia sobre Integraci¨®n y Desarrollo, organizada por el Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana y el Banco Exterior de Espa?a. le entrevist¨®.
Pregunta. Usted ha sido una de las primeras personas que, hace a?os, levant¨® la voz de alarma ante el continuo deterioro del esp¨ªritu de Bretton Woods. ?Ha provocado la modificaci¨®n paulatina de las normas del Fondo Monetario Internacional la crisis financiera que, aparentemente, se padece en los a?os setenta?Respuesta. Los miembros del FMI no tuvieron ¨¦xito en reformar a tiempo las normas que regulaban la organizaci¨®n y adaptarlas a los nuevos tiempos. No obstante, tras mis continuas denuncias, en 1957 y 1959 se iniciaron conversaciones entre los pa¨ªses miembros que, despu¨¦s de diez a?os, culminaron con alg¨²n tipo de consenso. Pero por razones varias, sus soluciones no se convirtieron en normas y, de hecho, a lo que se lleg¨® fue a una forma de actuaci¨®n actual ?legal y de facto en el terreno monetario, independientemente de las normas establecidas en Bretton Woods. Despu¨¦s, en Jamaica (197l), tras varios a?os de ilegalidad, la situaci¨®n de hecho fue confirmada. Pero todav¨ªa sin establecer un sistema puro en esencia. Es decir, se pas¨® de un sistema fijo de paridades a un sistema de flotaci¨®n de los tipos de cambio, pero en ambos casos quedando el sistema, antes y despu¨¦s, bajo la intervenci¨®n dirigida.
Los resultados de este cambio, realizado sin tener en cuenta que el problema principal de que una moneda nacional -el d¨®lar- se hab¨ªa convertido en una reserva internacional, sin posibilidad de convertibilidad, no hay m¨¢s que verlos. Las reservas internacionales, como consecuencia de la emisi¨®n sin control de papel moneda por parte de las autoridades de Washington, se doblaron en s¨®lo tres a?os (1970-1972), incluso antes del inicio de la crisis del petr¨®leo, y se multiplicaron por cinco en los seis a?os posteriores. El sistema, pues, de Bretton Woods ya no exist¨ªa y hab¨ªa sido sustituido por una serie de acciones independientes de cada Gobierno y que, finalmente, fueron ratificadas y legalizadas cuando ya era evidente la inevitabilidad del nuevo sistema.
P. Pero esta ratificaci¨®n de las actuaciones de facto todav¨ªa no ha resuelto b¨¢sicamente el problema...
R. Evidentemente, no. El mayor problema sigue siendo los aumentos incontrolables de la liquidez internacional que, como ya he dicho en otra ocasi¨®n, contin¨²an siendo la causa monetaria de la inflaci¨®n mundial. Ahora, en la presente situaci¨®n econ¨®mica mundial, la mayor preocupaci¨®n es, desde luego, el alto ¨ªndice de desempleo. Pero aqu¨ª surge el problema, ya que para resolver el problema del desempleo de una forma duradera, no bastan exclusivamente las recetas cl¨¢sicas. Curar la inflaci¨®n mundial, por el contrario, debe ser el principal objetivo de los Gobiernos, que solo conseguir¨¢n un nivel adecuado de prosperidad y puestos de trabajo sin la anulaci¨®n de las tensiones inflacionistas. Y para ello, hay que reducir por los medios adecuados la gigantesca cantidad de d¨®lares que circulan libre mente por el euromercado.
P. ?Usted dice, en resumen, que la causa principal de la inflaci¨®n mundial es el incremento de la liquidez?
R. Es, digo, una de las causas, quiz¨¢ la m¨¢s importante, y, desde luego, la decisiva desde un punto de vista monetario. Pero existen otras de tipo estructural, tales como el enorme incremento de producci¨®n y consumo de materias manufacturadas que provoc¨®, desde hace doscientos a?os, la revoluci¨®n industrial. Luego est¨¢ la revoluci¨®n del mundo de la publicidad, que ha estimulado en consumo por encima de los niveles necesarios. Tambi¨¦n hay que citar el ¨¦xito de las medidas keynesianas para evitar los ciclos bajos de la actividad econ¨®mica. Y, por ¨²ltimo, la absurda carrera armamentista, que ha incrementado la capacidad de destrucci¨®n del mundo por encima de unos niveles no conocidos previamente en la Historia.
La gravedad del problema de la inflaci¨®n es hoy tan obvio que, aunque parezca parad¨®jico, los. l¨ªderes econ¨®micos del mundo, reunidos en Belgrado, en lugar de ser optimistas como tan habituados est¨¢n los pol¨ªticos, levantaron la voz de alarma sobre la grave situaci¨®n econ¨®mica que atravesamos. Quiz¨¢ esto nos haga ser realistas y provoque una reacci¨®n a favor de la adopci¨®n de pol¨ªticas que busquen soluciones, algunas de las cuales ya se han puesto en marcha.
P. Si se refiere usted a las pol¨ªticas restrictivas, ?no cree que unos tipos de inter¨¦s excesivamente altos, terminar¨¢n por provocar una recesi¨®n sin precedentes con graves trastornos sociales?
R. Bueno, en primer lugar, tengo que decir que el nombramiento de Volcker (como presidente de la Reserva Federal norteamericana) ha sido una de las decisiones m¨¢s acertadas del Gobierno norteamericano. Una de las consecuencias de este nombramiento ha sido la pol¨ªtica de altos tipos de inter¨¦s, que, desde luego, no debe ser la ¨²nica a seguir. Efectivamente, a mi juicio, el objetivo debe ser el control de la liquidez, del aumento en la creaci¨®n del dinero. Si para ello hay que aumentar a veces los tipos de inter¨¦s, pues hay que aceptar dicha pol¨ªtica. En cualquier caso, los tipos de inter¨¦s -por ejemplo, el prime rate en Estados Unidos- no est¨¢n tan altos, si los comparamos a los ¨ªndices de inflaci¨®n en los diversos pa¨ªses. As¨ª, en Estados Unidos, el prime rate va parejo a la inflaci¨®n. En la RFA, quiz¨¢ est¨¦ un poco m¨¢s alto, lo cual equivale a decir que el costo del dinero tan s¨®lo est¨¢ a dos puntos en t¨¦rminos reales.
La cuenta de sustituci¨®n no resolver¨¢ todos los problemas P. ?En qu¨¦ alcance puede resolver el problema del exceso del dinero la creaci¨®n de la llamada cuenta de sustituci¨®n? ?No cree usted que la retirada de dinero del mercado internacional, que implicar¨¢ la entrada en vigor de la cuenta de sustituci¨®n, perjudicar¨¢ la capacidad de obtenci¨®n de cr¨¦ditos y sus expectativas de crecimiento de los pa¨ªses en desarrollo?
R. Respecto a la primera cuesti¨®n, hay que se?alar que no, que la cuenta de sustituci¨®n no resolver¨¢ todos los problemas, ya que tender¨¢ a reducir s¨®lo el monto de d¨®lares que existe ya en el mercado. Por eso, la entrada en vigor de la cuenta de sustituci¨®n -extremo que no suceder¨¢, por lo menos hasta dentro de seis meses, como m¨ªnimo- s¨®lo tendr¨¢ ¨¦xito si va acompa?ada de otras medidas que tiendan a controlar la creaci¨®n de m¨¢s dinero en el mercado internacional. Respecto a la segunda cuesti¨®n, que considero fundamental en el proceso de creaci¨®n de la cuenta de sustituci¨®n, tenemos ya una situaci¨®n en la que el FM1, por el sistema actual de acumular reservas en las monedas fuertes, apenas dedica un 3% de sus recursos a ayuda al desarrollo, mientras que el resto va siempre a parar a manos de los pa¨ªses emisores de dichas monedas. Esta situaci¨®n hay que cambiarla, pese a la oposici¨®n de algunos pa¨ªses. Existe ya el principio de que las naciones desarrolladas deber¨ªan contribuir, por lo menos con el 1 % de su PNB, al proceso de desarrollo de los pa¨ªses del Tercer Mundo. Para ello es fundamental que en las v¨ªas que se estudian para la acumulaci¨®n de reservas en manos del FM1 -entre ellas, la cuenta de sustituci¨®n- se conceda una prioridad total al hecho de que aquellas reservas se destinen a financiar el desarrollo, bien a trav¨¦s del propio FMI o por medio del Banco Mundial.La creaci¨®n del SME forz¨® a EEUU a aceptar la reforma
P. Usted es un infatigable defensor del Sistema Monetario Europeo y de su nueva moneda, la unidad de cuenta europea (ECU). ?No le parece que al regionalizar los entendimientos financieros entre grupos de pa¨ªses se est¨¢n levantando obst¨¢culos a las soluciones globales necesarias.
R. Aqu¨ª hay dos cosas que diferenciar. Primera: en primer lugar, el SME ha forzado a Estados Unidos a fijar su posici¨®n respecto a la reforma monetaria y a aceptar sus principios. Este hecho, positivo de por s¨ª, ha favorecido la reforma a largo plazo del FMI, que previamente hab¨ªa resultado imposible sin la colaboraci¨®n de Estados Unidos. En cuanto al segundo aspecto, creo que est¨¢n equivocados aquellos que ven la regionalizaci¨®n de los sistemas monetarios como una alternativa al FMI. Cuando Yo cre¨¦, en 1959, el sistema de pagos europeos hubo mucha gente que pens¨® y dijo que era un medio competitivo del FMI. Precisamente es todo lo contrario, ya que la flexibilizaci¨®n de los sistemas monetarios regionales favorece el entendimiento global y permite un mayor crecimiento de la colaboraci¨®n financiera y comercial a nivel mundial.
Claro que tambi¨¦n hay que reconocer que la creaci¨®n de un sistema financiero mundial fuerte cuenta con la oposici¨®n de muchos pa¨ªses que se niegan a aceptar que el FMI, en su misi¨®n de vigilancia de las pol¨ªticas econ¨®micas particulares, se inmiscuya en sus asuntos internos
P. A este respecto, ?qu¨¦ opini¨®n le merece la propuesta de Miller, secretario norteamericano del Tesoro, para precisamente conceder al FMI una mayor autoridad sobre las pol¨ªticas econ¨®micas de los pa¨ªses miembros?
R. A m¨ª me parece indispensable que el Fondo Monetario tenga la suficiente autoridad a largo plazo para realizar funciones incluso parecidas a las de los bancos centrales. Claro que es dificil, por no decir imposible, que el FMI pueda controlar la circulaci¨®n monetaria y la emisi¨®n de monedas nacionales como lo hacen los bancos centrales. Usted, obviamente, no puede venir y decir: ?Hay que enviar los marines a Brasil para que abandone su pol¨ªtica inflacionista.? Lo que quiero se?alar es que, aunque es necesaria una autoridad central, es imposible, hoy por hoy, imponer pol¨ªticas econ¨®micas, por muy buenas que sean a nivel internacional.
P. ?Hasta qu¨¦ punto el SME puede llegar a ser un sistema plenamente europeo? Y, en su opini¨®n, ?cree que beneficiar¨ªa a Espa?a y a la peseta adherirse de hecho al SME?
R. No hay duda de que la uni¨®n de la peseta al SME beneficiar¨ªa a Espa?a. Yo creo adem¨¢s que es inevitable. Es tambi¨¦n importante, tanto por razones pol¨ªticas como econ¨®micas, consolidar la democracia en Espa?a y, desde luego, la uni¨®n a Europa en todos los sentidos traer¨ªa consecuencias beneficiosas para la econom¨ªa espa?ola, su comercio con la CEE y sus relaciones financieras. Existe adem¨¢s la raz¨®n de los hechos. Espa?a destina un amplio porcentaje de sus exportaciones a Europa, a la vez que los pa¨ªses de la CEE tienen en este pa¨ªs un cliente importante. El entendimiento, en este sentido, por medio del SME y su moneda, el ECU, redundar¨ªa en beneficio de ambas partes.
P. ?Llegar¨¢ a ser alg¨²n d¨ªa el ECU una moneda de reserva? R. El ECU no debe llegar a ser una moneda de reserva mundial, que debe buscarse en otra unidad de cuenta; quiz¨¢ los derechos especiales de giro.
P. ?Y como medio de pago del petr¨®leo?
R. En este aspecto tenemos el problema del d¨®lar como moneda internacional y como unidad de pago del petr¨®leo. Aqu¨ª s¨ª que padecemos la suerte del d¨®lar. As¨ª, cuando el d¨®lar se mantiene, existe una cierta estabilidad en los precios del crudo; pero cuando est¨¢ bajo, los pa¨ªses de la OPEP incrementan el precio. Pero como el d¨®lar var¨ªa seg¨²n sea el ,d¨¦ficit norteamericano, no hay m¨¢s remedio que buscar soluciones para la financiaci¨®n de ese d¨¦ficit. Estas soluciones no deben partir de la emisi¨®n de m¨¢s d¨®lares (caso parad¨®jico el de Estados Unidos, que paga sus deudas con m¨¢s papel), sino con remedios eficaces, como la cuenta de sustituci¨®n o los acuerdos internacionales (setelments assets).
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