Seguridad Social, inflaci¨®n y costes
Sin duda alguna, uno de los grandes logros humanos de la sociedad constituye la creaci¨®n de la Seguridad Social. Este paraguas benefactor aten¨²a las inseguridades cotidianas por las que secularmente ha atravesado la humanidad, como son la enfermedad, la vejez, subnormalidad, etcetera. El hecho es que estos innegables beneficios sociales son financiados por unas cuantios¨ªsimas corrientes monetarias y cuyo coste no, viene medido solamente en t¨¦rminos econ¨®micos. Es misi¨®n del economista medir no solamente el coste directo e inmediato de la producci¨®n de un bien o servicio, sino el coste alternativo que supone el haberlo dedicado a otra actividad.Evidentemente, ciertas atenciones, como son la salud, la atenci¨®n de la infancia, etc¨¦tera, se traducen en be?eficio5 que hacen pr¨¢cticamente despreciable el coste de financiaci¨®n; pero tambi¨¦n es verdad que los efectos, que dicha financiaci¨®n tiene sobre el conjunto de la econom¨ªa constituyen grav¨ªsimos costes que comprometen enormemente el futuro suministro de esos servicios, socialmente necesarios. La financiaci¨®n de la Seguridad S¨®cial plantea problemas de paro, en cuanto el empresario contabiliza como coste el pago de las cotizaciones, a la vez que lo repercute sobre el precio del producto. En gran medida, el i)aro y la inflaci¨®n influyen sobre esta epidemia econ¨®mica que contagia todos los sectores de la econom¨ªa. Los presupuestos de la Seguridad Social mantienen un proceso continuo de crecimiento irreversible, al igual que los precios son flexibles al alza y r¨ªgidos a la baja.
Las necesidades sociales
Hay que comprender que el gran colectivo social est¨¢ acosado por una serie de necesidades, vitales unas y complementarias otras, que hacen pr¨¢cticamente inextinguible el cap¨ªtulo llamado gen¨¦ricamente de necesidades sociales. Lo que no es tan amplio es el crecimiento econ¨®mico. En realidad, el comercio de los bienes y servicios puede te¨®ricamente ser contemplado sin la intervenci¨®n del lubricante monetario (es una visi¨®n no real y neutral del dinero).
Es de suponer que la redistribuci¨®n de la riqueza o parte del producto nacional exige previamente que ¨¦ste haya sido prod¨²cido, Dicho de otra forma, que al menos el incremento de la producci¨®n anual de bienes y servicios suministra un incremento paralelo o inferior de bienes y servicios hacia las parcelas no productivas de la econom¨ªa, en este caso a los receptores de la Seguridad Social. Esto no puede ocurrir de otra manera, a no ser que nos movamos en una econom¨ªa monetaria. Al intervenir el dinero en su papel activo tradicional, con frecuencia desestabilizador, ocurre que puede redistribuirse m¨¢s de lo que se ha producido, todo medido no ya necesariamente en riqueza aut¨¦ntica, sino en unidades monetarias.
Limitar los gastos
Todo ello nos lleva a tratar del consabido tema de la inflaci¨®n. El planteamiento anteriormente descrito nos lleva a plantear dos cuestiones: 1) el desequilibrio entre I.a econom¨ªa real y la monetaria en favor de la primera, y 2) el empuje de los costes que la financiaci¨®n de la Seguridad Social supone en el precio de los productos. Es por esto por lo que hay que limitar dr¨¢sticamente los gastos de la Seguridad Social para que permita recuperarse a la econom¨ªa y sea, ¨¦sta capaz -y s¨®lo hasta que sea capaz- de atender en la medida de sus posibilidades, lograda en el crecimiento econ¨®mico, la subida las necesidades de tipo social. Dicho sea en t¨¦rminos grotescos: alimentar la vaca para estar en condiciones de orde?arla luego. Si el bienestar social de la comunidad depende de los bienes y servicios que ¨¦sta consume, riqueza al fin y al cabo, hay que restablecer esta capacidad productiva primero para lograr elevados incrementos reales de bienestar real a la comunidad.
No solucionar¨ªa el problema la sustituci¨®n de las cotizaciones patronales a la Seguridad Social por financiaci¨®n con cargo a impuestos nuevos o incrementando antiguos, porque podr¨ªa suponer des¨®rdenes en la libre asignaci¨®n de recursos, a la vez que podr¨ªa suponer alteraciones en el precio de los productos, caso de que los impuestos sean indirectos.
La pol¨ªtica monetaria, por otra parte, se muestra harto insuficiente para controlar una inflaci¨®n que. se manifiesta de costes y de estructura. Es cierto que existe una gran relaci¨®n entre cantidad de dinero e inflaci¨®n, estudiada ya por Soto, Tom¨¢s de Mercado, etc¨¦tera. Pero la realidad es que lo ¨²nico que hacen las nuevas inyecciones monetarias es financiar las nuevas subidas de los costes provocadas por los salarios, Seguridad Social, la energ¨ªa, etc¨¦tera. En s¨ª y en las actuales circunstancias, la cantidad de dinero no es inflacionista, sencillarnente lub'rica un factor primario y directo de la inflaci¨®n que son los costes. M¨¢s a¨²n: hasta cierto punto, una restricci¨®n monetaria con unos elevados tipos de inter¨¦s constituye un elemento m¨¢s del incremento de los costes con que el empresario se enfrenta y traslada a los productos.
Evidentemente no se trata de manejar la demanda efectiva en el m¨¢s puro estilo keynesiano; se trata de manejar los costes, y uno de ellos es el de la Seguridad Social. Contemplar a la pol¨ªtica monetaria como el instrumento b¨¢sico antiinflacionista es un claro error, ya que si bien se limita el crecimiento de los precios, y no mucho, es a costa de un elevad¨ªsimo coste social, traducido en paro. Por otra parte, hay una grave y penosa incongruencia en la actuaci¨®n de los medios financieros, al ser avaros con el sector privado, altamente productivo, Y generoso con otro que debe de depender de este primero, como es la Seguridad Social, fundamentalmente las pensiones. Esto supone que se limita en gran medida la capacidad de producci¨®n del ¨¢rea de mayor importancia en una econom¨ªa social de mercado para dar recursos-a un sector no productivo.
El pragmatismo de Friedman se ha visto confirmado con el mayor de los fracasos, si bien existe un margen discreto de ¨¦xito en las medidas monetarias. Si no se, controlan las fuerzas que se encuentran detr¨¢s de la inflaci¨®n, las medidas monetarias son in¨²tiles. El Fondo Monetario Internacional explica que no es factible que nuestro pa¨ªs dedique m¨¢s medios a las inversiones si la pol¨ªtica econ¨®mica no cumple cinco condiciones, de las cuales citar¨¦ la primera: moderarlos costes derivados del trabajo (salarios y l¨¢ Seguridad Social). Estimo que el cap¨ªtulo m¨¢s importante es el de la Seguridad Social, ya que si bien una subida de los salarios no es vista con agrado, por otra parte constituyen un aumento de la demanda.
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