Los economistas mundanos y el triunfo de Reagan
El triunfo arrollador del candidato republicano tiene bastante que ver con la aceptaci¨®n de las nuevas ideas econ¨®micas entre el electorado americano. La batalla entre las dos grandes universidades de Chicago y Harvard parece haberse inclinado por los primeros.El libro de Milton Friedman Free to choose ha sido uno de los m¨¢s vendidos este a?o en Estado Unidos y constituye una fiel expresi¨®n de las nuevas ideas econ¨®micas que se abren paso entre lo electores y tambi¨¦n entre los cient¨ªficos.
En las elecciones norteamericanas y en los programas econ¨®micos de los partidos pol¨ªticos las influencias de lo que se ha llamado ?los economistas mundanos? han sido decisivas. Hombres como Burris, Heller, Galbraith, Schultz, Samuelson o William Simon... forman esa corte de economistas que unas veces con una tradici¨®n acad¨¦mica importante y otras sin ella, ascienden a los primeros lugares de la actualidad por su habilidad en presentar, ante el gran p¨²blico, las siempre dif¨ªciles y muchas veces misteriosas cuestiones de la econom¨ªa.
La ascensi¨®n de Milton Friedman no ha sido f¨¢cil, ni mucho menos. Su carrera como economista no fue mete¨®rica, como la de Samuelson. Sus primeros trabajos no despertaron el inter¨¦s acad¨¦mico que los de su colega de Harvard-MIT, y pas¨® bastante tiempo basculando entre las universidades de Columbia y Chicago hasta que su historia monetaria de Estados Unidos le proporcionase una fama dif¨ªcilmente igualada por otros.
La primera excursi¨®n en el campo propio de los ?economistas mundanos? fue el fallido intento de llevar a la presidencia de Estados Unidos al senador Goldwater. Despu¨¦s de aquello vino el Premio Nobel, y sus ideas econ¨®micas no cesar¨ªan de recibir adhesiones.
Milton Friedrnan posee una imagen de hombre conservador que tiene su origen en su aversi¨®n a la intervenci¨®n del sector p¨²blico. Pero me temo que esta es una imagen en trance de cambio. Podremos o no compartir sus ideas monetarias, a m¨ª me suscitan algunas dudas. Podremos considerar que es excesiva su confianza en los mecanismos de ajuste del mercado, que tambi¨¦n a m¨ª me lo parece. Pero creo que es una ingenuidad calificar de conservador a un hombre que afirma lo siguiente: ? Defender la econom¨ªa de libre empresa no es defender a los hombres de negocios, porque ellos son los primeros en querer la libertad econ¨®mica para todos menos para ellos mismos?.
Milton Friedman es, desde luego, un critico feroz de las tradicionales propuestas socialistas sobre el Estado-ben¨¦fico, del bienestar o providente. Pero en ello no est¨¢ solo. Son muchos los economistas que consideran que el socialismo est¨¢ en crisis por aferrarse a esta doctrina. No nos enga?emos: republicanos y dem¨®cratas comparten la responsabilidad de haber montado en Estados Unidos una pol¨ªtica de esta clase. Como laboristas y conservadores lo han hecho en Inglaterra y Franco la inici¨® en Espa?a,
Los primeros en darse cuenta de este fracaso han sido los republicanos. Fallaron al primer intento porque el electorado, adormecido por la propaganda kennedista, no estaba maduro y han arrollado en el momento que han convencido de que el Estado-ben¨¦fico no es la ¨²nica alternativa a la gesti¨®n eficaz de los problemas sociales.
Personalmente me inclino por las soluciones que aporta el movimiento cient¨ªfico de Public Choice, que no es muy del agrado de Friedman, tiene su centro en la Universidad de Virginia, su figura m¨¢s relevante es James Buchanan y pronto conoceremos en Espa?a. Pero esto no enerva el hecho cierto de que el electorado se ha cansado del mito del Estado-benefactor y los republicanos lo han captado. El enga?o estaba destinado a ser descubierto, dir¨ªa el cl¨¢sico, pero el encanto de la aurora me temo que est¨¢ palideciendo a marchas forzadas y el error de no percibirlo se ha pagado en votos.
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