Juan Pablo II, un Papa de compleja personalidad
El cardenal Taranc¨®n explicaba recientemente que para entender la compleja y a veces contradictoria personalidad de Juan Pablo II hab¨ªa que atender a su respeto por las diferentes conferencias episcopales, de cuya mentalidad ¨¦l se hac¨ªa eco sistem¨¢ticamente. Sin embargo, en sus planteamientos se advierten unas constantes que permiten hablar de una mente suficientemente organizada. De su experiencia como ciudadano polaco, Juan Pablo II ha heredado una sensibilidad especial por los derechos humanos. En sus viajes por M¨¦xico, Brasil y Filipinas el Papa polaco repetidas veces ha puesto en situaciones cr¨ªticas a los respectivos Gobiernos, haci¨¦ndose portavoz de los pobres, exigiendo profundas reformas sociales y denunciando los reg¨ªmenes opresores.
Sus m¨¦todos reivindicativos son, sin embargo, los propios de las democracias occidentales: nada de violencias, sino el ejercicio de la voluntad popular. De ah¨ª que su compatriota, el fil¨®sofo ex marxista Kolakowski, vea en ¨¦l un campe¨®n mundial de la democracia. El fen¨®meno Walesa no puede entenderse sin el peso espec¨ªfico de Juan Pablo Il, cuyos buenos servicio han sido repetidas veces solicitados por altos funcionarios del Kremlin. En este punto, Karol Wojtyla est¨¢ ?a media distancia de Varsovia y de Nueva York?, como dec¨ªa un prelado polaco.La otra cara de su personalidad est¨¢ representada por su conservadurismo en temas ¨¦ticos y de disciplina eclesi¨¢stica. En sus casi tres a?os de pontificado se han multiplicado las denuncias de los m¨¦todos contraceptivos, la beligerancia contra el divorcio y el aborto. Otro tanto ocurre con su negativa a aceptar un papel m¨¢s activo de la mujer en la Iglesia y las dificultades que ponen a quienes quieren abandonar el sacerdocio.
Este viajero universal sigue siendo un p¨¢rroco polaco. Su lectura de la historia, y, por tanto, del futuro del progreso poco tiene que ver con la mentalidad occidental, cuya reserva cultural tiene como trasfondo una lucha secular en pos de la autonom¨ªa de la raz¨®n. de la emancipaci¨®n pol¨ªtica y de la secularidad de las instituciones sociales. Juan Pablo II no pasa por esa laicidad. El entiende su nombramiento como una reivindicaci¨®n del ser eslavo. que sue?a con una Europa unida en torno al alma cristiana del Medievo. Dec¨ªa en Giezno. la cuna de la patria polaca: ??No habr¨¢ dispuesto Cristo que este Papa polaco eslavo manifieste ahora la unidad espiritual de la Europa cristiana?? En enero de este a?o nombraba a los santos eslavos Cirilo y Metodio, nuevos patrones de Europa, recalcando con este esto su idea del camino que Europa deber¨ªa emprender.
Misericordia
En su enc¨ªclica Dives in misericordia volv¨ªa sobre el mismo tema, echando mano de la par¨¢bola del hijo pr¨®digo. Esta civilizaci¨®n nuestra, que ha querido edificar su ideal de progreso sobre conceptos laicos de justicia, debe recurrir a la idea cristiana de misericordia si quiere el hombre corregir su ¨®rbita fatal. Late en el fondo una idea pesimista del hombre secular, tan propio de la tradici¨®n eslava, que contradice la voluntad prometeica del hombre occidental, heredero de la Ilustraci¨®n.
Repetidas veces se ha contrapuesto el talante hamIetiano de Pablo VI, presa de una constante duda a la hora de tomar decisiones, con la firmeza doctrinal de Juan Pablo II, que conf¨ªa plenamente en la ortodoxia de la tradici¨®n cl¨¢sica. La consecuencia de esta seguridad doctrinal es el curso de la Iglesia, que muchos califican de involucionismo. Juan Pablo II no parece amigo de experimentos ni de innovaciones internas. Precisamente, y de cara a su pr¨®ximo viaje a Suiza, patria del pol¨¦mico Han K¨¹ng, se ha preparado un movimiento de protesta por parte de quienes no entienden c¨®mo el papa Wojtyla ha concedido dos entrevistas al obispo tradicionalista suspendido a divinis Marcel Lefebvre y no se muestra dispuesto a dialogar con el te¨®logo cr¨ªtico, que sigue siendo. sacerdote de pleno derecho.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.