La Uni¨®n Sovi¨¦tica emprender¨¢ la creaci¨®n de complejos agroindustriales
El vaiv¨¦n de la historia de la pol¨ªtica agraria sovi¨¦tica ha vuelto a una ya vieja idea nunca puesta en pr¨¢ctica: la creaci¨®n de complejos agroindustriales. El lunes -como era de esperar-, el Presidium del Soviet Supremo (Parlamento) de la URSS aprob¨® las medidas para el incremento de la producci¨®n agr¨ªcola establecidas en el pleno del Comit¨¦ Central del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS), celebrado la semana anterior.
La construcci¨®n y puesta en funcionamiento de los complejos agroindustriales har¨¢ realidad un viejo proyecto ya esbozado durante la d¨¦cada Jruschov y que fue, seg¨²n algunos kremlin¨®logos, una de las causas de su derrocamiento. La idea parte de un principio simple: vincular producci¨®n y elaboracion de alimentos en una sola empresa, para evitar los males de la r¨ªgida centralizaci¨®n y la desconexi¨®n entre el campo y la industria alimenticia.As¨ª, los planes quinquenales fijar¨ªan cu¨¢les deber¨ªan ser los resultados finales de cada uno de los complejos agroindustriales y ¨¦stos organizar¨ªan por su cuenta todo el proceso: desde la siembra hasta la elaboraci¨®n, pasando por la recogida y el transporte. De este modo, se disminuir¨ªan tambi¨¦n las p¨¦rdidas de productos, que, seg¨²n c¨¢lculos de expertos occidentales, oscilan entre un 20% y un 50% en el laber¨ªntico camino que va desde el campo hasta la tienda de alimentaci¨®n.
Algunos observadores estiman que este plan para la creaci¨®n de complejos agroindustriales puede dar lugar a cierta resistencia. Por un lado, por razones pol¨ªticas, ya que la r¨ªgida pol¨ªtica centralizadora podr¨ªa sufrir importantes mutaciones.
Los propios responsables de estos complejos podr¨ªan tambi¨¦n mostrar sus reticencias ante la puesta en marcha de estos complejos. Como ya indicaron algunos soviet¨®logos en experiencias liberalizadoras precedentes, algunos dirigentes de explotaciones agrarias e industrias prefieren limitarse a cumplir ¨®rdenes que a generar decisiones dentro de un sistema flexible y, por tanto, m¨¢s propenso a la delimitaci¨®n de responsabilidades. En cualquier caso, los agudos problemas de la agricultura y del abastecimiento alimenticio en la URSS parecen haber obligado al Kremlin a optar por una cierta liberalizaci¨®n.
El ya tan manido -aunque innegablemente heterodoxo- ejemplo h¨²ngaro podr¨ªa ser, quiz¨¢, el modelo que se trate de alcanzar.
El l¨ªder sovi¨¦tico, Leonid Breznev, en sus dos ¨²ltimos discursos dedicados al tema agrario, ha insistido en respaldar al peque?o sector privado de la agricultura sovi¨¦tica, que, con s¨®lo algo m¨¢s de un 1% del terreno cultivable, genera un tercio del total de la produccion agr¨ªcola. Los recelos ideol¨®gicos parecen irse limitando a lo sem¨¢ntico: se sigue hablando de econom¨ªas de apoyo y de explotaciones aux¨ªliares. Pero ya no se discute la importancia de este m¨ªnimo, pero productivo, sector privado.
Esto tiene una indudable importancia psicol¨®gica: los productores privados han tenido sobre s¨ª la espada de Damocles de la recolectivizaci¨®n y, en alg¨²n momento, se les ha llegado a acusar de ser una muestra de regresi¨®n al capitalismo. De este modo, sus actividades estaban cubiertas de cierto tinte de eventualidad, lo que, sin duda, repercut¨ªa sobre sus previsiones y, consecuentemente, sobre su productividad.
Naturalmente, estas medidas liberalizadoras de la agricultura han sido envueltas en una autocomplaciente prosa, seg¨²n la cual los problemas agrarios en la URSS obedecen sobre todo a dos causas: el mal tiempo -o, para entendernos, "la jertinaz sequ¨ªa"- y el aumento de la poblaci¨®n y su capacidad adquisitiva, que ha arrollado a la demanda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.