El pintor escribe sobre la masa
Gala Dal¨ª falleci¨® ayer "rodeada del cari?o y de la atenci¨®n cons tante de Salvador Dal¨ª". El comunicado oficial de la familia y los m¨¦dicos refleja la veneraci¨®n sen tida por el pintor hacia su mujer, reflejada en sus cuadros y en de claraciones, desde su primer en cuentro en Cadaqu¨¦s, en 1929.En su biograf¨ªa, La vida secreta de Salvador Dali, el pintor narra las impresiones con el grupo de surrealistas formado por Paul Eluard, Ren¨¦ Magritte y su esposa y Luis Bu?uel. "Gala me pareci¨® tqner un rostro muy inteligente, pero parec¨ªa estar de muy mal humor y m¨¢s bien enojada de haber venido... Aquella tarde, durante el paseo, habl¨¦ con Gala de cuestiones intelectuales, y se sorprendi¨® en seguida del tes¨®n que desplegaba yo en el reino de las ideas. Hasta que confes¨® que antes, mientr¨¢s beb¨ªamos a la sombra de los pl¨¢tanos, me hab¨ªa tomado por una criatura insoportablemente of¨¦nsiva, a causa de mi cabello untado de cosm¨¦tico y de mi elegancia, en que descubr¨ªa una 'Iustrosidad profesional estilo tango argentino'.
El artista describe con detalle las horas de ese encuentro. "Gala, quien, con una intuici¨®n vital ¨²nica en el mundo, percib¨ªa mis reacciones en todos sus detalles, estaba muy lejos de pensar que yo me hab¨ªa ya enamorado locamente de ella. Pod¨ªa yo ver que su cuniosidad progresaba en una direcci¨®n ineqp¨ªvocamente pr¨¢ctica. Me consideraba un genio -medio loco, pero capaz de gran valent¨ªa moral-. Y ella quer¨ªa algo -algo que ser¨ªa la consumaci¨®n de su propio mito-. Y lo que ella quer¨ªa era algo que, seg¨²n empezaba a pens¨¢rlo, ?acaso s¨®lo yo podr¨ªa d¨¢rselo!".
Desde que Gala le dijo "?Ni?ito m¨ªo!, no nos separemos nunca", estaba destinada a ser su Gradiva, nombre de la hero¨ªna de la novela de W. Jensen, que efect¨²a la cura psicol¨®gica del protagonista. Gala-Gradiva, "la que avanza, mi victoria, mi esposa".
Si todo el libro de Dal¨ª es un poema de amor a Gala, hay un momento especial en que ¨¦l narra la aparici¨®n de la ternura en el conjunto de sus sentimientos por ella. Ya est¨¢n en Cadaqu¨¦s, ya preparan la construcci¨®n de la casa de Port Lligat y "Gala cay¨® enferma de pleures¨ªa, y yo me hund¨ª en tales inquietudes, que por primera vez en mi vida sent¨ª la maciza arquitectura de mi egoismo temblar hasta sus cimientos con ese subterr¨¢neo terremoto de altruismo sentimental. ?Acabar¨ªa realmente por amarla?". La respuesta la da tambi¨¦n ¨¦l mismo en el terrible final de su libro: "?Gala, t¨² eres la realidad!". "Y, ?Qu¨¦ es el cielo? ?D¨®nde se encuentra? '?El cielo se encuentra ni arriba ni abajo, ni a la derecha ni a la izquierda, el cielo se halla exactamente en el centro del pecho del hombre que tiene fe!' En este momento todav¨ªa no tengo fe y temo que morir¨¦ sin cielo".
El cineasta Luis Bu?uel cuenta en sus memorias, Mi ¨²ltimo suspiro que no guarda buena opini¨®n de Gala, "una mujer a la que siempre he procurado evitar", motivo de desacuerdo con el pintor, cuando ambos preparaban el gui¨®n de La edad de oro. Sin embargo, cincuenta a?os despu¨¦s, Bu?uel anota, que en M¨¦xico so?¨® con ella. "La vi de espaldas, en el palco de un teatro. La llam¨¦ en voz baja, ella se levant¨®, vino hacia m¨ª y me bes¨® amorosamente en los labios. A¨²n recuerdo su perfume y la suavidad de su piel. Este fue, sin duda, el sue?o m¨¢s sorprendente de mi vida".
Babelia
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