Cooperativas en Espa?a
El movimiento cooperativo ha tenido, y sigue teniendo, una importancia vital en pa¨ªses y sociedades tan diferentes como las del norte de Europa, Suram¨¦rica, Italia, Israel, Canad¨¢ o Alemania. Cronol¨®gicamente apareci¨® antes que los movimientos sind¨ªcales; como otra forma de acci¨®n obrera que iba a cumplir un primer plano en las estructuras sociales y econ¨®micas del mundo. El cooperativismo est¨¢ tan alejado del marxismo totalitario como del capitalismo burgu¨¦s. Act¨²a de reglaje del sistema econ¨®mico, abaratando -al suprimir circuitos innecesarios- productos y bienes.
El cooperativismo re¨²ne en s¨ª mismo las notas de empresario y trabajador. El sistema cooperativo limita la remuneraci¨®n del capital, haciendo que se perciba s¨®lo un inter¨¦s fijado de antemano.La mayor proporci¨®n de los beneficios obtenidos por las actividades desarrolladas por las cooperativas van a engrosar el denominado Fondo de Reserva y de Obras Sociales; por ello, la cooperativa es una productora de dinero social. Adem¨¢s, el sistema cooperativista suprime las empresas de econom¨ªa mixta, haciendo obsoletas las nacionalizaciones de empresas y de sectores econ¨®micos. Lleva, pues, a la pr¨¢ctica el ideal socialista..., sin implantar el marxismo ni ceder en el capitalismo.
Dentro de este esquema b¨¢sico, el cooperativismo tiene una regla de oro: un hombre, un voto; mostr¨¢ndose neutral en lo pol¨ªtico y profesional.
En Espa?a, el sistema cooperativo se encuentra sumido hasta la fecha en una situaci¨®n de total abandono por parte de los poderes p¨²blicos, los cuales no solamente le han negado el m¨¢s m¨ªnimo apoyo, sino que le han puesto una serie de obst¨¢culos hasta conseguir hacerle pr¨¢cticamente imposible su desenvolvimiento.
Precisamente en unas tierras donde el cooperativismo ha crecido como parte integrante de las propias costumbres, como es el caso del Pa¨ªs Vasco, Catalu?a, La Mancha o del Pa¨ªs Valenciano. En una naci¨®n donde se han creado cooperativas que han servido de modelo al resto del mundo, y? donde fuimos capaces de elaborar y aplicar una ley de Cooperativas que ha marcado un hito en la normativa mundial sobre la materia.
Nos estamos refiriendo a la ley del 9 de septiembre de 1931, que fue elaborada por expertos de muy distintas ideolog¨ªas en el seno del famoso Instituto de Reformas Sociales. En ella se ha inspirado la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses, tanto europeos como americanos, siendo a¨²n recordada con nostalgia por los viejos cooperativistas vascos, catalanes, manchegos o levantinos.
Un movimiento controlado
Acabada la guerra civil, el nuevo r¨¦gimen elabor¨® una nueva ley, de fecha 2 de enero de 1942, y su reglamento del 11 de noviembre de ese mismo a?o. El cooperativismo se subordin¨® a "los intereses nacionales". Sometiendo a las cooperativas a la tutela absoluta del sindicalismo oficial. A tal efecto, se cre¨® la Obra Sindical de Cooperaci¨®n, cuyo ¨²nico fin era controlar el movimiento cooperativo, limitando lo m¨¢s posible su eficacia en la pr¨¢ctica.
L¨®gicamente, el contexto pol¨ªtico, social, cultural y econ¨®mico de esos a?os no daba cabida en su interior a un sistema tan avanzado socialmente y tan progresivo en la distribuci¨®n de bienes y riquezas.
Consecuencia de todo ello, y salvo excepciones contadas, como es el caso de Mondrag¨®n, se consigui¨® yugular el cooperativismo a fuerza de emplearlo como f¨®rmula sustitutiva en negocios de escasa viabilidad, o en aquellos otros en que el capital no vislumbraba una rentabilidad r¨¢pida y segura para sus inversiones. Todo ello remachado con una labor de descr¨¦dito, a la que las cooperativas de viviendas prestaron -mal dirigidas, sin un asesoramiento serio y sin fiscalizaci¨®n alguna- toda su colaboraci¨®n. Mientras, cerca de 15.000 cooperativas, que hab¨ªan crecido contra corriente con sus propios y limitados medios, sin ning¨²n tipo de ayudas, demostraban que el esp¨ªritu cooperativista no se pod¨ªa acallar.
Ante esta situaci¨®n, la Administraci¨®n p¨²blica dict¨®, el 19 de diciembre de 1974, una nueva ley de Cooperativas, algo m¨¢s adaptada a los nuevos tiempos, y que borraba algunas de las cortapisas que imposibilitaban nuestra entrada en los organismos cooperativos internacionales.
Con este paso parec¨ªa que los malos tiempos pasaban. La realidad, en cambio, ha sido muy otra. Tuvieron que transcurrir m¨¢s de cuatro a?os para que apareciera en el BOE el correspondiente reglamento. De esta manera se consigui¨® paralizar la t¨ªmida reforma.
Ante esta situaci¨®n, la Constituci¨®n espa?ola de 1978 reconoce taxativamente en su articulado la necesidad del cooperativismo en la sociedad espa?ola actual, al establecer su art¨ªculo 129 que los poderes p¨²blicos fomentar¨¢n, mediante una legislaci¨®n adecuada, las sociedades cooperativas".
Hasta el momento, la ansiada reforma de acuerdo con lo establecido por la norma constitucional no se ha llevado ala pr¨¢ctica.
El anterior partido gubernamental, UCD, elabor¨® un proyecto de ley de sociedades cooperativas que fue remitido al Congreso de los Diputados en el mes de mayo de 1980, y que no ha sido informado por la correspondiente ponencia hasta el pasado mes de mayo de 1982. Dicho proyecto es una t¨ªmida reforma que deja inc¨®lumes los graves problemas que el sistema tiene actualmente y que ya hemos apuntado.
Ante esta situaci¨®n, el PSOE se enfrentar¨¢ ante el hecho, ya casi consumado, de tener que aprobar un texto legal elaborado con unos criterios claramente restrictivos y recesivos en lo social, econ¨®mico y pol¨ªtico o, por contra, elaborar otra normativa adecuada a los nuevos tiempos, tecnificando, prestigiando y haciendo m¨¢s arraigada la f¨®rmula cooperativa.
En este sentido, el presidente Gonz¨¢lez M¨¢rquez ha anunciado en la sesi¨®n de investidura que presentar¨¢ en 1983 un proyecto de ley de cooperativas agrarias. Sin. embargo, estimamos que deber¨ªa articularse una ley general de cooperativas, pues algunas de ellas, como son las de viviendas, ya han adquirido un desarrollo muy importante.
25.000 cooperativas
M¨¢xime teniendo en cuenta que actualmente existen en nuestro pa¨ªs m¨¢s de 25.000 sociedades cooperativas, de las que s¨®lo aproximadamente el 20% son agrarias. Este importante n¨²mero de cooperativas ha crecido contra corriente y dan trabajo a dos millones de espa?oles en todos los sectores econ¨®micos, y ello sin contar los puestos de trabajo inducidos, donde, como en el caso del sector de la construcci¨®n de viviendas, es una magn¨ªfica f¨®rmula de paliar el paro existente en Espa?a.
Confiarnos en que nuestros actuales gobernantes, a la mayor brevedad, y conscientes de la importancia que para este pa¨ªs tiene el cooperativismo, lo impulsen administrativamente y apoyen financieramente, haciendo realidad el que desarrollemos nuestras ideas, sin desvirtuarlas, m¨¢xime cuando han inspirado legislaciones y actuaciones en otros pa¨ªses.
Jos¨¦ Luis Guinea y Santiago L¨®pez Ramos son abogados, especialistas en cooperativismo y urbanismo.
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