El teatro de La Fenice se visti¨® de gala para rendir un homenaje cinematogr¨¢fico a Ingrid Bergman
Una fiesta casi privada, celebrada en el teatro de La Fenice, ha sido la apertura oficiosa de la semana y media larga de proyecciones, exposiciones y actos culturales de todo tipo que componen la Mostra de Venecia. En ella las gentes del mundo del celuloide y de la alta sociedad rindieron anteayer por la noche homenaje a Ingrid Bergman. La apertura ayer mismo dio paso ya a las sucesivas exhibiciones de filmes que hoy empiezan, mientras calles y canales se llenan de viejos y nuevo personajes, directores y actores, y un fulgor anualmente renovado prende en los reflejos tan cinematogr¨¢ficos de las aguas.
Supongo que, por primera vez en su historia, ha subido al escenario del teatro de La Fenice un presidente de los Estados Unidos. Claro que se trata de un viejo actor y el motivo de que su imagen apareciera en la pantalla habl¨¢ndole directamente al p¨²blico era, a un mismo tiempo, sentimental y ben¨¦fico. Ronald Reagan recordaba a Ingrid Bergman, homenajeada por la ciudad de Venecia, y lo hac¨ªa bajo el patrocinio de la Cruz Roja.El acto consisti¨® en una serie de parlamentos acompa?ados de proyecciones en las que era protagonista la actriz sueca. El director de todo el espect¨¢culo era Giuliano Montaldo, el hombre de Sacco e Vanzetti, prototipo del cineasta italiano de izquierdas y politizado. En esta ocasi¨®n -gajes de oficio- no se le exig¨ª a que organizara grandes manifestaciones sindicales para filmarlas, ni que mostrara los entresijos mafiosos de la pol¨ªtica americana, sino que procurara que las palabras de Reagan llegaran con la mayor nitidez.
Como todos los actos de beneficiencia de lujo, el de La Fenice cont¨® con la asistencia de un brillante p¨²blico internacional, mescolanza de jet-set y profesionales de la escena. Gregory Peck y Charlton Heston eran la encarnaci¨®n de los galanes de otra ¨¦poca, de la misma manera que Olivia de Havilland y Claudette Colbert simbolizaban las rivales de Ingrid Bergman en la ¨¦poca dorada del star-system. Para evitar que el teatro adquiriera connotaciones de asilo geri¨¢trico vinieron tambi¨¦n Liza Minelli y Dodley Moore, que se entremezclaban con Paloma Picaso y el pr¨ªncipe Alberto de M¨®naco, que hac¨ªa las delicias de los reporteros gr¨¢ficos al dejarse fotografiar junto a la bell¨ªsima Dalila di Lazzaro. Walter Matthau, Roger Moore y Audrey Hepburn eran los representantes de la generaci¨®n intermedia.
El homenaje de Ingrid Bergman acab¨® con el estreno mundial del primer cap¨ªtulo de la biograf¨ªa de Golda Meir. Fue el ¨²ltimo trabajo cinematogr¨¢fico de la actriz, ya muy enferma pero satisfecha de trabajar a¨²n. Ninguna compa?¨ªa acept¨® asegurarla, ya que era de dominio p¨²blico que su vida estaba acab¨¢ndose, pero eso no impidi¨® que cumpliera un plan de rodaje dur¨ªsimo y hoy est¨¦n disponibles las cuatro horas de im¨¢genes con las que se pretende ensalzar a la estadista israel¨ª.
La se?ora Fanfani, esposa del antiguo presidente del Consejo de Ministros italiano, era la organizadora de esta velada para gente con pedigree. Los beneficios estaban asegurados desde el momento en que una de las cadenas privadas de la televisi¨®n italiana compr¨® la exclusiva para su emisi¨®n el d¨ªa 6 de septiembre.
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