La CEE sald¨® con un fracaso sus intentos de resolver los problemas internos y dar una salida a la ampliaci¨®n
ENVIADOS ESPECIALESEl presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, asegur¨® que era favorable a la ampliaci¨®n, pero que defend¨ªa con igual ah¨ªnco los "justos intereses de los productores y agricultores" de su pa¨ªs. Mitterrand habl¨® de dar "en breve plazo" una respuesta negativa o positiva al anhelo de Espa?a y Portugal de ingresar. El presidente de la Comisi¨®n Europea, Gaston Thorn, dijo que la crisis abierta en la CEE ten¨ªa un car¨¢cter "existencial". La falta de acuerdo sobre el aumento de los recursos propios prefigura una crisis financiara para el a?o pr¨®ximo.
"Este hecho es impresionante: no hemos logrado ponernos de acuerdo sobre ninguno de los puntos de la actividad de la CEE, y particularmente sobre ninguno de los puntos de su actividad econ¨®mica", sentenci¨® en tono grave Andreas Papandreu, primer ministro griego, que presidi¨® los tres d¨ªas de reuni¨®n de la cumbre europea, clausurada ayer. Por primera vez en lo que se viene a llamar Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno, los diez se separaron sin una sola l¨ªnea de comunicado final. "Es la crisis m¨¢s grave de la Comunidad", enfatiz¨® el presidente de la Comisi¨®n Europea, Gaston Thorn.
Todos los mandatarios se refirieron expl¨ªcitamente al fracaso de esta reuni¨®n. Pero quiz¨¢ la valent¨ªa de reconocer p¨²blicamente la falta de acuerdo y no arroparla con buenas y vac¨ªas palabras es un signo de que los diez han comenzado a plantearse con seriedad los problemas. La crisis ha tocado fondo. Tanto que Papandreu mencion¨® la necesidad de convocar una reuni¨®n como la de Mesina, que en 1955 cre¨® las condiciones para el nacimiento de la CEE.
La apat¨ªa era tal que ni siquiera se produjeron los enfrentamientos tan duros de otras ocasiones entre la Dama de Hierro (Margaret Thatcher) y el Hombre de M¨¢rmol (Fran?ois Mitterrand). Todo qued¨® en peque?as escaramuzas dial¨¦cticas.
Debates t¨¦cnicos
Los debates, si se pueden llamar as¨ª, giraron en torno al problema de la contribuci¨®n brit¨¢nica, el control de los desbordantes gastos agr¨ªcolas y el aumento de los recursos financieros de la comunidad, al borde de la asfixia presupuestaria. La CEE, en efecto, puede agotar sus fondos en 1984, a?o, adem¨¢s, de elecciones al Parlamento Europeo. El presidente de ¨¦ste, Piet Dankert, manifest¨® que "Atenas es, de hecho, la manifestaci¨®n de la par¨¢lisis de la Comunidad", y pidi¨® un mayor papel para su Parlamento. La lucha institucional est¨¢ ya plenamente abierta. El pr¨®ximo d¨ªa 15, el Parlamento Europeo decidir¨¢ sobre el presupuesto para 1984 "a la luz de la apreciaci¨¦n que har¨¢ de los resultados" de Atenas.
Aqu¨ª, todos se mantuvieron en las trincheras que hab¨ªan cavado el primer d¨ªa y nunca lleg¨® a arrancar realmente una negociaci¨®n en regla. Varias delegaciones se mostraron al final apesadumbradas de no haber hecho concesiones para salvar el en¨¦simo acuerdo propuesto por los griegos. Pero el arrepentimiento lleg¨® tarde.
Los efes de Estado y de Gobierno, uno tras otro, se quejaron con arriargura de tener que abordar temas t¨¦cnicos -como los montantes compensatorios monetarios o la suspensi¨¦n de la intervenci¨®n para 12. leche en polvo descremada-, cuando ellos est¨¢n en el mundo para dirimir asuntos de alta pol¨ªtica. As¨ª, su irritaci¨®n creci¨® en la primera jornada, dedicada exclusivaniente a discutir el orden del d¨ªa y, la reforma de la protecci¨®n al sector l¨¢cteo.
Nadie en p¨²blico quiso culpar a nadie, pero muchos dedos, entre ellos franceses, apuntaban a Margaret Thatcher, acus¨¢ndola de rigidez. La Dama de Hierro insisti¨® una y otra vez en plantear, como condici¨®n previa a un acuerdo sobre el paquete de la cumbre de Stuttgart, que se llegara a una soluci¨®n permanente al problema de la contribuci¨®n brit¨¢nica al presupuesto de la CEE, que Londres considera excesiva en relaci¨®n a lo que saca. Los otros nueve reconocen la existencia del problema, pero no logran un consenso sobre su resoluci¨®n.
Los brit¨¢nicos acusan, principalmente a Francia y a Italia, de no querer reducir seriamente los excedentes agr¨ªcolas, sino, por el contrario, "buscar nuevos y crecientes impuestos para financiar crecientes excedentes", seg¨²n manifest¨® Thatcher. El problema no tiene asideros, pues en esta negociaci¨®n -subvenciones agr¨ªcolas, aumento de los recursos propios, su distribuci¨®n, la ampliaci¨®n- todo est¨¢ ligado. La verdadera llave la tiene la RFA, que con su riqueza controla el caudal de unos fondos que no quiere abrir sin garant¨ªa de mayor racionalizaci¨®n en el gasto.
Varias concepciones
Para Gaston Thorn, se ha evidenciado "la ausencia de una concepci¨®n com¨²n de lo que es la Comunidad" en un momento hist¨®rico de crisis econ¨®mica. Para Papandreu, no ha habido adaptaci¨®n de la antigua "Europa de los seis, la de la prosperidad, a la Europa de hoy, polarizada entre ricos y pobres".
El fondo del debate estriba en la oposici¨®n entre dos concepciones: una Europa liberal y puramente comercial (la brit¨¢nica) y una Europa proteccionista (la francesa). Pero si los participantes en esta bochornosa cumbre hablaron de "limpiar las escorias del pasado", como dijo Wilfried Martens, no llegaron nunca a plantearse un relanzamiento de la comunidad. Daba la sensaci¨®n de estar en un mercado en el que cada uno s¨®lo quer¨ªa ganar lo suficiente para ese d¨ªa y en el cual "toda cuesti¨®n se convierte en pretexto de conflicto".
Como dijo Papandreu, tras manifestar que "si la tarta es peque?a, cada trozo ser¨¢ m¨¢s peque?o".
Tras 27 reuniones de estos consejos europeos, se cuestiona su eficacia. Desde la crisis de Dubl¨ªn de 1979, no han logrado dar un solo paso hacia adelante en la construcci¨®n europea. Thorn se quej¨® de la necesidad de recurrir a la unanimidad para lograr un acuerdo. Pero en los pasillos tambi¨¦n cundieron las cr¨ªticas contra una comision europea que en tenas ha sido incapaz de aportar nada sustancial a los debates.
Incapacidad institucional
As¨ª como en los a?os sesenta la Comunidad se vio abocada a una crisis de voluntad pol¨ªtica cuando el general De Gaulle paraliz¨® la vida de esta instituci¨®n con su pol¨ªtica de silla vac¨ªa por motivos nacionalistas, la CEE se ve ahora paralizada por un problema de incapacidad institucional. Mitterrand est¨¢ sopesando la posibilidad de convocar una cumbre extraordinaria en enero, de la que Thatcher no se muestra partidaria, pues prefiere los canales normales de negociaci¨®n.
Todo el mundo alab¨® los esfuerzos de la presidencia de la CEE tal y como la llev¨® Grecia, y que a partir del 1 de enero ostentar¨¢ Francia. ?sta comenzar¨¢ su labor sobre la base de la ¨²ltima propuesta de compromiso que dejaron los griegos sobre la mesa.
Las ruinas de Atenas es el t¨ªtulo significativo de una ¨®pera de Beethoven. Compuso su apertura, pero nunca la culmin¨®. ?sta es la visi¨®n pesimista, que contrasta con los optimistas, para quienes "todo parto es largo, sobre todo el de un elefante con larga memoria". As¨ª, los esfuerzos de cinco meses de consejos especiales preparatorios, que congregaron a 30 ministros a la vez, pueden no haber sido vanos. "No es sorprendente que hayamos tenido que celebrar esta reuni¨®n para poder convocar otra con ¨¦xito", profetiz¨® Margaret Thatcher.
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