Gulf Oil Corp., o la 'hermana' desaparecida
Comprar crudo en Wall Street es m¨¢s barato que buscarlo en el subsuelo
En el principio eran las siete hermanas: Exxon, British Petroleum, Royal Dutch-Shell, Texaco, Gulf Oil, Mobil Oil y Standard Oil of California. Casi 30 a?os despu¨¦s de que Enrico Mattei, el que fuera presidente del ENI italiano, acotara el calificativo de siete hermanas como referencia de las grandes firmas mundiales del petr¨®leo, el guarismo m¨¢gico se ha roto. Las hermanas han perdido a uno de los miembros de la cofrad¨ªa, o mejor, se lo han engullido, y el futuro de las seis no podr¨¢ ser ya sino un p¨¢lido reflejo del pasado esplendor de las siete. Los tiempos han cambiado demasiado para la industria del oro negro. Tanto como para desmentir la frase lapidaria de Anthony Sampson, quien en su cl¨¢sico estudio sobre las grandes petroleras se?alaba que, "como en el caso de las m¨ªticas hermanas convertidas por Zeus en estrellas, ¨¦stas parecen haber adquirido tambi¨¦n el don de la inmortalidad". Aspiraci¨®n falsa en el caso de Gulf Oil, la hermana desaparecida.
La absorci¨®n de Gulf por Socal no es sino la ¨²ltima de las grandes operaciones en la fiebre de fusiones que parece haberse apoderado de la industria petrolera mundial, especialmente la norteamericana, viniendo a producirse a las pocas semanas de otra operaci¨®n millonaria de similares caracter¨ªsticas, cual fue la fusi¨®n Texaco-Getty, y seguramente no ser¨¢ la ¨²ltima. Ian Hargreaves y William Hall se?alaban el pasado 27 de enero en el diario econ¨®mico Financial Times que las perspectivas de las elecciones presidenciales de noviembre pr¨®ximo en Estados Unidos parecen haber convencido a los hombres del petr¨®leo de que 1984 puede ser el ¨²ltimo a?o de manga ancha de Washington en el tema de la legislaci¨®n antitrust. Son los mismos que recuerdan con absoluta claridad los d¨ªas en que grande significaba malo tanto en la colina del Capitolio como en la Casa Blanca.
V¨ªctimas de la especulaci¨®n burs¨¢til
Esta no es una fiebre de s¨¢bado noche, sino un movimiento de fondo que viene a revelar la larga crisis de unas empresas que hace tiempo vivieron sus mejores d¨ªas. Gulf Oil, como Texaco, viene desde hace a?os asistiendo al descenso paulatino de sus reservas de crudo, vendiendo anualmente m¨¢s petr¨®leo del que es capaz de localizar en nuevos hallazgos. Pero adem¨¢s esta fiebre conoce el sarpullido de los especuladores de Wall Street. Las todopoderosas siete hermanas est¨¢n demostrando al final ser fr¨¢giles piezas a merced del filibusterismo especulativo de cualquier grupo minoritario de accionistas. En este hurac¨¢n de fusiones hay JR en la mejor tradici¨®n de Dallas, nuevos bucaneros a la caza de consejos de administraci¨®n adormilados en sus poltronas, cazadores de recompensas en forma de revalorizaciones especulativas de acciones, tramposos, chantajistas, buenos y malos.
As¨ª, lo que ha causado el asombro de la mayor¨ªa de los expertos, por encima de la cifra involucrada, 13.000 millones de d¨®lares, capaz de hacer mover al alza a los tipos de inter¨¦s a corto en EE UU o de hacer tomar cartas en el asunto a la Reserva Federal para controlar la oferta monetaria b¨¢sica, es el hecho de que una compa?¨ªa como GuIf, que hace todav¨ªa pocos a?os impon¨ªa casi un control absoluto sobre el suministro mundial de petr¨®leo y sus precios, haya sido forzada a un matrimonio de penalti con Socal por culpa de las maniob as de un grupo de inversores que controlaban el 13,2% de las acciones, grupo comandado por T. Boone Pickens, el Walter Raleigh de esta historia, presidente de Mesa Petroleum Co., una peque?a firma situada en el puesto 929 en el ranking del sector.
Existe, sin embargo, un s¨®lido argumento de fondo tras el movimiento s¨ªsmico que hace temblar los cimientos de las grandes firmas del petr¨®leo. Thomas J. Lueck, de The New York Times News Service, lo se?alaba en d¨ªas pasados con toda claridad: "La lucha por la adquis¨ªci¨®n de Gulf debe atribuirse b¨¢sicamente al consenso existente entre los hombres del petr¨®leo y sus banqueros de que el crudo petrol¨ªfero, cada d¨ªa m¨¢s caro de obtener mediante la exploraci¨®n de nuevos yacimientos, puede lograrsem¨¢s barato mediante la compra de otras compa?¨ªas petroleras". Lo que quiere decir que lo que sigue siendo negocio, b¨¢sicamente, en el mundo del petr¨®leo es el crudo, y lo que cambia de manos, por encima de todo, son las reservas de crudo.
Ello vale tanto en el caso de Socal-Gulf como en el de la muy reciente adquisici¨®n, por 10.100 millones de d¨®lares, de Getty Oil por Texaco, otra de las recientes supercompras, o los 5.200 millones de d¨®lares ofrecidos a primeros de a?o por Royal Dutch-Shell por el paquete del 30% de acciones de Shell Oil de EE UU que todav¨ªa no posee. Bart Collins, experto de la revista Petroleum Times, est¨¢ convencido de que se producir¨¢n nuevas absorciones en el sector, en tanto en cuanto contin¨²e la actual fragilidad en la parte m¨¢s baja de la gama de negocios de las firmas. "Hubo un momento en que las empresas trataron de variar su imagen de compa?¨ªas petroleras a compa?¨ªas energ¨¦ticas. Ahora, de hecho, se est¨¢n convirtiendo en compa?¨ªas de recursos".
La clave de la compra de Getty Oil por Texaco hay que buscarla en la creciente ansiedad de esta ¨²ltima ante el r¨¢pido descenso de sus reservas mundiales de crudo y gas natural. Como ocurre con otras de las famosas hermanas, Texaco bombea actualmente fuera del subsuelo m¨¢s crudo del que reemplaza mediante el descubrimiento de nuevas reservas, de forma que, al ritmo actual, quedar¨ªa fuera del negocio petrolero b¨¢sico en el plazo de ocho a?os. Desde 1977, sus reservas probadas de crudo descendieron en casi dos tercios, en parte debido al fin de los acuerdos que manten¨ªa con Ir¨¢n. Pero el gran susto lleg¨® para Texaco en 1979, a?o en que se vio obligada a aceptar una revisi¨®n a la baja de sus reservas en EE UU del orden del 25%.
En 1982 Texaco invirti¨® nada menos que 1.900 millones de d¨®lares en nuevas prospecciones, buena parte de ellos enterrados en la ¨¢spera costa de Alaska, para toparse finalmente con agua en lugar de petr¨®leo. Ello sin contar los cientos de millones empleados en comprar reservas probadas. El pasado noviembre, por ejemplo, Texaco adquiri¨® los intereses en Estados Unidos de la firma canadiense Dome Petroleum. Desde esta perspectiva, el atractivo de la operaci¨®n Getty Oil resid¨ªa para Texaco en que con ella doblaba pr¨¢cticamente sus reservas mundiales de crudo y gas natural, con casi 4.000 millones de barriles, transformando su anterior posici¨®n como una de las hermanas m¨¢s pobres en t¨¦rminos de reservas.
Comprar m¨¢s barato en bolsa
La maniobra de Texaco llen¨® de envidia a sus rivales, que de golpe se dieron cuenta de que es posible encontrar reservas petrol¨ªferas m¨¢s baratas en Wall Street que en la inh¨®spita Alaska. William Ranol, analista financiero neoyorquio citado por Le Monde, asegura que el coste medio actual de descubrir un barril de petr¨®leo se sit¨²a entre 10 y 15 d¨®lares, mientras el precio medio impl¨ªcito de las reservas adquiridas en operaciones burs¨¢tiles no pasa de los cinco d¨®lares el barril. Los directivos de Socal se percataron demasiado arde en la operaci¨®n Texaco-Gety de que un mirlo blanco hab¨ªa basado por delante de sus narices sin enterarse. Y pusieron manos a la obra en torno a Gulf Oil. Una llamada telef¨®nica, a finales de febrero, de James Lee, presidente del consejo de Gulf, a George M. Keller, 60 a?os, tres a?os al frente de Socal como presidente del consejo y director general, acab¨® el lunes pasado con el anuncio de una compra de casi dos billones de pesetas, un anuncio que pone fin a una d¨¦cada de constantes dificultades para Gulf.
El atractivo, tambi¨¦n esta vez, es que las reservas de Gulf (1.968 millones de barriles) rebasan ampliamente las de Socal (1.626 millones). Con las operaciones descritas, tanto Texaco como Socal se acercan a las tres hermanas ricas, Exxon, BP y Shell, dejando descolgada a Mobil. ?Ser¨¢ ¨¦sta la portagonista de la pr¨®xima operaci¨®n multimillonarla en el mundo del petr¨®leo? "Con esta adquisici¨®n queremos por lo menos mantener, sino mejorar, nuestra estructura entre los gigantes de la industria. Por encima de que ganemos o perdamos dinero en esta operaci¨®n, lo que pretendemos es proteger nuestra posici¨®n entre los grandes", ha manifestado George Keller, presidente de Socal.
Si la liebre en la compra de Getty por Texaco fue una modesta compa?¨ªa llamada Penzoil, la de la operaci¨®n Socal-Gulf ha sido otra a¨²n m¨¢s modesta llamada Mesa Petroleum Co., con base en Texas, y m¨¢s que Mesa, su aguerrido presidente, T. Boorie Pickens, un perfecto JR para un Dallas real como la vida misma, un hombre que empez¨® en el negocio del petr¨®leo con 2.500 d¨®lares (375.000 pesetas) de su propiedad,, dispuesto a colarse de rond¨®n por los resquicios de la legislaci¨®n mercantil norteamericana, especialmente en materia de impuestos, ayudado por un agresivo cuerpo de j¨®venes abogados con el inconfundible sello del made in Harvard encima, con los que se hace fotografiar estos d¨ªas en su despacho.
Pickens ha sometido a Gulf Oil a un tremendo asedio durante los ¨²ltimos seis meses, que ha concluido con la rendici¨®n de Gulf en brazos del mejor postor. La t¨¢ctica del petrolero texano, secundada por un grupo de accionistas de Gulf por ¨¦l orquestado, consisti¨® en ir comprando acciones de esta firma. Se hizo as¨ª con 22 millones de tales acciones, el 13,2%, del total, adquiridas a un precio medio de 42 d¨®lares la acci¨®n, ofertando d¨ªas antes de la soluci¨®n definitiva por otro 8,2% del total, al precio de 65 d¨®lares; la acci¨®n. Los movimientos especulativos de Pickens, ayudados por las voces de auxilio del propio James Lee, presidente de Gulf, en busca de un caballero templario capaz de salvarla de las garras de drag¨®n Pickens, puso la cotizaci¨®n a 70 d¨®lares la acci¨®n en Wall Street. T. Boone Pickens, el malo Pickens, estaba ya pidiendo un puesto (in el consejo de Gulf, algo que horrorizaba a los consejeros de la instituci¨®n, amenazando en caso contrario con su querido invento del Royalty Trust.
Pickens no ha conseguido llevarse al final el gato al agua, o al menos todo el gato, pero teniendo in cuenta que Socal ha pagado las acciones de Gulf a 80 d¨®lares, Pickens y sus cuatreros han conseguilo un beneficio de 760 millones de d¨®lares, m¨¢s de 112.000 millones de pesetas, a base de especulaci¨®n pura y simple. El ¨¦xito del presidente de Mesa, naturalmente, es ya una caiga. de dinamita colocada en la l¨ªnea de flotaci¨®n de cualquier gran petrolera. Las alarmas est¨¢n sonando en muchos salones de consejo, especialmente en aquellos cuya cotizaci¨®n en bolsa est¨¢ infravalorada en relaci¨®n con sus activos b¨¢sicos. Otros grupos de inversores, as¨ª como peque?as compa?¨ªas del sector, pueden intentar probar fortuna y sacar buen provecho de las ense?anzas de Pickens. Texaco, por ejemplo, se ha apresurado a pagar a los hermanos Bass, que pasa por ser la segunda familia m¨¢s rica de Tejas tras los Hunts, nada menos que 1.280 millones de d¨®lares, unos 190.000 millones de pesetas, por el 9,9% del paquete de acciones de Texaco que controlaban. De nuevo Dallas en todo su esplendor.
Los expertos estiman que la operaci¨®n Socal-Gulf no tendr¨¢ grandes problemas para pasar la prueba antitrust. Voces airadas se levantan mientras tanto en el Congreso, como la del congresista dem¨®crata por Luisiana, Bennett Johnston, para quien "no es de inter¨¦s p¨²bIico utilizar los recursos crediticios del pa¨ªs para proporcionar escandalosos beneficios particulares, detrayendo esos recursos de usos m¨¢s ¨²tiles". T. Boone Pickens, el malo pickens, debe andar ahora frot¨¢ndose las manos.
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