Despu¨¦s del 29 de abril: un centro amplio
Tras las pasadas elecciones auton¨®micas en Catalu?a, se multiplican los an¨¢lisis y las reacciones. En este art¨ªculo, su autor, l¨ªder liberal, que fue ministro en el primer Gabinete democr¨¢tico de Adolfo Su¨¢rez, defiende la tesis de que es posible en Espa?a una amplia operaci¨®n centrista, que aparece al calor de los triunfos del PNV y Converg¨¨ncia i Uni¨® en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, pero que no debe reducirse, en su opini¨®n, a planteamientos regionalistas o nacionalistas.
El resultado de las recientes elecciones en Catalu?a abre, sin discusi¨®n, y pone en marcha una nueva din¨¢mica pol¨ªtica dentro de la vida nacional. Apart¨¢ndonos de los fervores de las distintas posiciones partidistas y no dej¨¢ndose arrastrar por los mil y un comentarios parciales e interesados que en estos d¨ªas registramos, quiz¨¢ convenga arrojar algo de luz e imparcialidad sobre algunos hechos que pueden pesar en el futuro, de manera considerable, a la hora de encarar los principales problemas de la actual coyuntura hist¨®rica en nuestro pa¨ªs.1. El sistema electoral espa?ol en todas y cada una de las consultas, hasta ahora celebradas, segrega inexorablemente dos grandes fuerzas representativas, una a la izquierda y otra a la derecha, aunque en ning¨²n caso llega a suponer la desaparici¨®n de otros partidos pol¨ªticos menores que tambi¨¦n, en virtud del sistema proporcional, tienen representaci¨®n parlamentaria. Una lectura falsa y forzada de esta realidad lleva a algunos a hablar impropiamente de bipartidismo. S¨ª hay que reconocer, sin embargo, que en cada consulta electoral son siempre dos partidos o coaliciones las que resultan ampliamente respaldadas, pero estas fuerzas no son siempre las mismas -de ah¨ª la falsedad del bipartidismo- y tienden a cambiar de una elecci¨®n a otra.
2. En la izquierda, la hegemon¨ªa del partido socialista sobre el partido comunista parece, por el momento, claramente consolidada, y no es imaginable que en el futuro inmediato pueda producirse una profunda alteraci¨®n.
3. Es en la otra mitad del electorado, donde, hasta ahora, las cosas no est¨¢n de momento tan claras. El centrismo inicial, la derecha conservadora, el PNV y Conv¨¨rgencia han llegado a ser hegem¨®nicos en distintas confrontaciones y momentos electorales desde 1977 hasta nuestros d¨ªas. As¨ª, UCD bati¨® con contundencia a AP en 1977 y 1979; AP triunf¨® con amplitud dentro de este espacio pol¨ªtico en 1982 y otro tanto cabe decir del PNV y CiU en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a.
4. Si consideramos que el PSOE mantiene todas las posibilidades de seguir siendo, durante bastante tiempo, el partido hegem¨®nico del espectro de fuerzas de izquierda en nuestro pa¨ªs y que el PNV y CiU lo ser¨¢n, asimismo, en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, queda, tan s¨®lo por dilucidar qui¨¦n debe y puede ser la fuerza hegem¨®nica en el resto de Espa?a dentro del espacio no socialista en los pr¨®ximos a?os. Para unos, la respuesta es clara: Coalici¨®n Popular. Para otro, el tema queda abierto y piensan de otro modo.
5. En favor de Coalici¨®n Popular est¨¢ la situaci¨®n de su actual representaci¨®n parlamentaria y la garant¨ªa que ofrece su seguridad frente a otros dise?os de futuro, a¨²n no explicitados. En contra, parece tener su connotaci¨®n abiertamente conservadora y autoritaria y su absoluta falta de entendimiento precisamente con las dos mayores realidades pol¨ªticas dentro de Catalu?a y eI Pa¨ªs Vasco, esto es, CiU y PNV. De todo ello se deriva que no se vea c¨®mo Coalici¨®n Popular puede llegar a ser un d¨ªa una alternativa de Gobierno. Hasta el momento no ofrece ninguna posibilidad seria y realista de poder superar al socialismo.
Doble planteamiento
6. Todo ello lleva, en las actuales circunstancias, a un posible doble planteamiento. El de aquellos que pretenden centrar la derecha, es decir, remodelar en profundidad Coalici¨®n Popular para conquistar el centro y tender un puente a las fuerzas nacionalistas, y otro planteamiento muy distinto que aconsejar¨ªa establecer una opci¨®n de centro amplio en nuestro pa¨ªs que pudiera batir al partido socialista, como ya ocurri¨® en otros tiempos. La nueva opci¨®n de centro que algunos imaginamos y deseamos, liberal, reformista y de progreso, podr¨ªa contar inicialmente con un lazo privilegiado de contacto con Convergencia de Catalu?a y deber¨ªa articularse de tal forma que todos los elementos necesarios para potenciar una gran opcion con vocaci¨®n de gobierno tuvieran cabida sin merma de la imprescindible coherencia ideol¨®gica precisa.7. A la hora de d¨¦cantarse por una u otra posici¨®n, dos son, a mi juicio, los criterios que han de tener mayor peso. En primer lugar, ?cu¨¢l de las dos fuerzas tiene m¨¢s posibilidades de vencer al socialismo en 1986? ?La derecha de Fraga, o m¨¢s bien un nuevo centro que contara con el decidido concurso de Convergencia y una cierta entente con el PNV?
En segundo lugar, ?cu¨¢l de las dos posibles alternativas est¨¢ en mejores condiciones de resolver las tres grandes cuestiones hoy planteadas en el pa¨ªs: la cuesti¨®n auton¨®mica con las secuelas del terrorismo, la posici¨®n internacional y la recuperaci¨®n econ¨®mica para conseguir hacer frente al creciente desempleo?
8. Es mi parecer que una opci¨®n amplia e imaginativa de centro estar¨¢ en 1986 en condiciones m¨¢s satisfactorias de encarar con ¨¦xito la resoluci¨®n del triple frente de problemas que antes hemos enunciado y, por ello, de ser una real alternativa al socialismo imperante. Su proximidad a las posiciones de centro vascas y catalanas debe asegurar una mayor fluidez y capacidad de di¨¢logo a la hora de clarificar, y asentar definitivamente la cuesti¨®n auton¨®mica en Espa?a. Las posturas comunes del centro pol¨ªtico, ya expresadas durante el debate parlamentario en relaci¨®n con la OTAN, constituyen un buen ejemplo de la coherencia necesaria para mantener una s¨®lida pol¨ªtica exterior, y por ¨²ltimo, su propia filosof¨ªa econ¨®mica debe asegurar, desde una voluntad de pacto y concierto con las fuerzas sociales, un proceso de recuperaci¨®n basado en la confianza, la libre iniciativa y la desburocratizaci¨®n de nuestra vida econ¨®mica.
La derecha conservadora est¨¢ peor equipada para conducir el proceso auton¨®mico, que requiere una gran dosis de paciencia y una infinita voluntad de negociaci¨®n, y probablemente su hipot¨¦tico triunfo podr¨ªa endurecer, de manera expresa, las posiciones sindicales, haciendo m¨¢s dif¨ªcil la necesaria concertaci¨®n social, como paso previo para iniciar el ansiado proceso de recuperaci¨®n econ¨®mica que con tanta urgencia requiere nuestro pa¨ªs.
9. Una posici¨®n de centro como la que muchos propugnamos debe, a su vez, superar una doble tentaci¨®n. La tentaci¨®n de la confusi¨®n o el vac¨ªo ideol¨®gico, es decir, el oportunismo t¨¢ctico que resultar¨ªa de la mera yuxtaposici¨®n de cabezas y dirigentes con vocaci¨®n personal de protagonismo pol¨ªtico; o lo que ser¨ªa aun m¨¢s grave y arriesgado, esto es, que el nuevo centro se configurase en base a planteamientos nacionalistas o reponalistas de permanente car¨¢cter reivindicativo, mediante la trasposici¨®n de los modelos vasco y catal¨¢n al resto del pa¨ªs. Un centro que en realidad fuera una confederaci¨®n de grupos nacionalistas ser¨ªa un falso centro y har¨ªa a la larga inviable un ¨²nico proyecto en com¨²n de alcance nacional.
Ha llegado la hora, pues, de sentar las bases de ese gran proyecto pol¨ªtico que devuelva al pa¨ªs la esperanza de que puede haber una alternativa democr¨¢tica al socialismo que no suponga un retroceso hist¨®rico sino una garant¨ªa de concordia, de estabilidad y de progreso.
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