Riesgo y desmesura
Peri¨®dicamente, cr¨ªticos y espectadores disponemos el sacrificio de alg¨²n mito o figura, casi siempre de aquel o aquello que lleva demasiado tiempo al otro lado de la frontera de la mediocridad, desafiando con su ¨¦xito y su talento el conformismo reinante. Le sucedi¨® a Cimino con su Puerta del cielo, a Coppola con One from the heart o, remont¨¢ndonos en el tiempo, a Welles con su Citizen Kane o con Magnificent Ambersons, a Stroheim o a Murnau, a todos aquellos que en un momento dado hacen una ostentaci¨®n excesiva de su singularidad. Es m¨¢s: incluso existen apuestas sobre futuros damnificados, listas que pueden encabezar cineastas como Ridley Scott, gente en cuyo triunfo siempre hay un poso de equ¨ªvoco. One from the heart s¨®lo es comparable con los otros t¨ªtulos citados porque comparte con ellos un gusto por la desmesura y la atipicidad. El resultado de la apuesta de Coppola -m¨¢s- de 3.500 millones de pesetas sobre la mesa, el futuro de los estudios Zootrope en juego, y tambi¨¦n dentro del lote el prestigio que con Apocalypse now ya se salv¨® en el ¨²ltimo extremo- es discutible, atractivo y fascinante, pero tambi¨¦n repleto de notas falsas, de elecciones err¨®neas, o ramalazos de cursiler¨ªa. No pod¨ªa ser de otra manera en un filme que tiene como tema u obsesi¨®n el declararle su amor al cine.
Corazonada (One from the heart)
Director: Francis Ford Coppola.Int¨¦rpretes: Frederic Forrest, Teri Garr, Nastassja Kinski, Harry Dean Stanton, Raul Julia, Lainie Kazan. Gui¨®n:Francis Ford Coppola y Armyan Bernstein. Fotograf¨ªa: Vittorio Storaro. Direcci¨®n art¨ªstica: Dean Tavoulari. M¨²sica: Tom Waits. EE UU, 1982. Estreno en Palacio de la M¨²sica.
Artesan¨ªa sentimental
One from the heart es una comedia que remite a la m¨¢nera de explicar la guerra de sexos que ten¨ªa un Hawks, pero es tambi¨¦n un musical minnelliano de rojos encendidos y figuraci¨®n que arranca a bailar en plena calle, aunque tambi¨¦n tiene algo de la artesan¨ªa sentimental de un Curtiz, a quien no en vano se cita expl¨ªcitamente. Son referencias de cin¨¦filo, cargadas de sabidur¨ªa y nostalgia, de admiraci¨®n y conciencia de la imposibilidad de repetir las jugadas. Parece como si Coppola hubiera querido despedirse del cine de anta?o, rendirle un gran homenaje convocando todos los poderes del espect¨¢culo, de la magia del artificio.Pero si mucho hay de homenaje f¨²nebre en el filme, no faltan las propuestas innovadoras. ?stas transitan por dos caminos, el primero de los cuales es el de la calidad de la imagen, tan irreal y fant¨¢stica como los decorados, el argumento o el comportamiento de los personajes. Es ah¨ª donde la electr¨®nica y el v¨ªdeo desempe?an su papel, dibujando un futuro sin profundidad de campo, pero con miles de incrustaciones posibles. El segundo ramal es el de la devoci¨®n por el cine europeo. La secuencia con la Kinski de funambulista as¨ª lo prueba, ya que por unos instantes se dan la mano la m¨²sica y una cierta po¨¦tica felliniana, el decorado y las proyecciones frontales del Syberberg de Hitler, un film de Alemania, y la protagonista del Wenders de Falso movimiento.
Puede que sea la mejor secuencia de la pel¨ªcula, probablemente porque Coppola se siente libre de la obligaci¨®n de ironizar sobre la tradici¨®n cultural americana, con la que mantiene una relaci¨®n de mala conciencia, un poco esquizofr¨¦nica, molesto con ese pasado de comedietas ?o?as que, al mismo tiempo de merecer la abominaci¨®n, eran capaces de emocionar. En la secuencia citada, Frederick Forrest acaba abandonando a Nastassja Kinski. ?se es el error del personaje y de la pel¨ªcula. Ella es el futuro, y no el in¨²til peregrinar tras Teri Garr, una trayectoria, aparentemente err¨¢tica, pero en realidad lineal hacia el pasado, hacia la casa-nicho del matrimonio.
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