La inseguridad social
El conflicto de las pensiones es algo m¨¢s que un detonante o una situaci¨®n l¨ªmite, y bastante m¨¢s a¨²n que la ¨²ltima gota que colma el vaso de m¨²ltiples y continuadas cesiones, hechas en pro de la unidad de la familia socialista.El conflicto de las pensiones tampoco es una prueba de fuerza con la que comprobar si en este pa¨ªs y en su pol¨ªtica econ¨®mica mandan los sindicatos o se las tiene firmes el presidente, se?or Gonz¨¢lez.
Y para acabar con toda esta retah¨ªla de mucho de lo que ese conflicto no es, tampoco es verdad que, en esa discutible medida, tenga que disociarse obligadamente el pensamiento del hombre de Estado, que mira hacia todo el pa¨ªs, de quien tiene que representar y salvaguardar los intereses generales, frente a los que se ven reducidos a sectorizar su representaci¨®n y defensa, para una clase bien determinada.
El conflicto de las pensiones, su reforma, no es disociable de esas otras reformas que se dirigen a suprimir la pr¨®rroga legal de los contratos de arrendamiento urbano o permiten la modificaci¨®n unilateral del destino del local arrendado; tampoco es separable de la flexibilizaci¨®n de plantillas, de la dura reconversi¨®n industrial, de las cada d¨ªa m¨¢s frecuentes desgravaciones fiscales, de las generalizadas reducciones de la cuota de la Seguridad Social o de las fabulosas inversiones p¨²blicas en el saneamiento empresarial.
Vamos a poner las cosas en su sitio. Analicemos seriamente el porqu¨¦ y el para qu¨¦ del verdadero problema. El presupuesto del Estado es el reflejo de una pol¨ªtica bien concreta, pues con el juego de sus cifras, con sus equilibrios, pone de manifiesto unas prioridades, la valoraci¨®n de unas necesidades y la toma de postura por unos u otros intereses, se vista como se vista y se adorne o no con la grandilocuencia de la racionalidad, de la modernidad, de los grandes intereses de la patria y del sentido de naci¨®n.
Recuperar los beneficios
Y las cuentas salen clar¨ªsimas. El presupuesto del Estado, y en suma la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobier no y del partido que lo sustenta, han apostado primordialmente por la recuperaci¨®n de la tasa de ganancia, del beneficio o de la plusval¨ªa del sector financiero e industrial de este pa¨ªs, creyendo que, de alcanzarse ¨¦sta, ello producir¨¢ tres grandes objetivos: la profundizaci¨®n y estabilizaci¨®n de la democracia; la salida de la crisis econ¨®mica con la dinamizaci¨®n de la producci¨®n, de la demanda y la creaci¨®n de empleo, y la instalaci¨®n del pa¨ªs en el concierto internacional con plena personalidad, soberan¨ªa y sin dominaci¨®n econ¨®mico-pol¨ªtica alguna.
A ello obedecen todas las medidas, sobre las cuales hay que dejar de lado los adjetivos y la bizantina discusi¨®n de si son reaccionarias o liberales, de si son m¨¢s o menos socialistas y de si son m¨¢s o menos audaces por la influencia que ejerzan en el propio electorado.
El presupuesto del Estado, aqu¨ª y ahora, se ha colocado al servicio de los intereses del empresariado, de sus beneficios materiales, de su filosof¨ªa de valores y del sistema pol¨ªtico capitalista nacional e internacional. Negar esto es ser ciego o ser un falsario. Y para quienes han tomado la decisi¨®n debe ser as¨ª. Para ello se ha hecho un reajuste de caballo, sacando de dicho presupuesto la ingente financiaci¨®n de la reconversi¨®n industrial, la no menos sabrosa de la bancaria, la destinada a la impulsi¨®n de la industria electr¨®nica y, en suma, la de la mayor¨ªa del aparato productivo privado, al que adem¨¢s se le est¨¢ paulatinamente eliminando toda clase de competencia del sector p¨²blico por la f¨¢cil v¨ªa de su supresi¨®n o privatizaci¨®n y del privado por medio de las quiebras y suspensiones de pago de los no seleccionados o bienquistos.
Para mantener ese modelo de sociedad, la filosof¨ªa de la esa mal llamada econom¨ªa libre de mercado, a la que sirve como anillo al dedo el sistema constitucional parlamentario de democracia delegada, se ha configurado, con y desde el presupuesto del Estado, un sistema institucional que se ve con expresa claridad interaccionando la ley electoral, la de financiaci¨®n de partidos y sindicatos, la regulaci¨®n de las autonom¨ªas, la de r¨¦gimen local, las leyes de Educaci¨®n y de Universidad, y la ley de reforma de la funci¨®n p¨²blica, entre otras.
CEE y OTAN
Y para mantener la vigencia de todo ello se ha producido la l¨®gica incardinaci¨®n econ¨®mico-b¨¦lica en el Mercado Com¨²n y en la OTAN, que es absolutamente cierto que son su corolario indispensable.
Pero as¨ª como las cuentas est¨¢n claras 31 las cifras son contablemente contempladas, la realidad, sin embargo, va por otro lado. Resulta que de la crisis econ¨®mica no se sale; que el paro aumenta y va a seguir aumentando, entre otras cosas, porque las nuevas relaciones industriales se apoyan m¨¢s en la automatizaci¨®n y en la m¨¢quina que en el factor humano; vemos crecer el n¨²mero de marginados y marginales; se reduce el sector de servicios sociales; aumenta la miseria en grandes capas de la poblaci¨®n, y ello, aunque la represi¨®n institucional trate de evitarlo y de ocultarlo, va a crear una situaci¨®n realmente explosiva cuando del pasotismo y de la insolidaria inhibici¨®n se salte conscientemente a la puesta en cuesti¨®n de todo este entramado, pues para que funcione la adormidera de la sociedad de consumo se exige que haya al menos consumo, y si ¨¦ste falta, con ¨¦l desaparece el consumo en que toda sociedad se basa. Y as¨ª se debilita d¨ªa a d¨ªa el cr¨¦dito en las instituciones democr¨¢ticas.
El papel de las minor¨ªas
La incorporaci¨®n modernizadora a la Europa de los capitales y de los misiles, parad¨®jicamente, agudiza a¨²n m¨¢s la necesidad de seguir recortando el presupuesto de lo conveniente y necesario hacia lo obligado, lo malversador y dilapidante, y cada d¨ªa vamos enterrando y enterrando m¨¢s millones de d¨®lares en chatarra b¨¦lica, con lo que menos d¨®lares hay y habr¨¢ para pensiones, hospitales, escuelas, cooperativas, viviendas.
Y para justificar toda esta locura se dice que no hay alternativa, y esto es lo m¨¢s grave de la posici¨®n, porque traslada a dogina de infalibilidad la ceguera o el desprecio hacia otros valores, descalificando a quienes sabemos y bien claro que hay otras alternativas para racionalizar y desprivatizar el presupuesto, para poner delante de verdad los bueyes y luego la carreta; para volver, aunque parezca rid¨ªculo, ingenuo, ut¨®pico, a reordenar una sociedad en la que paguen m¨¢s los que m¨¢s tienen, reciban la general solidaridad los que siempre han estado privados de todo, donde se gaste el patrimonio co m¨²n en necesidades comunes y en la que nuestro trabajo y esfuerzo quede aqu¨ª, para impulsar nuestro progreso y no para alimentar los imperiales sue?os, te?idos de sangre humana, del nuevo fascismo que alborea y que recupera hasta un lenguaje que deb¨ªa estar olvidado, plagado de totalitarismo, de generalizaci¨®n demag¨®gica y un hacer pol¨ªtico-tecnocr¨¢tico en el que el bosque de las cifras no deja ver los j¨®venes ¨¢rboles abandonados y comidos por la maleza y donde se talan los viejos troncos porque estorban a los fabricantes de cemento, acero y destrucci¨®n de las modernas ideolog¨ªas del colonialismo y el imperio.
Las minor¨ªas, no responsables del poder, tenemos hoy como b¨¢sico papel s¨®lo nuestra palabra; pero este reducido papel no puede abandonarse para que cuando pase el coyunturalismo pragmaticista su ca¨ªda no arrastre con ¨¦l ni valores ni siglas, comportamientos ni talantes que nada tienen que ver con aquello que soportamos no pacientemente, sino cr¨ªticamente, sabiendo serenamente que la alternativa existe, por poca fuerza que hoy tenga y dif¨ªcil que sea hasta su explanaci¨®n y su difusi¨®n. El socialismo no caricaturizado sigue siendo afortunadamente otra categor¨ªa de valores, otra racionalidad, otra opci¨®n; en suma, otra pol¨ªtica, y no ser¨ªa,bueno que le prestara su nombre a lo que precisamente trata de erradicarlo, desde el totalitarismo negador de la libertad humana o desde el liberalismo negador de su dignidad y su fraternidad.
Reformar efectos y dejar intocadas las causas es la gran apariencia del reformismo consolidador y saneante que fortalece el sistema en lo pol¨ªtico, lo econ¨®mico y lo ideol¨®gico.
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