Despu¨¦s del 20 de junio
La jornada de movilizaci¨®n general que CCOO va a desarrollar conjuntamente con otras fuerzas sociales el pr¨®ximo 20 de junio pretende ser una respuesta de masas, democr¨¢tica y participativa, a lo que el sindicato considera, conjuntamente con la totalidad de las organizaciones sindicales del Estado, como una profunda agresi¨®n a los intereses de los trabajadores, concretada en el proyecto de ley de Reforma de la Seguridad Social.No es mi intenci¨®n desarrollar los elementos m¨¢s regresivos del proyecto de ley, elementos ampliamente divulgados por el sindicato ante la opini¨®n p¨²blica. Bastar¨ªa con decir que, incapaz la Administraci¨®n de sanear el d¨¦ficit de la Seguridad Social, v¨ªa eliminaci¨®n del fraude que supone que los ingresos de la misma est¨¦n mermados por la deuda de la aportaci¨®n patronal que alcanza ya los 1,4 billones de pesetas, incapaz la Administraci¨®n de racionalizar la gesti¨®n de la Seguridad Social, ha optado por la soluci¨®n, nada imaginativa y menos social, de suprimir prestaciones y reducir tanto la cuant¨ªa de las pensiones como el colectivo beneficiado, renunciando a una verdadera reforma de la Seguridad Social.
El Gobierno, incapaz de deshacer el nudo gordiano de la Seguridad Social, decide disciplinar a los m¨¢s desfavorecidos e imponer austeridad al colectivo m¨¢s indefenso. Situemos algunos elementos de reflexi¨®n y preocupaci¨®n al margen del contenido del proyecto de ley, que entiendo est¨¢n generalizados en la opini¨®n p¨²blica progresista de este pa¨ªs.
A nadie se le escapa la trascendencia de que esta acci¨®n de masas se convoca cuando rige los destinos del Estado una Administraci¨®n de izquierda que recogi¨® las esperanzas y los deseos de cambio de 10,5 millones de ciudadanos. Habr¨¢, pues, que situar con toda claridad que la huelga ni se dirige ni puede dirigirse contra el Gobierno socialista. Lo primero, porque ser¨ªa una irresponsabilidad sindical y lo segundo, porque no contar¨ªa con el apoyo de los trabajadores.
Sin embargo, la huelga est¨¢ contando, va a contar con el apoyo masivo de los trabajadores, si ¨¦stos entienden que el objetivo concreto de la acci¨®n no es ni m¨¢s ni menos que la retirada del proyecto de ley, y la reconsideraci¨®n por el Gobierno de las ¨²ltimas medidas de car¨¢cter social y laboral, consideradas regresivas por las fuerzas sociales. Urge, pues, el di¨¢logo.
A un lector de izquierdas no se le escapan el significado y la preocupaci¨®n que conlleva el enfrentamiento Gobierno de izquierdas-sindicatos de trabajadores.
Una reflexi¨®n desapasionada nos llevar¨ªa a deducir que una mayor sensibilidad por parte de la Administraci¨®n actual hubiese hecho posible el entendimiento.
El Gobierno debe entender que los sindicatos son sujetos sociales de la sociedad democr¨¢tica y que, por tanto, la negociaci¨®n con ellos, su participaci¨®n en los temas que afectan a los trabajadores, son medida obligada. La marginaci¨®n de los sindicatos, el negarles su protagonismo en la sociedad civil, no es actitud ni socialista ni inteligente.
Urge, pues, establecer cauces de negociaci¨®n; la sociedad espa?ola no puede permitirse el lujo del divorcio Gobierno-sindicatos.
No habr¨¢, pues, modernizaci¨®n de nuestras estructuras econ¨®micas, ni profundizaci¨®n de la democracia, ni cambio social, sin entendimiento, sin f¨®rmulas de colaboraci¨®n entre las organizaciones sindicales y pol¨ªticas que representan a los trabajadores.
El Gobierno tiene la obligaci¨®n de entender que los sindicatos son interlocutores necesarios en la articulaci¨®n de una sociedad democr¨¢tica. Para ello debe renunciar a su altaner¨ªa y a la imposici¨®n de formulaciones de despotismo ilustrado m¨¢s pr¨®ximas a otras ¨¦pocas felizmente superadas por la din¨¢mica de la historia.
Desindicalizar el pa¨ªs
El Gobierno debe renunciar a la tentaci¨®n de desindicalizar al pa¨ªs, para eliminar los obst¨¢culos que se oponen a la implantaci¨®n de pol¨ªticas econ¨®micas de corte neoliberal, respuesta frustrada a la perplejidad provocada por la crisis del welfare state.Ha llegado la hora del di¨¢logo; la acci¨®n del d¨ªa 20 puede contribuir a ello si el sindicalismo de este pa¨ªs es considerado como sujeto participativo de la sociedad democr¨¢tica. Nuestra sociedad se merece una concertaci¨®n seria, profunda, sin exclusiones, que aborde definitivamente el reto de nuestra integraci¨®n europea, hecho ya realidad.
En cualquier caso, las fuerzas de la izquierda y del progreso no podemos contribuir con nuestro di¨¢logo de sordos a que la gran beneficiada sea esa derecha espa?ola oportunista, obsoleta y renqueante, que espera su oportunidad.
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