Infierno de pl¨¢stico
Subway Director: Luc Besson. Int¨¦rpretes: Isabelle Adjani, Christophe Lambert, Richard Bohringer, Jean Bouise, Jean-Piere Bacri y Michel Galabru. Gui¨®n: L. Besson, Pierre Jolivet, Alain le Henry, Marc Perrier y Sophie Sclunit. Fotograf¨ªa: Carlo Varini. M¨²sica: Eric Serra. Decorados: Alexander Trauner. Francesa. 1985. Locales en Madrid: Vaguada, Real Cinema. Nos llega ahora, precedida de un buen n¨²mero de nominaciones para los c¨¦sars, el equivalen te franc¨¦s de los oscars de Hollywood, que se entregan la pr¨®xima semana, esta cinta del joven y habilidoso Luc Besson, que mantiene con. el modelo de filme so?ado la misma relaci¨®n que los galardones galos con sus originales estadounidenses, es decir, una relaci¨®n a un tiempo imitativa y, por otra parte, de odio, de afirmaci¨®n cultural.As¨ª, mientras Luc Besson se esfuerza por convertir el metro parisiense en un no-lugar -los nombres de las estaciones son ilegibles- y tambi¨¦n pretende que el referente sea el de una ficci¨®n anglosajona -de ah¨ª el t¨ªtulo- y, de la misma manera, realiza la elecci¨®n de los actores, con un oxigenado Christophe Lambert como protagonista m¨ªtico a lo Warriors, pretende que todo coexista con el costumbrismo de Galabru.
El invento es imposible, los dos continentes no acaban de entenderse, Besson no sabe si prefiere explicar el porqu¨¦ o el c¨®mo de las cosas y todo su talento de cineasta se despliega en el vac¨ªo, en un infierno -los t¨²neles del metro son la antesala del infierno, una met¨¢fora de la civilizaci¨®n que precede a la definitiva explosi¨®n nuclear- que se dir¨ªa fabricado por un dise?ador de spots de promoci¨®n de la moda gallega.
No existe ninguna ley que exija de los directores de cine un m¨ªnimo de experiencia vital y de tiempo de reflexi¨®n antes de lanzarse a la tarea de inventar mundos. Sabemos que, muy raramente, un novelista logra sus mejores obras antes de cumplir los 30 a?os, pero esa ley no vale para el cine o, al menos, no val¨ªa cuando Eisenstein, Vigo o Welles se empe?aban en desmentirla. Ahora, con el cine condenado a ser adulto en contra de las apariencias -ese mercado dominado por los adolescentes- por obvias razones de madurez de lenguaje y de p¨²blico, un caso como el de Luc Besson entra en el terreno de las ambiciones excesivas.
Si Le dernier combat -aqu¨ª rebautizada como Kamikaze 1999- probaba un insospechado dominio de la t¨¦cnica narrativa, tambi¨¦n dejaba traslucir una cierta vaciedad.
En Subway, el mayor presupuesto, el tener que atenerse a las exigencias del star-system, va en contra del proyecto, pues deja al desnudo la poca carne que envuelve el esqueleto argumental.
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