Wall Street, cerco a los delincuentes financieros
Drexel acepta pagar una multa de 650 millones de d¨®lares para evitar las leyes anti-Mafia
El mi¨¦rcoles 21 de diciembre de 1988 pasar¨¢ a la historia como la fecha en la que se acab¨® la impunidad para los delincuentes financieros en Estados Unidos. El mundo de las altas finanzas norteamericanas ha entrado en una nueva era y ya nada ser¨¢ igual en Wall Street despu¨¦s de que uno de sus gigantes, Drexel Burnham Lambert, ha aceptado pagar una multa de 650 millones de d¨®lares (unos 74.000 millones de pesetas) para evitar que le aplicaran las leyes utilizadas contra la Mafia.
El fiscal neoyorquino que persigue a la Cosa Nostra, Rudolph Giuliani, descarg¨® el mi¨¦rcoles el golpe hist¨®rico, que llevaba preparando desde hac¨ªa dos a?os, contra el "crimen de cuello blanco", el practicado traficando informaci¨®n confidencial por los "due?os del universo", como los ha bautizado el novelista Tom Wolfe. Una forma especulativa de hacer negocios, las megafusiones, con bonos de alto riesgo y poniendo muy poco capital sobre la mesa, las fabulosas adquisiones hostiles y las gigantescas fusiones billonarias est¨¢n, definitivamente, bajo sospecha legal.Y los genios que dirigen y se enriquecen con estas megaoperaciones tambi¨¦n pueden ir a la c¨¢rcel.
Drexel, la quinta firma de inversiones e intermediaci¨®n en bolsa de Estados Unidos, que ha alterado el mundo empresarial en los a?os ochenta, financiando la reestructuraci¨®n de la econom¨ªa norteamericana, ha tenido que humillarse p¨²blicamente declar¨¢ndose culpable de seis delitos de operar fraudulentamente. A¨²n este gigante, que s¨®lo en la operaci¨®n de la compra de Nabisco, por la que se ha pagado 25.000 millones de d¨®lares, puede ganar una comisi¨®n de 200 millones de d¨®lares, tendr¨¢ que responder a posibles nuevas acusaciones del Gobierno federal y su principal estrella, Michael Milken, probablemente sea procesado.
Pero la poderosa Drexel, que ha hecho multimillonarios a muchos de sus clientes, como Henry Kravis, el comprador de Nabisco, rey del LOB (leveraged buy out), comprar con pr¨¦stamos, a bancos de Wall Street y a sus propios directivos, puede aguantar la multa (500 millones deber¨¢ hacerlos efectivos inmediatamente) y seguir en un negocio que es lo m¨¢s parecido al casino de Montecarlo. Si la empresa -el censejo vot¨® a favor de aceptar el trato por 16 contra seis- se hubiera resistido, el fiscal Giuliani, de 44 a?os, al que se califica en Nueva York como el riguroso Elliot Ness de los a?os ochenta, hubiera iniciado un proceso criminal bajo la severa ley de fraude y extorsi¨®n antiracketeering.
El resultado, una congelaci¨®n de los activos de la firma de inversiones y, posiblemente, su liquidaci¨®n, como ocurri¨® recientemente con otra compa?¨ªa sumilar, a la que se juzg¨® bajo la legislaci¨®n que normalmente sirve para encarcelar a los dirigentes de la Mafia. Esto es lo que ha querido evitar el presidente ejecutivo de Drexel, Frederick Joseph. Y la fuga de los clientes que consideran que, tras la limpieza del castigo, la firma de intermediaci¨®n financiera puede mantener su fuerza.
Ya se habla en c¨ªrculos econ¨®micos de que, una vez arregla das las cuentas con la Administraci¨®n -a¨²n falta, sin embargo, conocer el alcance de la responsabilidad civil que exigir¨¢ la agencia que regula los mercados, la Securities and Exchange Commission (SEC)-, Howard Baker, ex jefe del gabinete del presidente Ronald Reagan, aceptar¨¢ la presidencia de Drexel que le ha sido ofrecida.
Los cargos de la SEC
Los cargos de la SEC incluyen tr¨¢fico de informaci¨®n confidencial, falsedades contables, ocultamiento de operaciones en bolsa aparcando las acciones para enga?ar sobre su verdadero titular, declaraciones falsas y falsedades contables. En resumen, acciones criminales con enga?o a las autoridades federales y a los clientes. De la multa, 350 millones de d¨®lares deber¨¢n ser depositados como fondo para que eventualmente se cobren, por da?os y perjuicios, los clientes de Drexel que demuestren que han sido estafados.Se trata del mayor acuerdo -es pr¨¢ctica habitual en EE UU buscar siempre un arreglo para evitar un largo y costoso juicio- realizado jam¨¢s por violaci¨®n de las normas que regulan la actividad de los mercados financieros. Algunos observadores creen que esto no parar¨¢ aqu¨ª y que Drexel " morir¨¢ de muerte lenta". "Esto va a ser como la matanza de Jonestown. Todo el mundo tiene que hacer cola para beberse el veneno".
Esta apasionante historia de enredo financiero que concluy¨®, por ahora, el mi¨¦rcoles tiene su origen en una carta enviada, el 22 de mayo de 1985, desde Caracas a la firma Merrill Lynch denunciando que en Wall Street algunos brokers estaban traficando con informaci¨®n confidencial. El esc¨¢ndalo, gracias al celo del fiscal Giuliani, estaba servido. En mayo de 1986 ocurre lo nunca visto. Uno de los magos de Wall Street es detenido y esposado en su oficina, precisamente en Drexel, acusado de haber ganado 12 millones de d¨®lares con informaci¨®n confidencial (insider trading). Dennis Levine se declara culpable y comienza a cooperar con la fiscal¨ªa. Implica al especulador Yvan Boesky, que cumple ahora tres a?os de c¨¢rcel, y ¨¦ste, que hab¨ªa declarado que "la codicia es sana", tira a su vez de la manta y tambi¨¦n coopera. En el oto?o de 1986 Giuliani abre formalmente una investigaci¨®n criminal de Drexel Burnhain Lambert. Es el principio del fin.
Con ser importante la declaraci¨®n de culpabilidad y la multa, lo que apasiona a los c¨ªrculos econ¨®micos ahora es saber, si Michael Milken, el padre de los bonos basura, que han revolucionado la econom¨ªa de Estados Unidos y que catapult¨® a Drexel a competir con ¨¦xito con los gigantes Shearson Leliman, Salomon Brothers o Goldman Sach, caer¨¢ arrastrado por este caso. Milken, de 42 a?os, con una fortuna valorada en m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares y ganancias anuales de 100 millones de d¨®lares, ya ha sido advertido que puede ser procesado inmediatamente.
Y sin Milken, Drexel ya no ser¨¢ lo mismo. La firma ha anunciado que, si llega el temido procesamiento criminal, el gur¨² de los junk bonds deber¨¢ dejar la empresa.
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