?ltima lecci¨®n de Maria Joao Pires

Tras su actuaci¨®n con orquesta, Maria Joao Pires ofreci¨® el mi¨¦rcoles en el Auditorio Nacional un concierto enteramente dedicado a Mozart o, mejor dicho, a sonatas y una fantas¨ªa de Mozart.Maria Joao toc¨® la preciosa Sonata en do mayor (Par¨ªs, 1978) y la escrita en la tonalidad de la menor KV 310 sustituy¨® a la anunciada en segundo lugar. Se trata de una de esas cotas en la producci¨®n mozartiana en las que el compositor supera lo insuperable: a s¨ª mismo. Por m¨¢s que todos tengamos en la memoria versiones egregias de esta p¨¢gina, ning¨²n recuerdo vino a sustituir a la interpretaci¨®n de la Pires. En realidad, podr¨ªa decirse esto de todo el programa, pues la Sonata en fa mayor no qued¨® atr¨¢s de los dos Schubert ofrecidos como propina. Esta constante relaci¨®n Mozart-Schubert, tan grata a la pianista portuguesa, revela ya el refinamiento de su sensibilidad.

El sonido maravilloso de Maria Joao Pires es su primera gran virtud: crearlo, cuidarlo extremadamente a trav¨¦s de un uso m¨¢s magistral de los pedales pero sobre todo agotando las posibilidades de ataque dentro de una gama determinada, caracter¨ªstica de su ideal sonoro. Cada acorde, atacado con perfecta simultaneidad, realza su valor, pues la pianista, sin quebrar el ligado, parece rodearlo de un aire expectante de'silencio. En cuanto al fraseo, la pr¨¢ctica de Maria Joao puede sustituir muchas lecciones te¨®ricas.

Tiene potencia cuando la m¨²sica la reclama, m¨¢s condicionada por el car¨¢cter sonoro adecuado al estilo; luce una limpia virtuosidad, ¨¢gil, igualada en todos los aspectos, pero en todo momento sometida a la funci¨®n musical y, por lo mismo, a la funci¨®n afectiva.

Terminaron en Madrid las actuaciones de Maria Joao Pires y la despedimos con entusiasmo y un poco de tristeza. Menos mal que el Festival de Granada nos depara ocasi¨®n de escucharla de nuevo en el Concierto en la menor de Schumann.