El director de la Guggenheim dice que no act¨²a con los vascos como un tibur¨®n de Wall Street
Thomas Krens est¨¢ dispuesto a negociar la reducci¨®n del museo proyectado en Bilbao
ANDR?S F. RUBIO Thomas Krens considera una ingenuidad interesada presentarlo como a un tibur¨®n de Wall Street que se ha aprovechado de los vascos. Krens dirige la Fundaci¨®n y Museos Guggenheim con sede en Nueva York, una de las instituciones culturales m¨¢s prestigiosas del mundo. Sostiene que da m¨¢s de lo que recibe en el contrato por el que se abrir¨¢ en Bilbao una sede del museo y se muestra dispuesto a discutir con los intelectuales y artistas vascos que han bombardeado el proyecto. Krens tambi¨¦n considera negociable una reducci¨®n del edificio de Frank Gehry. De 30.000 metros cuadrados proyectados (unos 12.000 millones de pesetas), considera "razonable" una baja en torno a los 22.000 metros cuadrados.
"Pi¨¦nselo un momento; no creo que nadie pueda aprovecharse de ? los vascos:- nosotros nos arriesgamos tremendamente yendo a Bilbao. ?Por qu¨¦ no Barcelona o Madrid, que est¨¢n a salvo en el mercado art¨ªstico?" Krens, de 45 a?os, mide casi dos metros y mezcla a la perfecci¨®n cuestiones empresa riales con especulaciones art¨ªsticas. En las primeras es muy directo: en su opini¨®n, la Guggenheim no trata de imponer un punto de vista cultural en el Pa¨ªs Vasco; ser¨¢n vascos los empleados de la instituci¨®n; la controversia forma parte del proceso; los artistas vascos se beneficiar¨¢n de la irradiaci¨®n del Museo Guggenheim; no est¨¢ dispuesto a que se cuestione la reputaci¨®n de los centros que dirige, y est¨¢ absolutamente convencido de que el museo de Bilbao revitalizar¨¢ econ¨®micamente no s¨®lo la ciudad sino tambi¨¦n la zona.Acerca de la propuesta de reducci¨®n del edificio y sus costes hecha por los socios del PNV en el Gobierno vasco -PSE-PSOE y Euskadiko Ezkerra-, que obligar¨ªa a revisar el precontrato firmado en diciembre, Krens dice: "Habr¨¢ que ver la propuesta concreta. Hay un punto en el que ser¨ªa dif¨ªcil para nosotros seguir participando, y es que se ponga en duda la idea primordial. Nosotros no estamos buscando espacio para exhibir nuestros fondos ni queremos vernos involucrados en un proceso pol¨ªtico complicado. En lo que estamos interesados es en un proyecto extraordinario desde una perspectiva cultural. Si el Gobierno vasco, incluida la oposici¨®n, entiende esto, seguramente podamos ser flexibles en un tema de escala y podr¨ªamos apoyar una reducci¨®n necesaria. Pero nunca una reducci¨®n de la idea original. Nosotros no nos hemos comprometido a que nuestra reputaci¨®n se cuestione, y creemos que este proyecto trae un enorme beneficio para Espa?a y para el Pa¨ªs Vasco".
Krens considera que el suyo no es un compromiso como el de la colecci¨®n Thyssen en Madrid, para 10 a?os, sino que se trata de una instituci¨®n permanente. "Por eso me cuesta creer esa idea de que la Guggenheim, est¨¦ aprovech¨¢ndose de la situaci¨®n espa?ola o vasca", dice. "La situaci¨®n ha de ser debatida, y estamos dispuestos a participar en esas discusiones y a aportar la informaci¨®n necesaria y a dar argumentos muy fuertes sobre los componentes esenciales del proyecto. Luego podemos discutir el problema de la escala de un edificio que es considerablemente m¨¢s peque?o que el Reina Sof¨ªa, por ejemplo. Hay un punto en el que la reducci¨®n no tendr¨ªa sentido. Tenemos la mente abierta sobre esta cuesti¨®n, lo que no significa que un edificio de 30.000 metros cuadrados pueda ser reducido a 5.000. Sin embargo, si tomas un edificio de 30.000 y haces uno de 22.000, esto podr¨ªa ser razonable".
Krens, que hoy dar¨¢ una conferencia en Bilbao, no tiene dudas sobre la calidad de las obras que se expondr¨¢n en la sede bilbaina, aspecto que, seg¨²n dice, est¨¢ perfectamente fijado en el contrato. Sobre otro aspecto pol¨¦mico, la falta de control de los pol¨ªticos sobre el museo, Krens lo considera l¨®gico: la experiencia en Estados Unidos y sus propios criterios le hacen ver claro que en cuestiones art¨ªsticas "el Gobierno no debe intervenir". Por ¨²ltimo, est¨¢ la inversi¨®n de 20.000 millones que requiere el proyecto, a cuenta de las instituciones vascas, que ha levantado las protestas de m¨¢s de 200 intelectuales y artistas. "La controversia es parte del proceso", dice Krens. "Creo que la cr¨ªtica es positiva y que se pueden dar muy buenas respuestas a las cr¨ªticas. Aqu¨ª no hay enga?o ni artificio. Los acuerdos son muy concretos. Entregamos m¨¢s a los vascos de lo que. pens¨¢bamos en un principio, y posiblemente ellos crean que, nos dan m¨¢s de lo que estaban dispuestos. En cualquier buen acuerdo ambas partes deben pensar as¨ª y al mismo tiempo sentirse c¨®modas".
El conde Panza tambi¨¦n lo ve claro
A. F. R. La rotonda del hotel Palace presentaba ayer por la ma?ana una distinguida concurrencia art¨ªstica: Thomas Krens, director de la Fundaci¨®n Guggenheim; la espa?ola Carmen Gim¨¦nez, conservadora de esta instituci¨®n, y el conde Panza, que en febrero de 1990 vendi¨® a la Guggenheim su colecci¨®n ¨ªntegra de 340 obras, un prestigioso lote cuya oportunidad de compra rechaz¨® el Centro de Arte Reina Sof¨ªa de Madrid.
Panza di Biumo apoya el proyecto de la Guggenheim en Bilbao: "Hay muchos museos nuevos de arte contempor¨¢neo en Espa?a, y creo que est¨¢n desarrollando una buena pol¨ªtica en este campo, pero a todos les falta una gran colecci¨®n de arte moderno y contempor¨¢neo. El Museo Guggenhelm es muy importante a la hora de aportar esta gran colecci¨®n, que permitir¨¢ que Bilbao se convierta en un centro art¨ªstico internacional. Se pueden construir hermosos edificios en Espa?a, pero si no hay una colecci¨®n permanente... Se pueden organizar maravillosas exposiciones, pero un museo no es un museo verdadero si no tiene una colecci¨®n. Por eso, esta oportunidad para Bilbao es una oportunidad para Espa?a. Adem¨¢s, el lugar elegido es muy bueno. Y Bilbao est¨¢ cerca de Francia, situaci¨®n que puede atraer a mucha gente".
Thomas Krens asegura que el edificio de Frank Getiry es tan espectacular que modificar¨¢ el perfil arquitect¨®nico de Bilbao. Cita el caso de la ¨®pera de Sidney (Australia) y la agria pol¨¦mica que suscit¨® la construcci¨®n, cuyas conchas emergiendo del agua han acabado convirti¨¦ndose en s¨ªmbolo de la ciudad. En opini¨®n de Krens, suceder¨¢ lo mismo con el edificio de Gehry.
En su positiva visi¨®n, Krens destaca "el tremendo impulso econ¨®mico" que el museo significar¨¢ para Bilbao y el Pa¨ªs Vasco. "Va a haber muchas razones para que la gente vaya a Bilbao, no s¨®lo por el museo, sino por el museo como s¨ªmbolo de una calidad de vida", dice. "Esto dar¨¢ la oportunidad de cambiar esa. imagen del Bilbao de los Altos Hornos, la industria manufactui rera y naviera, aportando otra del Bilbao de las convenciones, de un lugar m¨¢s apto para el sector de servicios y para el mercado financiero". Otra cuesti¨®n es el bajo porcentaje tur¨ªstico que, con esa costa espectacular, tiene el Pa¨ªs Vasco, dice Krens. "Y creo que el museo incrementar¨¢ de forma tremenda el turismo. La inversi¨®n que Bilbao est¨¢ haciendo no s¨®lo se mide en t¨¦rminos culturales".
La Fundaci¨®n Guggenheim tiene sedes en la Quinta Avenida neoyorquina y en el Gran Canal de Venecia. El eje Nueva York-Venecia-Bilbao resulta ex¨®tico. "Nos invitaron de diversas ciudades para que vi¨¦ramos proyectos incre¨ªbles", dice Krens. "Pero no todos tienen esa visi¨®n que creo que existe en el Pa¨ªs Vasco. La gente muchas veces no es realista y dice: 'Aqu¨ª tiene un terreno, usted viene, construye el museo y trae las obras para exponer'. Y no es as¨ª. El Guggenheim tiene una colecci¨®n extraordinaria, pero no- la capacidad para hacer grandes inversiones. Tenemos que estructurar colaboraciones y patrocinios fuertes, normalmente con Gobiernos. Y un Gobierno puede construir el museo que quiera, pero no estar¨ªa capacitado para crear un museo sin colecci¨®n, y si lo hiciera habr¨ªa problemas. La primera vez que vi el Reina Sof¨ªa pens¨¦ que era uno de los mejores espacios en el mundo. Tambi¨¦n esperaba que tendr¨ªan la oportunidad de comprar una colecci¨®n, y la perdieron. Panza nos la vendi¨® a nosotros".
Babelia
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