El silencio de la representaci¨®n
Jos¨¦ Pedro CroftGaler¨ªa Berini. Plaza Comercial, 3. Barcelona. Hasta el 15 de diciembre.
En su segunda exposici¨®n individual en Barcelona, la obra del portugu¨¦s Jos¨¦ Pedro Croft (Porto, 1957) sigue demostrando el mantenimiento de sus constantes y de los niveles de inter¨¦s que despertara ya a mediados de los a?os ochenta: lo que en otros artistas ser¨ªa quiz¨¢s una muestra de estancamiento o de paro en los respectivos procesos evolutivos, en el trabajo de Croft aparece como una reafirmaci¨®n de su propia din¨¢mica art¨ªstica, muy personal y previsiblemente bastante alejada de las ret¨®ricas al USO.
Como en sus mejores tiempos, debemos referirnos gen¨¦ricamente al trabajo de Croft en t¨¦rminos de representaci¨®n, de formas, de ausencia, de lugar, de escasez y de alimentaci¨®n continuada y estimulante de los m¨¢rgenes del discurso de la escultura contempor¨¢nea, piedra de toque, por lo dem¨¢s, en estos ¨²ltimos a?os.Por otra parte, deber¨ªamos tener en cuenta y destacar c¨®mo, en medio del ruido ambiental en el que se mueven habitualmente los dispositivos de la actual escena art¨ªstica, existen a¨²n artistas dedicados a su trabajo de un modo totalmente silencioso, quieto y reposado, el fruto de lo cual suele tambi¨¦n responder a esos mismos sistemas operativos.Las cuatro piezas -m¨¢s un grabado- de que consta esta exposici¨®n del artista nos remiten m¨¢s al silencio y a un estado de contemplaci¨®n desde la intimidad de la percepci¨®n y de la comprensi¨®n que al barullo conceptual imperante generalmente en las galer¨ªas. La sempiterna recurrencia al blanco, ya sea por medio de la resina sint¨¦tica o habiendo pintado el bronce, y a las formas ovaladas o circulares procedentes de elementos formales con capacidad de ser contenedores de algo aparecen de nuevo como rasgos comunes a sus obras.
Emplazadas en las paredes, en los ¨¢ngulos o en el suelo, estas piezas de Jos¨¦ Pedro Croft nos resit¨²an en el centro de la idea relativa a la ampliaci¨®n del con cepto de escultura: y ambos t¨¦rminos y escultura son los que, sin lugar a dudas, empleamos para referirnos a su trabajo, puesto que lejos de las teor¨ªas de la representaci¨®n y del objetualismo, nos hallamos ante presencias formales inequ¨ªvoca mente tridimensionales cuya ca pacidad de afectaci¨®n del espacio e incluso de la propia percepci¨®n -fisica e intelectual- del espectador dista mucho de ser un mero pretexto formalista o basado en la simulaci¨®n.
Sin referencias objetuales y sin alusiones representacionales de ning¨²n orden, las obras de Jos¨¦ Pedro Croft afectan al plano de lo intelectual desde su condici¨®n de constituir im¨¢genes de un tiempo abstracto -casi sagrado- y desde su capacidad de saber construir cada una de ellas, y por s¨ª mismas, el entorno ¨®ptimo para su comprensi¨®n y contemplaci¨®n.
Nos hallamos, pues, ante una sugerente problem¨¢tica que tambi¨¦n apela a la esfera de la visibilidad, de la armon¨ªa y de un cierto orden, y que acaba por plantear la eterna cuesti¨®n relativa al ser y al estar, al ser y al decir, al expresar y al mostrar de la escultura contempor¨¢nea.
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