El presidente afirma en su toma de posesi¨®n que "Am¨¦rica debe seguir guiando al mundo"
El nuevo presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, asegur¨® ayer que "Am¨¦rica debe seguir guiando al mundo" en un discurso que hizo un llamamiento a la renovaci¨®n internade la sociedad norteamericana y a su papel de liderazgo mundial. "Para renovar Am¨¦rica debemos enfrentarnos a desaf¨ªos en el exterior tanto como en el interior del pa¨ªs. Hoy, cuando se acaba un viejo orden, el nuevo mundo es m¨¢s libre, pero menos estable. El colapso del comunismo ha conjurado antiguas enemistades y nuevos peligros" se?al¨® Clinton en su discurso de toma de posesi¨®n, del que recogemos un amplio resumen.
"Conciudadanos: Hoy celebramos el misterio de la renovaci¨®n de Am¨¦rica. Esta ceremonia se celebra se pleno invierno. Pero por las palabras que pronunciamos y por los rostros que mostramos al mundo, hacemos renacer la primavera. Una primavera renacida en la democracia m¨¢s antigua del mundo, que aporta la perspectiva y el valor para reinventar Am¨¦rica. Cuando nuestros antepasados anunciaron audazmente la independencia de Am¨¦rica al mundo y nuestros prop¨®sitos al Todopoderoso, sab¨ªan que Am¨¦rica, para resistir, ten¨ªa que cambiar.No cambiar por cambiar, sino cambiar para preservar los ideales de Am¨¦rica -la vida, la libertad, la b¨²squeda de la felicidad- Aunque marchamos al son de nuestra ¨¦poca, nuestra misi¨®n es atemporal. Cada generaci¨®n debe definir lo que significa ser un americano.
En nombre de nuestra naci¨®n, saludo a mi predecesor por su casi medio siglo de servicio a Am¨¦rica, y doy las gracias a los millones de hombres y mujeres cuya firmeza y sacrificio han triunfado sobre la depresi¨®n, el fascismo y el comunismo. Hoy, una generaci¨®n crecida a la sombra de la guerra fr¨ªa asume nuevas responsabilidades en un mundo fortalecido por el resurgir de la libertad, pero a¨²n amenazado por viejos odios y nuevas plagas. Crecida en una prosperidad inusitada, heredamos una econom¨ªa que sigue siendo todav¨ªa una de las m¨¢s poderosas del mundo, debilitada, sin embargo, por quiebras financieras, oleadas de estancamiento, una desigualdad en aumento y unas profundas divisiones entre nuestro pueblo.
Fuerzas profundas y poderosas est¨¢n agitando y renovando nuestro mundo y el problema urgente de nuestra ¨¦poca es saber si podemos cambiar a nuestro amigo y no a nuestro enemigo. Este nuevo mundo ya ha enriquecido las vidas de millones de americanos que se encuentran capacitados para competir y ganar. Pero cuando muchos pueblos est¨¢n trabajando con mayor dureza para obtener menos, cuando otros no pueden ni siquiera trabajar, cuando el coste de la sanidad requiere millones y amenaza de llevar a la bancarrota a muchas de nuestras empresas, grandes y peque?as, cuando el miedo a la delincuencia limita la libertad de los ciudadanos que son respetuosos de la ley y cuando millones de ni?os pobres no pueden ni siquiera imaginar la vida a la que les hemos condenado, no hemos hecho cambiar a nuestro amigo.
Sabemos que tenemos que afrontar duras verdades y dar grandes pasos. Pero no lo hemos hecho. Al contrario, hemos ido a la deriva y esa deriva ha erosionado nuestras fuentes, ha quebrantado nuestra econom¨ªa y minado nuestra confianza. Si nuestros desaf¨ªos son poderosos, as¨ª son nuestras fuerzas. Los americanos han sido siempre un pueblo infatigable, inquieto, lleno de esperanza. Debemos aportar a nuestra tarea actual la visi¨®n y el deseo de los que nos precedieron.
Desde nuestra revoluci¨®n a la Guerra Civil, a la Gran Depresi¨®n, al movimiento de los derechos civiles, nuestro pueblo ha mostrado la determinaci¨®n de construir a partir de estas crisis los pilares de nuestra historia. Thomas Jefferson cre¨ªa que para preservar las bases reales de nuestra naci¨®n, necesit¨¢bamos llevar a cabo cambios radicales de vez en cuando. Mis queridos conciudadanos, ¨¦sta es nuestra ocasi¨®n. Asum¨¢mosla.
Democracia y renovaci¨®n
Nuestra democracia debe ser no s¨®lo la envidia del mundo sino tambi¨¦n la maquinaria de nuestra renovaci¨®n. No hay nada de err¨®neo en Am¨¦rica que no pueda ser cambiado por lo correcto. As¨ª, hoy nuestro es el empe?o por la superaci¨®n de la era del estancamiento y la deriva, una nueva temporada de renovaci¨®n ha empezado para Am¨¦rica. Para renovar Am¨¦rica hay que ser fuertes.
Debemos hacer lo que ninguna generaci¨®n ha tenido que hacer antes. Debemos invertir m¨¢s en nuestro pueblo y en nuestro futuro, y al mismo tiempo anular nuestra deuda masiva. Y debemos hacerlo en un mundo en el que tenemos que competir en todo momento.
No ser¨¢ f¨¢cil; requerir¨¢ sacrificios. Pero se puede hacer, y hacerlo de manera limpia, sin hacer sacrificios por el gusto de hacerlos, sino porque es necesario hacerlos. Debemos proveer a nuestra naci¨®n como una familia provee a sus hijos. Nuestros antepasados fundadores se vieron a s¨ª mismos a trav¨¦s de la luz de la posteridad.
Toda persona que haya mirado alguna vez los ojos de un ni?o que se pierden en el sue?o sabe lo que es la posteridad. Posteridad es el mundo venidero, el mundo por el que hemos mantenido nuestros ideales, del que hemos recibido en -pr¨¦stamo nuestro planeta y al que debemos responsabilidades sagradas. Debemos hacer lo que Am¨¦rica hace mejor: ofrecer oportunidades a todos y pedir responsabilidades a todos.
Es hora de abandonar la mala costumbre de esperar algo de nada, de nuestro Gobierno o de cualquier otro. Responsabilic¨¦monos m¨¢s, no s¨®lo con respecto a nosotros mismos y a nuestras familias, sino con respecto a nuestras comunidades y a nuestro pa¨ªs. Para renovar Am¨¦rica, debemos revitalizar nuestra democracia.
. Para renovar Am¨¦rica, debemos enfrentarnos a desaf¨ªos en el exterior tanto como en el interior del pa¨ªs. Hoy no existe una distinci¨®n clara entre lo exterior y lo interior: la econom¨ªa mundial, el medio ambiente mundial, la crisis mundial del sida, la carrera mundial de armamento nos afectan a todos. Hoy, cuando se acaba un viejo orden, el nuevo mundo es m¨¢s libre, pero menos estable. El colapso del comunismo ha conjurado antiguas enemistades y nuevos peligros. Es indudable que Am¨¦rica debe seguir guiando al mundo que tanto contribuimos a crear.
Mientras Am¨¦rica se ocupa de su reconstrucci¨®n interior, no debemos retroceder ante los retos de este nuevo mundo, ni desperdiciar sus oportunidades. Junto con nuestros amigos y aliados, trabajaremos para, configurar el cambio, al que de otro modo sucumbiremos. Actuaremos cuando se produzca un desaf¨ªo a nuestros intereses vitales, o a la voluntad y conciencia de la comunidad internacional: con la diplomacia pac¨ªfica cuando sea posible, con la fuerza cuando sea necesario. Los valerosos americanos que sirven a nuestra naci¨®n en el golfo P¨¦rsico, en Somalia y en cualquier otro sitio son testigos de nuestra resoluci¨®n.
Pero nuestra mayor fortaleza es el poder de nuestras ideas, que siguen siendo nuevas en muchos pa¨ªses. En todo el mundo, vemos c¨®mo son abrazadas y nos alegramos de ello. Nuestras esperanzas, nuestros corazones y nuestras manos est¨¢n con aquellos que en cualquier continente construyen la democracia y la libertad. Su causa es la causa deAm¨¦rica.
El pueblo americano ha pedido el cambio que celebramos hoy. Hab¨¦is elevado vuestra voz en un coro inequ¨ªvoco. El n¨²mero en que hab¨¦is depositado vuestros votos ha marcado un r¨¦cord hist¨®rico. Y hab¨¦is cambiado la faz del Congreso, la presidencia y el propio proceso pol¨ªtico.
Una nueva generaci¨®n
S¨ª, hab¨¦is forzado la aparici¨®n de la primavera. Ahora, tenemos que hacer el trabajo que pide esa estaci¨®n. A ese traba o voy a dedicarme ahora, con toda la autoridad de mi cargo. Pido al Congreso que se una a m¨ª. Pero ning¨²n presidente, ning¨²n Congreso, ning¨²n Gobierno puede emprender solo la misi¨®n. Compatriotas americanos, vosotros tambi¨¦n ten¨¦is que desempe?ar vuestro papel en nuestra renovaci¨®n.
Desaf¨ªo a una nueva generaci¨®n de americanos a que tom¨¦is parte en este momento de servicio, a que pong¨¢is en pr¨¢ctica vuestro idealismo ayudando a ni?os con problemas, acompa?ando a quienes est¨¢n necesitados, reconstruyendo nuestras desgarradas comunidades.
Hoy hacemos algo m¨¢s que celebrar a Am¨¦rica; volvemos a dedicarnos a la idea misma de Am¨¦rica: Una idea que naci¨® en la revoluci¨®n y que se ha renovado a lo largo de dos siglos de desaf¨ªos. Una idea atemperada por el hecho de que sabemos que, de no ser por el destino, nosotros, los afortunados y los desafortunados, podr¨ªamos estar cada uno en el lugar del otro.
Y as¨ª, en el umbral del siglo XXI, comencemos con energ¨ªa y esperanza, con fe y disciplina, y trabajemos hasta que hayamos finalizado nuestra obra. La Biblia dice: "No nos cansemos de hacer el bien, pues, si no desfallecemos, en su momento cosecharemos". Desde la cumbre de esta gozosa monta?a de celebraci¨®n, escuchamos una llamada a servir en el valle.
Hemos o¨ªdo las trompetas. Hemos cambiado la guardia. Y ahora, cada uno a su modo, y con la ayuda de Dios, debemos responder a la llamada".
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