Enorme fracaso de Madrid de Sabonis
ENVIADO ESPECIALLa final a cuatro es la tumba del baloncesto espa?ol. Y el Madrid, la cuarta v¨ªctima conocida. No puede hablarse de un maleficio. Las soluciones a partido ¨²nico se han convertido en un list¨®n insuperable ante el que han fracasado los cuatro mejores equipos espa?oles del ¨²ltimo lustro. El asunto merece una explicaci¨®n m¨¢s amplia porque m¨¢s parece tratarse de una enfermedad que del simple infortunio. Disputar finales requiere una determinaci¨®n especial de la que carecen los mejores jugadores nacionales. Cuando el escenario es tan dram¨¢tico como el de arriesgar una temporada en 40 minutos es necesaria una fortaleza mental de la que no disfrutan las generaciones nacionales en activo. El buque insignia del Madrid se hundi¨® sin remedio, aislado como estuvo Sabonis por el entramado defensivo del Limoges, vestido ayer (macabra coincidencia) de amarillo Jugoplastica. La estrategia ideada por la maquiav¨¦lica inteligencia de Maljkovic (serbio, pero ex yugoslavo a fin de cuentas) obr¨® el milagro. Redujo al Madrid a cenizas, y a Sabonis, a un rey sin trono.
El Madrid visit¨® el vestuario en el descanso con todas las se?ales de alarma a pleno funcionamiento. Una primera parte demoledora del Limoges hab¨ªa trasladado a los madridistas a contemplar como cercano un escenario dantesco: la temprana eliminaci¨®n de la final a cuatro, casi a la vista. Quedarse dos d¨ªas en Atenas para digerir la derrota en la acr¨®polis. Y ah¨ª estaba el invencible Sabonis con su esplendor amordazado: seis tantos a sus espaldas y seis tiros libres fallados, un arsenal paup¨¦rrimo para sostener a un aspirante al t¨ªtulo europeo.
Maljkovic demostr¨® sobre la pizarra los beneficios de una gran defensa. Entre ellos est¨¢ el transformar un equipo inferior en un equipo superior y viceversa. Tambi¨¦n, dotar a sus jugadores de una determinaci¨®n muy eficaz, muy pr¨®xima a una especie de fe fundamentalista en sus propias posibilidades. Dise?¨® un tortuoso entramado defensivo que le permiti¨® conquistar en breve tiempo buena parte de sus objetivos. A saber, seg¨²n el parte de incidencias: instalarse ante una ventaja moderada pero suficiente para sus intereses, trasladar el ataque madridista al n¨²cleo de un atasco permanente, y fundamentalmente aislar a Sabonis. Los pocos balones que alcanzaron las manos del lituano le hallaron en una posici¨®n incomod¨ªsima; la defensa francesa respond¨ªa autom¨¢ticamente y rodeaba por completo el campo de acci¨®n del mejor p¨ªvot de Europa. Ocho manos buscaban entorpecer la ejecuci¨®n de su disparo. Pocas veces se habr¨¢ encontrado Sabonis ante un marcador tan monstruoso'.
Las cuentas del Madrid en el descanso cuadraban con el desastre. Ninguna canasta en los primeros cinco minutos, seis en el total del primer periodo, una afrenta para el mejor ataque de la Liga europea. Ocho tiros libres fallados. La superioridad reboteadora, inservible. Manifiesta inferioridad en el uso del triple (dos, por seis el Limoges). Hab¨ªa dejado de ser un buen equipo en esos momentos (26-36 en el intermedio).
Diez tantos de ventaja son un bot¨ªn para el Limoges. Lo sabe toda Europa. La reanudaci¨®n no significaba para los franceses otro problema que gestionar su buena administraci¨®n. A ello se dispuso con la disciplina que ha impuesto Maljkovic y sin perder en ning¨²n momento el norte: en caso de duda, falta personal. ?Se imaginan lo que es ir avanzando punto a punto? Esa tragedia, similar a la de perseguir a una tortuga a lomos de otra tortuga, es la que vivi¨® ayer el Real Madrid.
La escalada imposible coloc¨® a los madridistas al desnudo. Su potencial se revel¨® te¨®rico. De cart¨®n piedra. Toda su r¨¦plica se limit¨® a mantener a Sabonis en la sala de espera y a convertir a Biriukov en un segundo base, dado que el partido le ven¨ªa largo a Ant¨²nez y que Clifford Luyk no tuvo la suficiente paciencia para otorgarle a Lasa plenos poderes y tiempo por delante. Ausente Brown y refugiados Santos y Cargol en sus deberes defensivos, el ataque madridista entr¨® en una larga noche. Y cuando alcanz¨® su m¨¢xima aproximaci¨®n evidenci¨® sus mayores debilidades, la falta de direcci¨®n (a Lasa se le sumi¨® en la desconfianza) y la ausencia de una alternativa a Sabonis en el juego de per¨ªmetro.
El resultado final refleja palpablemente el ¨¦xito del Limoges. El Madrid super¨® con dificultad los 50 tantos, su marcador m¨¢s bajo en esta temporada. Eligi¨® el camino id¨®neo. Defensa y determinaci¨®n, valor imprescindible para el ¨¦xito. Y en ese punto sale a colaci¨®n el debate sobre el valor exacto del baloncesto nacional, o su pertinaz ineficacia ante los grandes compromisos. Algo falla en la escuela espa?ola. Maneras tiene. Estilo no le falta. Voluntad, toda la del mundo. Y el consumo de leche durante los planes de desarrollo ha hecho mucho por erradicar el ejemplar de metro y medio de estatura. Sobra academicismo, entrenadores obsesionados por el v¨ªdeo, indigesti¨®n de sistemas. Y falta ense?ar a ganar. 0 seleccionar al ganador por encima de un estilista bien educado. Forjar el car¨¢cter en el alambre y sin red. Y hacerlo cuando el jugador est¨¢ en pa?ales.
El Madrid se une a una ya extensa lista de damnificados. La final a cuatro desnuda las miserias de nuestro baloncesto. No somos nadie.
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