Ins¨®lita Administraci¨®n
El Ayuntamiento mantuvo hasta hace poco profesiones desfasadas
M¨¢s de 400 funcionarios [del Ayuntamiento de Madrid] realizan trabajos ins¨®litos como la conservaci¨®n de p¨¢ncreas, la adopci¨®n de perros o la b¨²squeda de cualquier objeto perdido en el alcantarillado p¨²blico", contaba EL PA?S en 1981.El cat¨¢logo profesional del consistorio mantiene, 13 a?os despu¨¦s, alguna funci¨®n ins¨®lita. Hay auxiliares atendedores y oficiales de mostrador o pisadores. Existen oficios barojianos -cal¨ªgrafo, ayudante generador de vapor, mondonguero o capell¨¢n- y a¨²n se mantienen ocupaciones extra?as para un consistorio -peluquero, matrona, apuntador-.
Alguno de estos cometidos se eliminaron de un plumazo el pasado a?o, con la ¨²ltima reestructuraci¨®n de plantilla. Otras funciones, menos desfasadas, se les han agrupado en categor¨ªas m¨¢s acordes con los nuevos tiempos. Es el caso del oficial pisador, reconvertido en auxiliar de obras y v¨ªas p¨²blicas; el mondonguero, hoy oficial de matadero [los mondongos son los intestinos de las reses] o el oficial de primera de mostrador, que ahora es oficial de encuadernaci¨®n.
Llaveros del agua
Miguel Machuca era llavero, una de las categor¨ªas que han desaparecido. Comenz¨® a trabajar en 1950, a los 14 a?os, en el escalaf¨®n inferior del departamento de Limpiezas. Era el que abr¨ªa las llaves del paso del agua a los barrenderos. Ganaba cuatro pesetas al d¨ªa y libraba una jornada cada 15. Machuca pis¨® el Ayuntamiento llorando. "Ser barrendero", recuerda, estaba fatal visto. Si sacabas a bailar a una chica, no le pod¨ªas decir tu oficio porque te plantaba"."Cuando los operarios me dec¨ªan 'anda Machuca, coge un poco la manga' me hac¨ªa una ilusi¨®n terrible". En 1954 hizo realidad su sue?o y el ascenso a operario casi le quintuplic¨® el sueldo. En 1979 viaj¨® a Brasil para ense?ar a regar las calles. "No es tan f¨¢cil como parece. Poner el dedo en la manga y hacer el abanico requiere su t¨¦cnica. All¨ª no ten¨ªan ni idea y tuve un ¨¦xito tremendo", asegura este hombre de 54 a?os que sigue fiel al departamento.
En ese mismo destino recal¨® hace 30 a?os V¨ªctor Moreta. Pero dur¨® un mes all¨ª. Su paso como peluquero por el sal¨®n de los Hermanos Blanco le permiti¨® dedicarse de lleno a la tijera y a la navaja. Moreta se encarg¨® de poner guapos a los mendigos que pernoctan en el albergue de San Isidro. Es el peluquero municipal. A sus 60 a?os cuida de la higiene sin olvidar la est¨¦tica con el mismo esmero que si trabajara en un sal¨®n de belleza.
Aunque se impone el cl¨¢sico corte a navaja, Moreta intenta siempre sacar partido del f¨ªsico de las personas que se ponen bajo sus tijeras. "Mis clientes se quedan contentos porque les peino como si estuviera en la Gran V¨ªa. Busco el estilo de cada uno". En total, son entre 15 y 25 cortes diarios y unos 15 rasurados. Pero en la oposici¨®n tuvo que demostrar que adem¨¢s de lavar y cortar en 35 minutos deb¨ªa saber escribir sin faltas y hacer ra¨ªces cuadradas.
Un soplo arregla el despiste de un actor y salva una funci¨®n. Con un ligero deje andaluz, Francisco Perea, 58 a?os, defiende a capa y espada su oficio entre las bambalinas del Teatro Espa?ol. No existe. obra, ni en el teatro, ni en la vida, en la que pueda morir hasta el apuntador. "A nosotros no nos va a matar nadie, salvo que lo haga con un tiro en la nuca, y eso lo veo dificil", asegura este hombre que lleg¨® hace cuatro a?os al teatro en calidad de apuntador.'
Perea explica que no es s¨®lo el sopl¨®n sino que la diversidad de sus trajines prueba la necesidad de su oculta presencia: sube y baja el tel¨®n, da las glorias seg¨²n la intensidad de los aplausos, ayuda al regidor en la zona del escenario donde ¨¦ste no llega y, casi como un hombre orquesta, hace los sonidos, de fondo que no se han grabado previamente.
"El tel¨®n es tan importante que un fallo al bajarlo puede cargarse la labor de un actor". Por precauci¨®n, Perea no se sabe de memorieta el texto. "Eso es labor del actor. Yo siempre tengo un libro delante; si me lo supiera, podr¨ªa confiarme y un despiste ser¨ªa fatal".
Radio Andorra
At¨®nitos quedaron los miembros del tribunal que examinaba a Consuelo Ruiz en una oposici¨®n para matronas convocada en 1950. A ella alguien le hab¨ªa dicho que "las plazas estaban dadas" pero su saber concentrado en 10 folios escritos por ambas caras desmoron¨® los supuestos compromisos."Tengo una voz muy fina y al leer el ejercicio el concejal de Hacienda dijo para ponerme nerviosa: 'Parece que hemos conectado con Radio Andorra'. No pod¨ªan creer que hubiera escrito todo aquello".
Sus apabullantes conocimientos eran fruto de una fuerte vocaci¨®n, y al guante que le lanz¨® una compa?era. "Como me horrorizaba ver el tratamiento de los partos, me dijo que me hiciera comadrona para ver si lo hac¨ªa mejor. Y lo hice. Termin¨¦ de estudiar en l949".
Tras 29 a?os de profesi¨®n, Consuelo dej¨® el Ayuntamiento y se fue a Am¨¦rica, cansada de comprobar el apego espa?ol a la maldici¨®n b¨ªblica que condenaba a las mujeres a parir con dolor. Descubri¨® lo elemental en el Ayuntamiento y de una gitana que la forma "m¨¢s natural de dar a luz es en cuclillas", pero para conocer el parto psicoprofil¨¢ctico tuvo que viajar a Par¨ªs.
Ni la hemiplejia, ni sus 80 primaveras le impiden viajar como presidenta de la asociaci¨®n Nacer en Casa que re¨²ne a las matronas convencidas de que "el embarazo no es una enfermedad".
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