Del barro al palio
Un cura del Pozo del T¨ªo Raimundo es la mano derecha del arzobispo
Hace 25 a?os, algunos barrios de Madrid clamaban al cielo, y de ellos, el que m¨¢s fuerte lo hac¨ªa era el Pozo del T¨ªo Raimundo. El cielo debi¨® escuchar este clamor como tambi¨¦n lo hizo Juan Jos¨¦ Rodr¨ªguez Ponce, un seminarista de la Compa?¨ªa de Jes¨²s que atra¨ªdo por la carism¨¢tica figura del padre Lla7nos lleg¨® al barrio con 23 a?os Junto con cuatro colegas. Era 1968.Su labor social en lo que era entonces una zona marginal acosada por el hambre, la infravivienda y el analfabetismo les vali¨® a los voluntarios el sobrenombre de los cinco magn¨ªficos.
Sin embargo, su lucha por mejorar las condiciones de vida de los obreros y contra la falta de libertades les hizo merecedores de otro apelativo: el de rojos. El contacto directo con la pobreza hizo tambalearse con el tiempo la vocaci¨®n de este quinteto de seminaristas, entre los que se encontraba tambi¨¦n Jos¨¦ Luis Mart¨ªn Palac¨ªn, con cejal del PCE en las primeras elecciones democr¨¢ticas.
S¨®lo Rodr¨ªguez Ponce super¨® la crisis vocacional y en 1974 fue ordenado sacerdote. "El hecho de que fuera yo el ¨²nico que llegara a ordenarse", explica Rodr¨ªguez Ponce, "lo entiendo como un misterio. Como una gracia divina. No creo que yo fuera mejor ni que tuviera m¨¢s cualidades".
El cura recuerda: "Los retos que se nos presentaban eran tan duros y supon¨ªan tal desgaste que no era f¨¢cil aguantar. Tuve tentaciones de abandonar, por supuesto, sobre todo al ver a los compa?eros que se marchaban. Pero las dificultades me sirvieron para profundizar en mi vocaci¨®n".
La alargada sombra del padre Llanos protegi¨® a estos seminaristas de posibles represalias de la Iglesia, que nunca hab¨ªa visto con buenos ojos las reivindicaciones demasiado vehementes de sus p¨¢rrocos, algo que Rodr¨ªguez Ponce se resiste a reconocer.
Tambi¨¦n se resiste a utilizar el concepto de izquierda para definir su ideolog¨ªa: "Jesucristo nos pide que nos pongamos al lado de las v¨ªctimas del sistema, de los m¨¢s d¨¦biles, y eso no s¨¦ c¨®mo se denominar¨¢ en el organigrama pol¨ªtico".
Al otro lado de la l¨ªnea
Rodr¨ªguez Ponce est¨¢ ahora al otro lado de la l¨ªnea, comprobando lo dif¨ªcil que resulta tomar decisiones desde arriba. "Como vicario se me complic¨® la vida. Pero en estos nueve a?os he aprendido mucho. En el poder hay que tomar decisiones dif¨ªciles y lo pasas muy mal porque tienes que optar entre la justicia y lo que te exige el coraz¨®n. Aunque no me he dejado llevar por la nostalgia y, en cierto sentido, creo que soy lo suficientemente fr¨ªo para distanciarme y objetivar las circunstancias. Si no hubiera sido imposible". Quienes le conocen bien creen que es la hist¨®rica facilidad de Ponce para situarse en una zona neutra lo que pes¨® en la elecci¨®n del cardenal;
Cuando se le pregunta si le hubiera gustado ocupar el puesto que el padre Llanos dej¨® vacante, contesta rotundamente que no. "El ser l¨ªder pol¨ªtico vecinal y religioso no es hoy necesario, porque ese carisma est¨¢ repartido en el mundo seglar. De hecho, ¨¦l escribi¨® en sus memorias que su gran pecado fue el haber mandado mucho". Confiesa adem¨¢s que la personalidad de Llanos era tan aplastante que "todos los de m¨¢s pas¨¢bamos a un segundo o tercer plano. Como pasa con los genios, quienes est¨¢n a su alrededor crecen un poco menos. No me importa decir que en algunos momentos nos hizo sufrir un poco".
Para este cura la llegada de la democracia sirvi¨® "para poner a cada uno en su sitio". "Antes cada dos por tres ten¨ªamos que encerrarnos en la parroquia para exigir mejoras en el barrio o para protestar por el cierre de las f¨¢bricas, y all¨ª se presentaba la Guardia Civil. Ahora, cada instituci¨®n sabe cu¨¢l es su papel y el de la Iglesia es anunciar el Evangelio".
Ponce no puede evitar recurrir a una met¨¢fora evang¨¦lica para protestar contra el sistema: "Estamos en un barco que arroja continuamente gente al mar y s¨®lo podemos salvar a unos pocos. ?No podr¨ªamos construir un barco m¨¢s grande".
La llamada de Suqu¨ªa
El talante conciliador de Jos¨¦ Rodr¨ªguez Ponce, su discreci¨®n o quiz¨¢ tan s¨®lo la divina providencia pueden explicar que este hombre, que de no haber seguido la carrera eclesi¨¢stica hubiera podido muy bien ocupar un cargo en el Gobierno socialista -como de hecho ocurri¨® con algunos de los que, trabajaron muy cerca de ¨¦l: Javier Solana, Francisca Sauquillo, Juan Barranco, Mart¨ªn Palac¨ªn o Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez-, sea en la actualidad la mano derecha del cardenal Suqu¨ªa.En 1985, tras 11 a?os como p¨¢rroco de Vallecas, Suqu¨ªa le nombr¨® vicario episcopal en este distrito y seis a?os m¨¢s tarde vicario tambi¨¦n de la zona sur de Madrid, un puesto importante en la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, que le otorga poder de decisi¨®n sobre los 22 p¨¢rrocos destinados en la zona. Dado el pasado de cura combativo en Vallecas, es dific¨ªl entender la decisi¨®n de Sequ¨ªa de colocar a Ponce en su c¨ªrculo de poder. El antiguo p¨¢rroco de Vallecas se lo explica as¨ª: "El cardenal debi¨® de ver que yo no me situaba en la realidad con un unto de vista partidista. Buscaba un hombre que conociera bien la zona, capaz de integrar las distintas culturas de la Iglesia, pues en Vallecas estaban instalados desde el Opus Dei hasta las unidades populares de base", comenta.
Juan Jes¨²s Rodr¨ªguez Ponce asegura que Suqu¨ªa no le examin¨® antes de darle el cargo ni le dio ning¨²n consejo acerca de c¨®mo deb¨ªa enfocar su ministerio. "El cardenal no me conoc¨ªa personalmente,
Pero estaba muy bien informado acerca de m¨ª".
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