La ruptura entre EE UU y Jap¨®n preludia un periodo de incertidumbre en la econom¨ªa mundial
Bill Clinton invit¨® ayer a desayunar a Morihiro Hosokawa y su esposa en un intento de ¨²ltima hora de salvar algo del descalabro sufrido este fin de semana en las relaciones entre EE UU y Jap¨®n, los dos colosos econ¨®micos del mundo. Sin embargo, a la salida de ese encuentro, Hosokawa confirm¨® que las diferencias contin¨²an. "No cederemos a las presiones de Estados Unidos", sentenci¨®. La ruptura comercial entre Estados Unidos y Jap¨®n parece el preludio de una guerra comercial que abre un periodo de incertidumbre que amenaza a toda la econom¨ªa mundial.
En palabras utilizadas por un funcionario norteamericano directamente implicado en las negociaciones, "esto es como el choque de dos grandes trenes. Llevar¨¢ tiempo tratar de volver a unir todas las piezas destruidas y la v¨ªa quedar¨¢ interrumpida por alg¨²n tiempo".Estados Unidos ha prometido reaccionar con prudencia al fracaso del di¨¢logo con Jap¨®n. Hay mucho en juego en este envite. Como dijo el primer ministro Hosokawa, "las relaciones entre los dos pa¨ªses son demasiado importantes desde el punto de vista de la cooperaci¨®n pol¨ªtica, de la seguridad y de la estrategia global" como para jug¨¢rselo todo a un acuerdo comercial. Pero esta vez, tanto Washington como Tokio han jugado demasiado fuerte, y no va a ser f¨¢cil evitar una cadena de sanciones.
"El presidente le dijo a Hosokawa que simplemente no queremos continuar las negociaciones bajo las presentes circunstancias", coment¨® una fuente norteamericana, que precis¨®: "Estados Unidos est¨¢ revisando todas las opciones en su mano para abrir los merca dos japoneses; unas pueden ser tomadas inmediatamente, y otras a m¨¢s largo plazo".
La primera oportunidad para comprobar el verdadero alcance de estas amenazas llegar¨¢ el pr¨®ximo martes, d¨ªa en el que Estados Unidos tiene que decidir sobre una operaci¨®n comercial de la empresa Motorola en Jap¨®n. Debe decidir si sanciona o no a ese pa¨ªs por las dificultades puestas para acceder al mercado de los tel¨¦fonos celulares.
Posibles represalias
Entre la baraja de alternativas en manos del Gobierno norteamericano, la m¨¢s grave puede ser la utilizaci¨®n de la secci¨®n 301 de su Ley de Comercio Exterior, que le da derecho a castigar a cualquier sector comercial del pa¨ªs que pone trabas a determinado producto norteamericano. El sector al que primero se dirigen las miradas es al del autom¨®vil, que representa por s¨ª solo casi la mitad del super¨¢vit de 50.000 millones de d¨®lares que Jap¨®n tiene frente a Estados Unidos. En los ¨²ltimos d¨ªas se ha especulado con la posibilidad de que el Gobierno norteamericano incremente la carga impositiva sobre las camionetas fabricadas en Jap¨®n.
La Casa Blanca encuentra en su pol¨ªtica hacia Jap¨®n no s¨®lo el apoyo, sino la presi¨®n del Congreso para tomar medidas contra el comercio japon¨¦s. Las sanciones contra ese pa¨ªs encuentran un f¨¢cil respaldo popular en Estados Unidos.
El l¨ªder de la mayor¨ªa en la C¨¢mara de Diputados, Richard Gephardt, declar¨® que el Gobierno "no puede quedarse con las manos cruzadas" ante la actitud de Jap¨®n, sino que "tiene que pasar a la acci¨®n".
El presidente Clinton, que pretende manejar este conflicto con la mayor moderaci¨®n posible dado el peso de la relaci¨®n con Jap¨®n, manifest¨® tras su reuni¨®n con Hosokawa que es necesario "abrir un periodo de reflexi¨®n" antes de tomar decisiones. "Las relaciones con Jap¨®n", explic¨® un funcionario estadounidense, "se asientan sobre cuatro pilares, pol¨ªtico, estrat¨¦gico, econ¨®mico y comercial. Dos de esos pilares est¨¢n s¨®lidos, uno necesita apoyo y el otro necesita reparaci¨®n".
La prudencia de Estados Unidos en estas circunstancias no s¨®lo obedece a la enorme presencia del capital japon¨¦s en el mercado norteamericano, sino tambi¨¦n al efecto que eso tiene en otros mercados. "Como el presidente le explic¨® al primer ministro", afirma el portavoz que habl¨® con la prensa, "el efecto de cerrar los mercados japoneses no s¨®lo afecta a Estados Unidos, sino a los otros socios comerciales del Grupo de los Siete". Washington sostiene que, sin la apertura comercial de Jap¨®n, ser¨¢ muy dif¨ªcil consolidar el crecimiento en EE UU y en Europa.
Pero, por muy grave que sea esta crisis, la rigidez de las posiciones de Tokio y Washington no permite vislumbrar una soluci¨®n a corto plazo. EE UU considera que Jap¨®n no ha cumplido las promesas hechas en el acuerdo firmado en julio pasado. Tokio se niega a cuantificar las cantidades de productos norteamericanos que deben acceder a sus mercados.
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