Recital de Rosie P¨¦rez y Harvey Keitel en un 'thriller' sentimental
El actor Al Pacino, llega a la Mostra para recibir un Le¨®n de Oro honor¨ªfico
ENVIADO ESPECIALNo se estilan ¨²ltimamente las pel¨ªculas rom¨¢nticas sin barreras de pudor y miedo al rid¨ªculo, las que los franceses llamaron de amour fou. El amor loco ha sido sustituido por la violencia sanguinaria a palo seco. Pero el norteamericano Alexander Rockweu quiere, y logra en Somebody to love, mostrar que violencia y sentimentalismo no son (como no lo eran en las tradiciones cl¨¢sicas) incompatibles, sino complementarios, cuando los combina una sensibilidad afinada. Buena y humilde pel¨ªcula, en la que Rosie P¨¦rez y Harvey Keitel nos regalan un recital de s¨ª mismos. Mientras, Al Pacino engros¨® el desfile de estrellas en los escaparates de la Mostra.
Alexander Rockwell es conoc¨ªdo en Espa?a por In the soup, una curiosa obra del marginalismo neoyorquino, de presupuesto m¨ªnimo, completamente cutre, pero en la que se percib¨ªan despuntes de un estilo. Era un filme primerizo y torp¨®n, que sirvi¨® de aprendizaje a su director, cosa que se nota mucho en Somebody to love aqu¨ª en concurso. En ella, Harvey Keitel es el maestro de siempre y, por encima de ¨¦l, la puertorrique?a Rosie P¨¦rez -a la que hace unos meses la blandenguer¨ªa de la Academia de Hollywood birl¨® en oscar a la mejor int¨¦rprete secundaria por Sin miedo a la vida, para conced¨¦rselo disparatadamente a la ni?a de El piano- alcanza una gran creaci¨®n, sin esfuerzo y a trav¨¦s de un personaje nada f¨¢cil de componer y hacer cre¨ªble. La pel¨ªcula, aunque est¨¢ lejos de ser perfecta, es un paso adelante en la carrera de este minimalista neoyorquino, capaz de hacer cine contra la corriente y con cuatro d¨®lares. En una de sus escenas enloquecidas, Rockwell deja suelto ante la c¨¢mara al viejo Sam Fuller interpret¨¢ndose a s¨ª mismo. No parece casual esta presencia, pues el joven cineasta impone a su c¨¢mara algo de la mirada, al mismo tiempo airada y tierna, de su maestro. Tambi¨¦n aparece en la pantalla Quentin Tarantino, pero no haciendo de s¨ª mismo, sino de camarero charlat¨¢n, cosa que entra naturalmente en una pel¨ªcula que refuta sutilmente la moda impuesta por este cineasta triunfante, en una secuencia de relleno pero cargada de mala uva. Tarantino y Fuller andan por aqu¨ª empinando el codo y, junto a sus numeritos personales, pueden verse, en los pasillos del Palazzo y el Excelsior, los de Meg Ryan, Michael Douglas, William Friedkin, Danny de Vito, Penny Marshall, Jack Nicholson, Harrison Ford con la familia al completo, Giorgio Armani, Oliver Stone, Chaz Palmintieri, Maximilian Schell, Tom Hanks, Wini Wenders, que se ha tra¨ªdo un soso cortometraje titulado Alisha, destinado a la televisi¨®n; Peter Greenaway, que ha venido con otro ejercicio pict¨®rico televisivo titulado Stairs 1 Ginebra; y el fantasma del pobre Rainer Werner Fassbinder, de cuyas cenizas han resucitado -infortunadamente, pues la cosa no lo merece su telefilme Martha, realizado en 1973.
'La Biblia' de la RAI
Para la pantalla peque?a es tambi¨¦n el comienzo de la serie de la RAI sobre La Biblia, cuyos dos primeros cap¨ªtulos, 'El G¨¦nesis' y 'El Diluvio', fueron realizados hace dos a?os por el raro cineasta y m¨¢s raro ciudadano Ermanno Olmi, que jam¨¢s acude a un festival. Sus dos telefilmes tienen destellos del talento profundo, sereno y preciosista que dio lugar a tres obras maestras: Il posto, El ¨¢rbol de los zuecos y La leyenda del santo bebedor. Pero s¨®lo eso, destellos.Con las manos en los bolsillos, lleg¨® Al Pacino, convocado por la Mostra para recibir un Le¨®n de Oro por toda su carrera, cosa injusta pues en la filmograrla de este exagerado ¨ªtalo-neoyorquino abundan los efectismos de ba a estofa antes j
de que Francis Coppola sacara de debajo de su piel, seg¨²n cuentan a latigazos, el equilibrio entre gesticulaci¨®n ret¨®rica y explosi¨®n dram¨¢tica de que hace gala en los tres formidables Padrinos.
Y, junto a Pacino, el honorable Gillo Pontecorvo -un viejo comunista de quien la prensa italiana de izquierda dice ahora que es un hombre sin honor, mientras desde Polinesia Marlon Brando se despacha acus¨¢ndolo de "pistolero y racista", pues "daba mejor de comer a los blancos que a los negros en el rodaje de Queimada "- ha condecorado con otros dos leones honor¨ªficos a Ken Loach, al que no se espera; y Suso Cecchi d'Amico, guionista italiana, que ya est¨¢ aqu¨ª.
La vieja escritora exhibe sus canas paseando con su genial colega Tonino Guerra, formidable poeta y escritor de maravillosas pel¨ªculas. Para entendernos: Guerra es el verdadero creador del universo de Amarcord, y de su generoso ingenio chuparon Antonioni y Fellini a destajo.
Es sin duda para compensar la elecci¨®n del dedo de apretar el gatillo de Pontecorvo, cuya pistola apunt¨® a Cecchi d'Amico, por lo que el Sindicato ' de Escritores Cinematogr¨¢ficos italiano secuestr¨® de su retiro en R¨ªmini a Tonino Guerra y le otorg¨® el premio alternativo Pietro Bianchi.
Babelia
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