El mito de la mujer-ni?a
Dentro de esa serie ejemplar de exposiciones que se denominan "Contextos de la colecci¨®n permanente", el Museo Thyssen-Bornemisza presenta ahora la titulada "Kirchner. Fr¨¹nzi ante una silla tallada, 1910", que, adem¨¢s del maravilloso cuadro del propio museo, re¨²ne otras 15 obras, entre ¨®leos, acuarelas y dibujos de este mismo artista, procedentes de diversos museos alemanes, m¨¢s un par de fotograf¨ªas de la propia Fr?nzi, una de las cuales fue realizada por el pro pio Kirchner. Naturalmente, todo el con junto, no hace falta ni sugerirlo, es alusivo al tema central del cuadro conservado en el Museo Thyssen-Bornemisza, de manera que ¨¦ste luce en su m¨¢ximo esplendor significativo. Esto es en s¨ª muy oportuno para sacar partido a cualquier obra maestra, pero, adem¨¢s, perm¨ªtaseme resaltar que, en este caso, cobra una especial relevancia, porque el expresionismo alem¨¢n es, dentro del siglo XX, una de las partes mejor representadas en la colecci¨®n Thyssen-Bornemisza.
De hecho, en dicha colecci¨®n hay hasta ocho cuadros de Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938), fundador y principal cabeza directora del grupo expresionista Die Br¨¹cke (El Puente), creado en Dresde en 1905, pero suman la treintena los pertenecientes a otros miembros de este hist¨®rico grupo expresionista y los del Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), surgido un poco despu¨¦s en M¨²nich.
Pero centr¨¢ndonos en la obra Fr?nzi ante una silla tallada, cuya dataci¨®n es hist¨®ricamente crucial porque es de 1910, un momento decisivo en la evoluci¨®n del grupo y de la propia obra de Kirchner, hay que se?alar que no s¨®lo es una de las m¨¢s bellas que pint¨®, sino que testimonia, a trav¨¦s de la modelo, Fr?nzi, que le sirvi¨® de musa a ¨¦l mismo y a sus colegas de Die Br¨¹cke, la fascinaci¨®n sentida ante el tipo de mujer-ni?aa, una forma m¨¢s de evocaci¨®n nost¨¢lgica del mundo primitivo, salvaje, que, desde Gauguin, se incorpor¨® a la vanguardia hist¨®rica. Desde luego, no hace falta romantizar en exceso el personaje en cuesti¨®n, si bien entra de lleno en esta mitolog¨ªa de tardo-romanticismo simbolista que envolvi¨® con particular fuerza el universo cultural germ¨¢nico del momento, pero, en todo caso, fue Kirchner el que supo sacar un m¨¢ximo provecho pl¨¢stico y literario de esta inquietante y fr¨¢gil figura, expresi¨®n de la inocencia y la perversidad, del subterr¨¢neo universo de lo instintivo y del submundo de la marginaci¨®n. La selecci¨®n realizada para la ocasi¨®n por la Comisaria de la muestra, Magdalena Moeller, directora del Br¨¹cke Museum de Berl¨ªn, sirve para que el retrato de Fr?nzi, cuyo busto est¨¢ bellamente estilizado en un primer plano en el cuadro de la Thyssen, se pueda observar en las otras dimensiones trabajadas por Kirchner, con sus desnudos de posturas forzadas y formas puntiagudas, o se pueda contrastar con otras im¨¢genes semejantes, como la de Marcella, la, supuesta hermana de Fr?nzi. Se trata, en fin, de una magn¨ªfica muestra, que no s¨®lo cumple con el designio de contextualizar una obra capital de la colecci¨®n, sino que nos introduce de lleno en el universo est¨¦tico, psicol¨®gico y moral de uno de los primeros y m¨¢s relevantes movimientos de la vanguardia hist¨®rica, adem¨¢s, en fin, de servimos en bandeja un asunto romancesco apasionante.
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