El Partido Republicano intenta frenar el avance dem¨®crata y conservar el control del Congreso
Al tiempo que los votos electorales para la presidencia de Estados Unidos se amontonaban del lado de Bill Clinton para darle la victoria definitiva, las cadenas de televisi¨®n norteamericanas anticipaban tambi¨¦n importantes avances del Partido Dem¨®crata en una posible recuperaci¨®n de la mayor¨ªa en el Senado. Cuatro importantes esca?os, en Nueva Jersey, Michigan, New Hampshire y Massachusetts, se asignaron a candidatos del partido de Clinton, mientras que en la C¨¢mara de Representantes las proyecciones todav¨ªa eran demasiado vagas a las cuatro de esta madrugada.
La carrera por el Congreso de EE UU ha resultado apretad¨ªsima en las encuestas, y aunque algunas daban un ligero margen al Partido Dem¨®crata, est¨¢ dentro de lo posible que el electorado optara por equilibrar el reparto de poder renovando la mayor¨ªa republicana en las dos C¨¢maras.Esta posibilidad de gobierno dividido se reduc¨ªa ligeramente con la temprana victoria (no oficial, sino basada en encuestas a la salida de los colegios electorales) de los candidatos al Senado John Kerry (Massachusetts); Robert Torricelli (Nueva Jersey); Bob Smith (New Hampshire) y Carl Levin (Michigan). Todos pertenecen al Partido Dem¨®crata y encarnan, de un modo u otro, la respuesta moderada al extremismo de la revoluci¨®n republicana.
El duelo entre Torricelli y su oponente, Dick Zimmer, hab¨ªa elevado a nuevas cotas la utilizaci¨®n de la palabra "liberal" como insulto en la arena pol¨ªtica de EE UU, pero parece que al menos en este caso el electorado no ha seguido el juego a los republicanos. Para recuperar la mayor¨ªa en el Senado, los dem¨®cratas necesitaban una ganancia neta de tres esca?os. Al margen de los avances dem¨®cratas mencionados, la composici¨®n del Senado se manten¨ªa pr¨¢cticamente inalterada, es decir, favorable a los republicanos. Este partido se aseguraba ya esca?os por Carolina del Norte y Texas (Jesse Helms y Phil Gramm, respectivamente), Alabama, Virginia y Kansas.
Para recuperar la C¨¢mara de Representantes, los dem¨®cratas necesitan ganar 18 esca?os. Se estimaba que esta carrera no quedar¨ªa decidida hasta bien entrada la noche, una vez cerraran los colegios electorales en California y Washington. Los candidatos del Partido Republicano han invertido mucho m¨¢s dinero en la campa?a por el Congreso que los dem¨®cratas, y no ha habido un gran tema electoral en disputa como en 1994, cuando la revoluci¨®n conservadora puso de moda el discurso contra la burocracia de Washington.
En EE UU existe un equilibrio dif¨ªcil de romper entre quienes desean que el presidente y el Congreso sean del mismo partido, para facilitar la fluidez en el trabajo de la Administraci¨®n; y quienes creen en la divisi¨®n para garantizar el sistema de controles del poder. En dos de los cuatro a?os de su mandato, Clinton ha gobernado con un Congreso del partido contrario.
A medida que el presidente ha adoptado posiciones m¨¢s centristas y comprometidas, el electorado tambi¨¦n ha empezado a desconfiar del excesivo celo con que los republicanos interpretaron su victoria en las legislativas de 1994. Pero los votantes tampoco quieren dar a Clinton un cheque en blanco.
En los ¨²ltimos treinta a?os, los votantes se han inclinado por lo que llaman un "gobierno dividido" (que la Casa Blanca y el Congreso sean de signo contrario). En 22 de los ¨²ltimos 28 a?os, al menos una de las dos c¨¢maras del Congreso ha tenido mayor¨ªa del partido contrario al presidente.
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