?Ronaldo, 50 o 2001?
Despu¨¦s de reclamar durante meses su contrataci¨®n inmediata, los comentaristas italianos han dicho que Ronaldo es un jugador superado por los tiempos. Llegaron a Barcelona en el cortejo de la Fiorentina, le vieron fracasar en el intento de demostrar que la pasta italiana es penetrable, y luego le enviaron a la prehistoria en sus cr¨®nicas. "Es un futbolista de los a?os 50", dijeron con un gesto de indiferencia.Si analizamos m¨²sculo por m¨²sculo la figura del pelado de Ipanema, quiz¨¢ decidamos que tienen un punto, s¨®lo un punto, de raz¨®n. En aquella ¨¦poca, la lucha por los espacios de la cancha a¨²n no hab¨ªa llegado a la exageraci¨®n actual. M¨¢s all¨¢ de alguna escueta consigna dictada por el entrenador, de la incipiente moda del marcaje en zona o de las soflamas de los defensores del tackling brit¨¢nico, cada futbolista era due?o de su propio ingenio. A falta de otras exigencias, los azares del juego le pon¨ªan ante s¨ª mismo, de modo que deb¨ªa administrar la pelota conforme a su interpretaci¨®n personal. En la pr¨¢ctica, casi todos optaban por las soluciones de recurso, y s¨®lo unos pocos, confiados en su talento natural, se atrev¨ªan a pisarla, a esconderla o a tocarla con una segunda intenci¨®n. A partir de este principio, el juego aceptaba una jerarqu¨ªa elemental y los equipos sol¨ªan organizarse en dos grupos definidos: una mayor¨ªa de torpes y una minor¨ªa de virtuosos. Llegada la ocasi¨®n, el problema se reduc¨ªa al triple tr¨¢mite de entregar el bal¨®n al artista m¨¢s pr¨®ximo, acompa?arle en el sentimiento, y pedirle que inventara algo para la pandilla. En eso aparec¨ªan los Ronaldos; es decir, los Matthews, los Kopa, los Ben Barek y los Molowny. Encadenaban una finta, un recorte y un tiro y la fiesta se interrump¨ªa hasta mejor oportunidad.
Atrapado en la mara?a de obligaciones t¨¢cticas, el f¨²tbol italiano ya no concibe los impulsos del genio. En vez de importar ¨ªntegra la escuela holandesa o de mirarse en el espejo de Brasil, se ha empe?ado en dos tareas de dudoso gusto: esquilmar el mercado de valores y apuntarse a la disciplina inglesa. Ha elegido el modelo del norte sin darse cuenta de que, pasado por los fogones de Manchester, el juego se llena de carbonilla. Basta con analizar lo ocurrido con Maradona, Laudrup, Scifo o Bergkamp para decidir que, metido en la factor¨ªa, el talento puede disolverse o, peor a¨²n, convertirse en un elemento auxiliar. Hoy sus estrategas se asombran ante los golazos de Ronaldo y luego se preguntan, como anta?o: "?Libertad? ?Para qu¨¦?".
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