¡°La prensa es feroz¡±
Lady Di explica las razones que le impulsaron a encabezar campa?as mundiales contra el sida
"Ella era algo m¨¢s que un princesa hermosa; ahora, muchos sentir¨¢n no haberla tomado m¨¢s en serio". As¨ª habl¨® ayer Annick Cojean, la periodista francesa que realiz¨® en junio la ¨²ltima entrevista con Diana Spencer. Su contenido caus¨® un importante esc¨¢ndalo en las filas del Partido Conservador brit¨¢nico. Este es su texto.
En esta ocasi¨®n, la anfitriona es ella. Y este papel le conviene, confiere a sus gestos mayor soltura y desliza en su mirada azul turquesa destellos de felicidad. La princesa est¨¢ en su palacio de Kensington, relajada, independiente. Sin duda es el ¨²nico lugar donde no corre el riesgo de ser el objetivo de las c¨¢maras. Lleva un vestido corto y sin mangas, a juego con el color de sus ojos. Sobre todo, parece libre y esta naturalidad es una sorpresa en alguien a quien el protocolo recomienda llamar madam (se?ora).
La princesa tiene cajones llenos de fotograf¨ªas. Pero es la selecci¨®n que hemos realizado la que le interesa enseguida. No son fotograf¨ªas a hurtadillas, privadas, ¨ªntimas, sino fotograf¨ªas conocidas de un personaje p¨²blico que, al dirigir su atenci¨®n sobre un problema social o una causa humanitaria, han reforzado el mito de una princesa que tiene un gran coraz¨®n. Diana las mira una por una, proporcionando cada vez, con entusiasmo, la explicaci¨®n de las im¨¢genes: d¨®nde, cu¨¢ndo, con qui¨¦n... "Presto mucha atenci¨®n a la gente", comenta. "No hay nada que me transmita m¨¢s felicidad que intentar ayudar a los m¨¢s desvalidos (...) Cualquiera que est¨¦ desamparado me llamar¨¢ y yo acudir¨¦, all¨ª donde est¨¦".
?Qu¨¦ explicaci¨®n hay que dar? No es ni coqueter¨ªa ni una imagen calculada. La fotograf¨ªa de un ni?o en Pakist¨¢n le conmueve "porque es aut¨¦ntica"; esa es la raz¨®n. Aquel d¨ªa de febrero de 1996, rodeada de padres de otros ni?os enfermos, la princesa sent¨ªa que estaba en su lugar. Su emoci¨®n no era fingida, su recogimiento era profundo.
La fotograf¨ªa es el testimonio de una experiencia humana, no de una obligaci¨®n oficial. "En el fondo, es un instante privado durante un acto p¨²blico. Una emoci¨®n privada que una fotograf¨ªa convierte en comportamiento p¨²blico. Curiosa conexi¨®n. Sin embargo, si pudiera elegir, es en este tipo de ambiente en el que me siento en perfecta sinton¨ªa, en el que prefiero ser fotografiada".
Privado, p¨²blico... ?D¨®nde est¨¢ la frontera? La princesa siembra la confusi¨®n pulveriz¨¢ndola, introduciendo el lado privado en la esfera p¨²blica. Dicho de otro modo, cargando de afectividad y de emoci¨®n los deberes y las funciones de su cargo. Ya no hay caparaz¨®n. El empe?o es sincero. La gente lo advirti¨® desde el primer d¨ªa, cautivada por su compasi¨®n y su complicidad instant¨¢nea con el ciudadano de la calle. A los pol¨ªticos y pr¨ªncipes les gusta mucho menos.
Vean sus gestos con la abuela bosnia que aprieta junto a su coraz¨®n, con un hombre enfermo de sida al que sostiene la mano durante largo tiempo entre las suyas, con esa ni?a angole?a con una sola pierna que sienta sobre sus rodillas. Da besos, acaricia, abraza. "S¨ª, les toco. Creo que todo el mundo lo necesita, sea cual sea su edad. Colocar la palma de la mano sobre una cara amiga, supone entrar en seguida en contacto, comunicar ternura, se?alar la proximidad. Es un gesto que me resulta natural, que surge del coraz¨®n. No es premeditado".
Sus arranques han hecho fruncir el ce?o a la familia real en numerosas ocasiones. El estilo Diana romp¨ªa esquemas. Sobre todo, cuando se hizo evidente que m¨¢s all¨¢ de mostrar una imagen m¨¢s moderna reflejaba otra relaci¨®n con la gente la joven tuvo que contener sus impulsos y lleg¨® a dudar de su propio papel. "De todos modos, desde el d¨ªa en que entr¨¦ a formar parte de esta familia nada pod¨ªa hacerse con naturalidad".
As¨ª pues, la gente fue la que poco a poco le dio confianza. Fueron los enfermos, los ni?os, los excluidos que visitaba con una asiduidad desconocida quienes la convencieron de lo adecuado de su planteamiento y de su don para relacionarse.
Y fue de ellos de quienes, en momentos dif¨ªcil es, sac¨® energ¨ªas y casi una raz¨®n para vivir. "Me siento pr¨®xima a la gente, sean quienes sean. Por eso molesto en algunos c¨ªrculos. Porque estoy mucho m¨¢s cerca de los de abajo que de los de arriba y estos ¨²ltimos no me lo perdonan. Porque tengo una relaci¨®n verdaderamente estrecha con los m¨¢s humildes. Mi padre siempre me ense?¨® a tratar a todo el mundo por igual. Siempre lo he hecho y estoy segura de que a Guillermo y a Enrique les ha servido de ejemplo".
Hay valores sobre los que la madre del futuro rey no transige. La que habla es una joven mujer decidida. Una princesa de 36 a?os que a¨²n no sabe qu¨¦ camino seguir¨¢ su vida. "Ser permanentemente el centro de atenci¨®n me da una responsabilidad especial. En particular, la de aprovechar el impacto de las fotograf¨ªas para transmitir un mensaje, sensibilizar al mundo sobre una causa importante, defender de terminados valores".
Sus obligaciones oficiales se han reducido con la sentencia de divorcio y sus intervenciones son producto exclusivamente de su propia elecci¨®n. Tambi¨¦n en esto hace alarde de su libertad. "Nadie puede dictarme mi forma de conducta. Trabajo por instinto. Es mi mejor consejero". La lucha contra las minas antipersonas, el sida, la investigaci¨®n contra el c¨¢ncer, las leproser¨ªas -la fotograf¨ªa que la mostraba dando la mano a leprosos ha hecho m¨¢s por la enfermedad que las campa?as de prensa organizadas desde hace 20 a?os- siguen siendo sus prioridades.
Pero solo hay controversias, humillaciones y pol¨¦micas. Visit¨® un centro de gente sin hogar y le acusaron de poner en un aprieto al Gobierno conservador. Un gesto de ternura hacia un enfermo de sida (a principios de los a?os ochenta) y algunos conservadores vieron en ello una acto de indulgencia culpable de inmoralidad. ?Su trato espont¨¢neo en la India con unos intocables? Los viejos amigos del Imperio se atragantaron todos a la vez. ?Su visita a Lahore, en el hospital fundado por Imran Khan, el marido de su amiga Jemina? La prensa recogi¨® las acusaciones de Benazir Bhutto, que consideraba escandaloso el apoyo pol¨ªtico que proporcionaba as¨ª a su anfitri¨®n, considerado como un miembro de la oposici¨®n. ?Su presencia en un quir¨®fano de ?frica durante un tras plante de coraz¨®n? Fue acusada de coqueter¨ªa indecente, con los peri¨®dicos centrando la atenci¨®n del p¨²blico en una fotograf¨ªa que la mostraba en primer plano, con una mascarilla de cirujano con los ojos maquillados.
"La prensa es feroz", afirma, "No perdona nada, solo va a la caza del error. Cada intervenci¨®n es distorsionada, cada gesto criticado. Creo que en el extranjero es diferente. Me reciben con simpat¨ªa, me toman tal y como soy, sin juicios a priori, sin aguardar el paso en falso. En el Reino Unido es lo contrario. Y creo que en mi lugar cualquier persona juiciosa se hubiese marchado hace tiempo. Pero no puedo. Est¨¢n mis hijos".
El episodio m¨¢s chocante fue probablemente su viaje a Angola, a principios de este a?o. Des de tiempo atr¨¢s, la princesa hab¨ªa preparado este desplazamiento organizado por la Cruz Roja, dirigido a atraer la atenci¨®n sobre el drama de las v¨ªctimas de las minas antipersonales (m¨¢s de 70.000 angole?os) y apoyar la campa?a mundial encaminada a su prohibici¨®n. As¨ª pues, pudimos verla dedicando horas a escuchar los testimonios de j¨®venes mutilados por las minas, de m¨¦dicos, de desactivadores. Fue fotografiada llevando armadura y visera para atravesar un campo minado y seguir las operaciones de desactivaci¨®n. Pero fue Londres quien desencaden¨® los titulares. Los medios conservadores desataron su furia.
"Es un ca?¨®n fuera de control", lanz¨® un diputado, de ocupaci¨®n conde. "?Es una ingenua, est¨¢ mal aconsejada y es una completa ilusa!", afirmaba con conmiseraci¨®n otro representante. "Sobre todo mal informada", se burlaba un portavoz que esboz¨® un dudoso paralelismo con Brigitte Bardot. "El tema es demasiado complicado para su bonita cabeza de pajarillo". Rara vez las cr¨ªticas hab¨ªan alcanzado tal grado. Nunca la misoginia hab¨ªa aparecido con tanta fuerza. El Gobierno mantuvo silencio oficial, pero su malestar era evidente. "La pol¨¦mica ech¨® a perder un d¨ªa de trabajo, pero multiplic¨® por diez la cobertura de los medios de comunicaci¨®n".
"Con el paso de los a?os, he tenido que aprender a situarme por encima de las cr¨ªticas. Pero mediante la iron¨ªa. Las cr¨ªticas me han servido para proporcionarme una fuerza que no pensaba poseer. Esto no quiere decir que no me hayan dolido. Pero me han transmitido la fuerza para seguir el camino elegido".
No era el asunto del beso en el yate lo que iba a obligarle a renunciar a mediados de agosto a viajar a Bosnia. El mensaje sobre el problema de las minas perder¨¢ fuerza, pero Diana demostrar¨¢ que no le intimidan, que los paparazzi no rigen su vida y que sabe mantener el rumbo.
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