Muere Aldo Rossi, un arquitecto metaf¨ªsico
El proyectista y dise?ador milan¨¦s fallece a los 66 a?os a causa de un accidente de tr¨¢fico
Este verano catastr¨®fico, que se cobr¨® hace un mes en Nueva York la vida del norteamericano Paul Rudolph, ha detenido tambi¨¦n en Mil¨¢n los d¨ªas de otro gran arquitecto, el italiano Aldo Rossi. Tras sufrir un accidente de autom¨®vil en las cercan¨ªas de la ciudad, que le produjo la fractura de una pierna y una costilla, fue internado en un hospital milan¨¦s, donde falleci¨® 10 d¨ªas m¨¢s tarde, el 4 de septiembre. El estado de Aldo Rossi, que se accident¨® cuando se desplazaba a su casa de campo, no hac¨ªa temer este desenlace, pero su salud ya quebrantada no fue capaz de superar el trauma del golpe y sus secuelas. La inesperada muerte del influyente te¨®rico, proyectista y dise?ador, ha sido recibida con estupor tanto en su pa¨ªs como en Espa?a, Alemania o Estados Unidos, donde disfrutaba de una extraordinaria estima.Aldo Rossi, nacido en Mil¨¢n en 1931, deja una obra intelectual y art¨ªstica que ha cambiado el rumbo de la arquitectura contempor¨¢nea. Sus escritos, sus edificios y sus dibujos han ejercido una influencia tan colosal desde los a?os sesenta que no hay arquitecto o escuela que no haya forcejeado con su seducci¨®n. En Espa?a, su racionalismo clasicista y metaf¨ªsico fue admirado e imitado, tanto en Madrid y Barcelona como en el Pa¨ªs Vasco, Andaluc¨ªa y Galicia, regiones donde florecieron f¨¦rtiles escuelas rossianas. Enamorado de ciudades como Sevilla y Santiago de Compostela, sus frecuentes visitas hicieron m¨¢s entra?able su autoridad ideol¨®gica y pl¨¢stica, que sin embargo s¨®lo cristaliz¨® en un encargo espa?ol, el Museo del Mar en Vigo, realizado con C¨¦sar Portela, y que cuando se termine ser¨¢ ya una obra p¨®stuma.
Dibujos fascinantes
Aunque siempre se cita La arquitectura de la ciudad, su libro de 1966, como fundamento de su popularidad y su prestigio, lo cierto es que fueron m¨¢s bien sus escasos edificios y sus fascinantes dibujos los que capturaron la imaginaci¨®n de los arquitectos del mundo. El bloque de viviendas de Gallaratese en Mil¨¢n, de 1969-1976, era un manifiesto abstracto y monumental de interminables ventanas repetidas y columnatas silenciosas; su proyecto de 1972 para el cementerio de M¨®dena, que se construir¨ªa mucho m¨¢s tarde, dibujaba la necr¨®polis como una ciudad ideal de la Ilustraci¨®n, obsesivamente sim¨¦trica y vac¨ªa, con las sombras alargadas y la poes¨ªa metaf¨ªsica de Giorgio de Chirico.
La recuperaci¨®n surreal y nost¨¢lgica de un racionalismo que reun¨ªa a Loos y Mies con Tessenow y Terragni, y el ¨¦nfasis en la sabidur¨ªa an¨®nima de la ciudad existente y los tipos hist¨®ricos, hicieron de la obra de Rossi una amalgama eleg¨ªaca de geometr¨ªa y memoria, que se ilustrar¨ªa en sus proyectos posteriores con un repertorio melanc¨®lico y l¨ªrico de formas vern¨¢culas extra¨ªdas de los paisajes de su infancia: los faros y las casetas de la playa, los quioscos de m¨²sica, los galpones o los graneros.
Su Autobiografia cient¨ªfica, de 1979, sin duda su libro m¨¢s emocionante, muestra al historiador urbano convertido en artista y en poeta; su Teatro del mundo, una construcci¨®n de madera ef¨ªmera y flotante que realiz¨® para la Bienal de Venecia de 1980, muestra por su parte. al arquitecto ide¨®logo transformado en autor introvertido y secreto.
Edificios herm¨¦ticos
A partir de entonces, y siendo ya una estrella internacional -tras darse a conocer en Estados Unidos, donde le introdujeron Rafael Moneo y Peter Eisenman, y donde en 1990 se le consagrar¨ªa con el Nobel oficioso del Premio Priztker-, Aldo Rossi gan¨® en encargos lo que perdi¨® en influencia. De Berl¨ªn a Florida, y de Jap¨®n a Holanda, el arquitecto milan¨¦s tradujo en edificios juguetones y herm¨¦ticos sus hermosos dibujos, pero no consigui¨® que las obras realizadas conservasen el perfume l¨ªrico de las im¨¢genes en el papel. El hotel de Fukuoka, el Museo de Maastricht o las oficinas de Disney en Orlando evidencian la difusi¨®n de su inconfundible lenguaje por tres continentes, pero no son mejores testimonios de su popularidad que la famosa, cafetera que dise?o para Alessi o el reloj de gruesa corona circular que exhiben tantos arquitectos como un signo de distinci¨®n.
Para muchos, Rossi era ya apenas algo m¨¢s que una marca en el competitivo firmamento del consumo de im¨¢genes; pero su desaparici¨®n nos recuerda que detr¨¢s de ese vocabulario codificado hab¨ªa un intelectual exigente y un artista intenso sin cuya poes¨ªa metaf¨ªsica y eleg¨ªaca no se puede entender la arquitectura del ¨²ltimo tercio del siglo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.