El rossianismo frente al desorden
Hay arquitectos que, incluso al margen de la calidad de sus obras, han marcado un punto de inflexi¨®n en la historia de la arquitectura de alcances inmediatos y de consecuencias persistentes. Esos puntos de inflexi¨®n se suelen proclamar simult¨¢neamente en la propuesta mod¨¦lica de la obra, en los textos program¨¢ticos y, sobre todo, en la ense?anza. universitaria exigente y comprometida. ?ste es el caso de Aldo Rossi. En los tres campos ha ejercido una enorme influencia con una empe?ada vocaci¨®n de hacer escuela, durante un periodo en el que esta vocaci¨®n parec¨ªa superada por la de expresarse en t¨¦rminos m¨¢s individualistas, menos adecuados a un determinado programa cultural y a una actitud profesional generalizable.L'Architettura della citt¨¢ fue, en el a?o 1966, un impacto que influy¨® en toda una generaci¨®n y que, de alguna manera,situ¨® el problema de la morfolog¨ªa urbana en el centro de la discusi¨®n arquitect¨®nica. Producto directo de la energ¨ªa cultural de Ernesto Rogers, Rossi destac¨®, dentro de su grupo generacional y del ambiente italiano, especialmente el milan¨¦s de los a?os sesenta, con una propuesta muy personal de renovaci¨®n estil¨ªstica, tan especialmente estil¨ªstica que pudo ser comunicada rotundamente a trav¨¦s de sus dibujos, sus, obras, sus textos sucesivos y su imperialismo universitario.
Hubo unos a?os en que todos los estudiantes de Europa iniciaban sus proyectos utilizando las precisiones formales del particular repertorio ling¨¹¨ªstico que Rossi hab¨ªa inventado. Era tan evidente, tan claro, incluso tan f¨¢cil como antes hab¨ªa sido la aplicaci¨®n inmediata de los c¨¢nones del clasicismo amanerado. Ah¨ª estaba el peligro. Pero su propia obra y sus textos ayudaron a superar las f¨®rmulas del repertorio estil¨ªstico y resaltar, en cambio, las ventajas de un m¨¦todo objetivo.
Ese m¨¦todo, esa capacidad de an¨¢lisis de la tradici¨®n, de la realidad constructiva, de la modesta supeditaci¨®n del dise?o a las funciones colectivas es lo que Rossi nos habr¨¢ dejado como m¨¢s consistente en estos momentos de desorden conceptual. Podemos tener muchas dudas sobre los resultados concretos o difuminados de las evoluciones que se propusieron en las vor¨¢gines posrracionalsitas e incluso posmodernas, pero el rossianismo y la tendenza quedar¨¢n siempre como un intento serio de reintegraci¨®n del movimiento moderno.
La triste noticia de su muerte me permite insistir en ese reconocimiento de su gran esfuerzo cultural, pero tambi¨¦n, y en primer t¨¦rmino, me evoca los recuerdos de muchos a?os de amistad en la que se evidenciaba siempre el gusto por una continua generosidad intelectual, en la que no se renunciaba la apasionada pol¨¦mica, pero en la que hab¨ªa siempre el gesto de participaci¨®n afectuosa.
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