Bajo el brillo del titanio
Carolina Herrera y Paco Rabanne presentan su moda en el Museo Guggenheim junto a un grupo de dise?adores vascos
Un poco de Am¨¦rica y otro poco de Europa, como aspira a ser el mismo Museo Guggenheim de Bilbao. Por parte americana, la dise?adora venezolano-neoyorquina Carolina Herrera y, por parte europea, el modista franc¨¦s de origen espa?ol Paco Rabanne formaron ayer el doble eje de un desfile de modelos organizado en el Guggenheim para promocionar a los creadores vascos. Entre las sinuosas formas del edificio dise?ado por Frank Gehry, flanqueado por amplias ventanas a trav¨¦s de las que se colaba la luz de la noche, los dos grandes nombres de la moda internacional presentaron ayer sus colecciones para la pr¨®xima temporada de oto?o-invierno. Por vez primera, la est¨¦tica del museo, una imagen inconfundible con sus vol¨²menes irregulares cubiertos por miles de placas de titanio y amplias cristaleras, sirvi¨® de conexi¨®n entre el arte y la moda.?El Guggenheim ha inspirado mi ¨²ltima colecci¨®n?, aseguraba Carolina Herrera. En el caso de Rabanne, la relaci¨®n es tan evidente -los tejidos met¨¢licos han sido signo de identidad de sus colecciones desde hace d¨¦cadas- que no hac¨ªa falta explicaci¨®n. Sus prop¨®sitos en el campo de la moda, asegura el modista, coinciden con el esp¨ªritu de creaci¨®n del Museo Guggenheim. ?El arte se elabora hoy y se construye para ma?ana. Fiel a esta definici¨®n, la arquitectura alimenta mis colecciones desde sus propios principios?, explic¨® Rabanne.
Carolina Herrera pidi¨® informaci¨®n sobre el Guggenheim tan pronto como supo de la puesta en marcha del proyecto. Antes de ver el museo con sus propios ojos conoci¨® la obra de Gehry por libros y revistas e inici¨® ?una investigaci¨®n inspirada por el color del titanio?. Fascinada por el cambio de color del metal seg¨²n la hora del d¨ªa o la ¨¦poca del a?o, se dispuso a trasladar sus impresiones a la ropa. El resultado se traduce en prendas grises, plateadas, del color del titanio, de l¨ªneas simples y cosidas en telas livianas. O en bordados de formas geom¨¦tricas para los trajes de noche, que quieren ser una r¨¦plica de las cristaleras del Guggenheim, en los que se utiliza ?el car¨¢cter juguet¨®n?, dice la dise?adora, del tul y la seda y el destello de las lentejuelas. Fue una explosi¨®n de fascinaci¨®n que se llev¨® el c¨¢lido aplauso de los asistentes, entre los que estaban desde su colega la dise?adora Sybilla, la actriz Luc¨ªa Bos¨¦ o las dos consejeras del Gobierno vasco, la socialista Rosa D¨ªez y la peneuvista Mari Carmen Garmendia.
Inspirarse en la arquitectura es una novedad en la forma de trabajar de Carolina Herrera. ?Por qu¨¦ lo ha hecho? ?Porque, como dicen ustedes, es alucinante?, explicaba con su acento caribe?o. ?Yo comparo el Guggenheim con la torre Eiffel: es la joya del siglo XX?. Los trajes de Herrera y Rabanne fueron, en la pr¨¢ctica, los padrinos de la ropa elaborada por las firmas KZ (Krug-Zulueta), J+G (Juana Ruiz y Garbi?e Urdampilleta) y Mercedes de Miguel, que precedieron a los maestros en el desfile. La firma KZ opta por el punto y las l¨ªneas austeras. Su ¨²nico gui?o a la fantas¨ªa tambi¨¦n juega con los metales: las prendas llevan hilos en oro y plata mate. J+G viste a la mujer con ropa sacada del armario masculino, a la que dan luz con tejidos tornasolados y, c¨®mo no, metalizados. Los vestidos de fiesta de Mercedes de Miguel tampoco se escaparon a la fiebre del brillo met¨¢lico. Herrera no cree que utilizar su nombre para promocionar otras firmas suponga un dem¨¦rito. ?Me siento muy honrada por haber sido invitada, por participar junto a dise?adores de una creatividad enorme?, asegur¨®.
Carolina Herrera pase¨® su porte de dama neoyorquina por Bilbao desde el fin de semana. Ayer por la ma?ana eligi¨® para cubrir su cuerpo menudo un traje de la gama pastel, con la chaqueta verde muy claro y la falda arena. Sus piernas desnudas y su escote luc¨ªan un buen bronceado en la recepci¨®n que ofreci¨® a los participantes el alcalde de Bilbao, el peneuvista Josu Ortuondo. ?Dicen que no debemos reconocerlo, porque es muy perjudicial para la salud, pero s¨ª, tomo el sol?, dijo con la solemnidad de quien reconoce una terrible transgresi¨®n. Y aconsej¨®: ?Hazme caso, yo jam¨¢s tomo el sol en la cara?.
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