Greene se estira y se estira
Mo Greene es un fabuloso especialista en 100 metros que se estira todo lo que puede para llegar al 200. Gan¨® la final, pero se mantiene la discusi¨®n sobre su autoridad en una prueba que le viene larga. En los 100 metros aprovecha su tremenda fuerza para obtener la m¨¢xima velocidad. Pero en los 200 metros aparece el valor el¨¢stico, la capacidad para moverse con rapidez sin perder energ¨ªa. Michael Johnson es la elasticidad en estado puro. Greene gana en los 200 porque es un gran velocista, porque se aguanta a base de fuerza y porque no acaba de encontrarse con un especialista de verdad. En esta prueba, no hay color entre Michael Johnson y Maurice Greene. Uno domina la distancia como un maestro. El otro combate contra la distancia. Es un guerrero, car¨¢cter que le hace admirable, pero no se mueve en su h¨¢bitat natural.Ayer, Greene envi¨® en sus declaraciones un mensaje directo al h¨ªgado de Michael Johnson. El nuevo plusmarquista de 400 hab¨ªa descartado cualquier posibilidad de enfrentamiento con Greene que no se produjera durante unos Juegos Ol¨ªmpicos o en unas pruebas de selecci¨®n. Pero Mo Greene no acepta un no por respuesta. "Va a ser un gran espect¨¢culo cuando me enfrente a Michael Johnson", fanfarrone¨®. "?Que qui¨¦n va a ganar? Yo, por supuesto".
Pero si se habla de especialistas, el m¨¢s aproximado es el nigeriano Francis Obikwelu. S¨®lo tiene 21 a?os y todos los entrenadores se refieren a ¨¦l con entusiasmo. Le ven como al sucesor de Michael Johnson. ?En qu¨¦ carrera? En los 400. Tambi¨¦n Obikwelu dice que se convertir¨¢ en cuatrocentista. Hasta que eso ocurra tendr¨¢ que afinarse mejor en el 200, donde dispone de un gran margen de progresi¨®n. En las semifinales corri¨®, como quien lava, en 19,84, octava mejor marca mundial de la historia. Pero todav¨ªa se maneja como un aprendiz.
Se pensaba en el nigeriano como alternativa a Greene. La mejor marca del norteamericano estaba cifrada en 19,85, una cent¨¦sima peor que Obikwelu en las semifinales. Por lo tanto, hab¨ªa dudas razonables sobre la victoria de Greene. Pero nadie puede discutir un rasgo del atleta norteamericano: cuando entra a competir no se borra ante nadie. Si el mejor Surin no le hab¨ªa ganado en los 100 metros, ?por qu¨¦ iba a hacerlo un reci¨¦n llegado?
Greene no s¨®lo venci¨® porque fue el m¨¢s r¨¢pido. Tambi¨¦n hizo uso de su capacidad de intimidaci¨®n. A Obikwelu le vino grande la final. No estaba preparado para afrontar la competencia con un rival experto y contundente. Greene se ha ganado tanto prestigio en el circuito internacional que casi todo el mundo le trata de usted.
Obikwelu ten¨ªa el aspecto afectadizo de los perdedores. Corr¨ªa por la cuarta calle, por delante de Greene, que sac¨® petr¨®leo de esa ventaja. Su puesta en acci¨®n es corriente. No ha trabajado la potencia y sus largas piernas le impiden la explosi¨®n. Recuerda al viejo Lewis. Con una diferencia. Lewis amaba la competici¨®n. Durante casi 16 a?os se bati¨® contra los mejores y en las circunstancias m¨¢s dif¨ªciles. Casi siempre sali¨® ganador. Obikwelu no parece un atleta de car¨¢cter firme. Si es problema de juventud o de mentalidad, se ver¨¢ muy pronto.
En Sevilla corri¨® tan atemorizado por la sombra de Greene que se clav¨® sin remedio. Sali¨® mal y no remat¨®. Le pudo el miedo a un rival que no lo tiene. Porque las condiciones de Greene para reinar en la prueba de 200 metros son cuestionables. En la final aprovech¨® su velocidad punta para desarmar a Obikwelu en la curva. Le alcanz¨®, le sobrepas¨® y lo dej¨® tirado. Obikwelu se rindi¨®. El ¨²nico que funcionaba a toda m¨¢quina era el brasile?o Claudinei da Silva, un buen especialista sin m¨¢s. Sin Johnson, sin Boldon, sin Fredericks, sin el joven John Capel, la final se devalu¨® con la rendici¨®n de Obikwelu.
Greene exprimi¨® su velocidad con la energ¨ªa que le caracteriza. Sali¨® en primera posici¨®n de la curva y no volvi¨® a encontrar oposici¨®n. Cada uno se resign¨® a su papel. Da Silva vio la oportunidad de conseguir el segundo puesto, y lo logr¨®. Obikwelu no estaba para presentar batalla a nadie. Y Obedele Thompson pas¨® de puntillas. Otro atleta d¨¦bil de car¨¢cter. De eso se trat¨®: de pujanza, de energ¨ªa, de capacidad para combatir. No hab¨ªa especialistas de clase, fuera del nigeriano. Y a ¨¦ste le temblaron las piernas. Estupendas noticias para Greene, que logr¨® la victoria con un tiempo aceptable (19,91 segundos). Pero a estas alturas del partido, nadie se queda impresionado por ese tiempo. Lo que verdaderamente impresiona de Greene es su pegada de ganador.
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