El aire en Salobre?a
Una noche se escap¨® para ver el mar. Su familia estaba veraneando en Lanjar¨®n y su madre le hab¨ªa dicho que aquel horizonte fresqu¨ªsimo y lejano tras las monta?as era el mar. Desde entonces, Jos¨¦ Mart¨ªn Recuerda, nacido en cualquier a?o de la d¨¦cada de los veinte, no ha dejado de necesitar el mar y la gente de los pueblos costeros. "La gente de Motril", dice ahora, "es gente buen¨ªsima, la mejor del mundo". En su casa huele a pinos y albahaca y, al anochecer, tambi¨¦n a lim¨®n. Desde su habitaci¨®n se ve la mole imponente de Salobre?a, un hermoso pueblo de la costa granadina. Se ve el mar y a veces, en los d¨ªas claros, Sierra Nevada. Ah¨ª escribe Mart¨ªn Recuerda. Acaba de terminar un drama del que a¨²n no tiene decidido el t¨ªtulo final. No queremos la revoluci¨®n, se llama por ahora, y trata sobre el sida y la desesperaci¨®n. La casa est¨¢ llena de premios, de trofeos, como los deportistas, de carteles de sus obras: La llanura, El teatrito de don Ram¨®n, Las salvajes en Puente San Gil, Las arrecog¨ªas del beaterio de Santa Mar¨ªa Egipc¨ªaca... todos salpicados de actrices, actores y directores famosos: Ana Magnani, Adolfo Marsillach, Concha Velasco, Carmen de Lirio, Lola Gaos, Emilio Guti¨¦rrez Caba, Lola Cardona. Tambi¨¦n hay libros con sus obras en castellano, en franc¨¦s, en ingl¨¦s, en alem¨¢n. Y biograf¨ªas, montones de biograf¨ªas sobre ¨¦l. "Ya he escrito 34 obras, y lo ¨²nico que le pido a Dios es que no me quite las fuerzas para seguir escribiendo", dice. Oye historias de sus vecinos y, para ¨¦l, inmediatamente, se convierten en argumentos dram¨¢ticos. As¨ª ocurri¨® con La llanura, uno de sus primeros libros, una historia sobre los paseos que daban los fascistas en la guerra civil y que fue brutalmente censurada por el franquismo. Ahora el Centro Andaluz de Teatro va a hacer un nuevo montaje que se estrenar¨¢ en Granada. Una r¨¢faga de aire marino golpea la terraza en la que Mart¨ªn Recuerda est¨¢ sentado. El dramaturgo rememora su estancia en Washington y California, all¨¢ por los a?os sesenta. "Cuando iba a volver a Espa?a hubo manifestaciones con pancartas para que no me marchara". All¨ª ense?aba teatro y los americanos no quer¨ªan perderlo. "Me ofrec¨ªan una estancia pagada en Espa?a durante nueve meses a cambio de que en EE UU estuviese tres". Ahora est¨¢n estrenando alguna de sus obras en Manchester, y en Granada se le prepara un gran homenaje para este oto?o. Como el que en abril se le hizo en Salobre?a. El Ayuntamiento de Motril, que tambi¨¦n le ha dedicado una calle -"calles con su nombre tiene ya montones", comenta su amigo ?ngel Cobo-, est¨¢ reeditando su obra en una lujosa edici¨®n. Mart¨ªn Recuerda, doctor en Filosof¨ªa y Letras, tiene tambi¨¦n un instituto con su nombre. "Eso s¨ª que me hace mucha ilusi¨®n", dice. No deja de escribir. Se acuesta muy tarde, casi de madrugada. "El atardecer es la mejor hora para escribir", explica. "Por la tarde escribo y por la noche corrijo y retoco". Luego a?ade: "Escribo siempre sobre lo que he o¨ªdo y lo que he visto, hablo de lo que me han hablado. Escribo tal y como veo las cosas". ?l y Garc¨ªa Lorca son los dos mayores dramaturgos granadinos de este siglo. Pero no se siente identificado con el poeta. "Creo que no nos parecemos en nada", dice. Le gusta Lorca, pero prefiere a Tennessee Williams. Un antiguo profesor de Mart¨ªn Recuerda dio en la diana cuando explic¨® las distancias entre los dos autores: "Entre Lorca y Mart¨ªn Recuerda", dijo, "hay un mill¨®n de muertos". Los de la guerra civil.
Por los ca?averales
Aquella vez que Mart¨ªn Recuerda se escap¨® para ver el mar, no pudo conseguirlo. Estaba demasiado lejos. Regres¨® a Lanjar¨®n y se llev¨® una buena reprimenda de su hermano mayor. ?l nunca conoci¨® a Federico Garc¨ªa Lorca, pero su hermano s¨ª. Al chaval le gustaba subirse en las mesas en los balenarios de Lanjar¨®n y dar discursos. En uno de aqu¨¦llos, un hombre se levant¨® y pregunt¨® por la madre del ni?o. "?Est¨¢ estudiando?", inquiri¨®. "No", contest¨® la madre, que era de familia humilde. "Pues yo me encargar¨¦ de que este ni?o estudie, porque lo merece". El hombre era Lorca. Cumpli¨® su palabra. Ser¨ªa precisamente la novia de su hermano, muchos a?os despu¨¦s, la que llevar¨ªa a Jos¨¦ Mart¨ªn Recuerda, a trav¨¦s de los ca?averales de Motril, a ver el mar. "Era una muchacha de 20 a?os", rememora con tristeza el escritor. "Muri¨® de tuberculosis dos a?os despu¨¦s", dice. Luego se queda mirando el mar.
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