El escen¨®grafo Gilbert Defl¨® muestra en el Real un 'Orfeo' terrenal y lleno de esperanza
El director belga abre el s¨¢bado la temporada del teatro madrile?o junto a Jordi Savall
Gilbert Defl¨® es un flamenco entero. Del norte y del sur. Del Norte por una mera coincidencia en el tiempo y en el espacio: naci¨® all¨ª, en un pueblecito belga cercano a Brujas. Y del Sur, por ganas y car¨¢cter. Este director de escena amamantado al calor del gran Giorgio Strehler es el encargado de abrir con un montaje suyo de L'Orfeo, de Claudio Monteverdi, la temporada oper¨ªstica del Teatro Real. Ser¨¢ a partir del s¨¢bado pr¨®ximo, 2 de octubre, y su trabajo cuenta con una ayuda preciosa: la direcci¨®n musical del c¨¦lebre especialista en barroco Jordi Savall.
Con L'Orfeo se pusieron los cimientos de un arte nuevo que ha sobrevivido tres siglos y que se llama ¨®pera. Es una obra crucial en la historia del mundo, con la que Monteverdi se sacaba de la manga un g¨¦nero cuyas reglas han dado despu¨¦s varias maravillas de la cultura universal. "Si existe Dios, debe ser algo parecido al teatro musical", afirma Defl¨®.El escen¨®grafo evoca la mitolog¨ªa con un Orfeo que es un dios humano y juguet¨®n. M¨¢s o menos como ¨¦l, que es un ni?o grande incapaz de estarse quieto, que habla un extra?o idioma mezcla de cuatro lenguas y que se siente atra¨ªdo por la brutalidad art¨ªstica del sur. "No puedo decirle a mi madre que me gustan los toros. Me atraen, m¨¢s bien, a veces no s¨¦ si me gustan o no".
As¨ª es Defl¨®, un torbellino contradictorio que despu¨¦s de dudar, en cuanto escucha alg¨²n halago con respecto al matador Jos¨¦ Tom¨¢s, de quien ha o¨ªdo gestas heroicas, afirma: "Tengo que verlo".
Es un hombre apegado a la tierra y as¨ª ha planteado su Orfeo, como una mitolog¨ªa muy terrenal, en la que muestra una Arcadia llena de criaturas "vulnerables".
Con Strehler
Es lo que escogi¨® en su d¨ªa para este montaje que se estren¨® en el Liceo de Barcelona en mayo de 1993, del que se hicieron eco en muchas partes del mundo y que ahora llega a Madrid ya m¨¢s rodado. Su trabajo trata de ser fiel a la concepci¨®n del teatro que aprendi¨® de la mano de su maestro Strehler, a quien conoci¨® cuando Defl¨® recal¨® en el Piccolo Teatro di Milano, hacia el que peregrin¨® con tan s¨®lo 22 a?os para conocer a su ¨ªdolo.
"El teatro de Strehler ten¨ªa tres ingredientes: la palabra, su interpretaci¨®n y la fantas¨ªa italiana", cuenta. A ellos trata de ser fiel, poniendo la sal de s¨ª mismo, un ingrediente que no le ha dado problemas a la hora de tratarse con los directores de orquesta, cruciales en una ¨®pera y con los que sabe que tiene que trabajar en equipo. "Los m¨²sicos nos tienen miedo y muchas veces con raz¨®n, porque si nosotros que venimos del teatro hablado nos metemos a hacer teatro musical debemos tener en cuenta las reglas y atenernos a los tempos de las partituras".
Por ahora no ha tenido muchos conflictos, y menos con Jordi Savall, con quien ha trabajado "de maravilla", dice. "?sta es una obra que tiene mucho de ritual, de evocaci¨®n de unos fantasmas que Jordi hace revivir en m¨ª con la m¨²sica".
No quiere ni de lejos que ocurra entre ellos lo mismo que entre Strehler y Herbert von Karajan, que se clavaban pu?ales al paso cuando les tocaba trabajar juntos, seg¨²n afirma Defl¨®. "Yo he visto a Karajan saludar amablemente a Strehler y destrozarle todo el dise?o de luces de un montaje despu¨¦s", asegura.
Defl¨® es poco amigo de adaptar ciertas obras a la ¨¦poca actual. "No se puede mentir, el teatro y la ¨®pera no son intemporales. El truco est¨¢ en reflejar que hay cosas que se repiten del pasado pero todo en su ¨¦poca y en su lugar. Los girasoles, de Van Gohg, son eternos y una obra de arte pero yo no puedo entrar en un museo y hacerlos florecer", cuenta, "pues lo mismo con el teatro, no se puede llevar a Don Giovanni a Brooklyn. Los directores que hacen eso no van m¨¢s all¨¢ de trasladar los ingredientes de los culebrones televisivos al teatro, y eso no es moderno", insiste.
Dioses y espejos
Lo que s¨ª hace con su Orfeo, personaje al que interpretar¨¢ Pietro Spagnoli, es llevarlo a una Arcadia llena de dioses, pastores y espejos en los que se refleja el p¨²blico para que contemple la resurrecci¨®n de los dioses grecolatinos.
As¨ª nos acerca una historia a la que se recurri¨® sin cesar al principio de la historia de la ¨®pera. "Lo hac¨ªan porque era un personaje humano con cualidades divinas y porque en una ¨¦poca de gran opulencia, tras a?os de guerras, se buscaba el escape de los mitos ideales grecolatinos". Pero adem¨¢s de eso, en Orfeo, dice, "encontramos tambi¨¦n un Cristo, un David o un San Francisco de As¨ªs, por su apego a la naturaleza". Con lo que la ruptura con una ¨¦poca medieval y teocr¨¢tica que preced¨ªa a esa concepci¨®n del mundo no era tan traum¨¢tica, y por tanto la obra fue bien entendida.
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