"Desp¨®jese de la toga"
Javier G¨®mez de Lia?o ha terminado siendo condenado por el tribunal al que parec¨ªa predestinado desde la cuna
Al sentarse en el banquillo, el 14 de septiembre, Javier G¨®mez de Lia?o supo que su futuro depend¨ªa de un tribunal enraizado en su pasado. Estaba frente a un sitial desde el que su padre hab¨ªa ejercido como magistrado. Pero ahora iban a juzgarle a ¨¦l. Y por el delito m¨¢s grave imputable a un juez: servirse de su cargo para cometer injusticias. La voz imperativa del presidente le resumi¨® su situaci¨®n: "Desp¨®jese de la toga para contestar al interrogatorio". La toga es vestimenta de jueces, no de procesados. Lia?o ha concluido siendo condenado por el tribunal al que parec¨ªa predestinado desde la cuna.Nacido en Ourense en 1948, Lia?o presume de haber aprendido en su ni?ez que los c¨®digos son "para los jueces lo que los misales para los sacerdotes". Lo cuenta en sus memorias, Pasos perdidos, publicadas en pleno proceso suyo, cuando ya estaba suspendido como juez, y en el que, entre otros, alude al caso Lasa-Zabala, pendiente de juicio, y al de Sogecable, respecto al que sostiene: "Mis resoluciones se ajustaron a la ley como una tuerca se ajusta a un tornillo".
Su irrupci¨®n en la vida p¨²blica se produjo al llegar a la Audiencia Nacional, en julio de 1984, con su padre a¨²n en el Supremo. Destac¨® enseguida por su jovialidad pese a que se viv¨ªan los tiempos m¨¢s duros del terrorismo y comparti¨® con el hoy presidente de la Sala de lo Penal, Siro Garc¨ªa, entonces inseparable suyo, la extradici¨®n a Colombia de los jefes del cartel de Medell¨ªn, Jorge Luis Ochoa y Gilberto Rodr¨ªguez Orejuela.
Este caso provoc¨® el primer enfrentamiento serio de la Audiencia con el Gobierno, afect¨® a las relaciones entre jueces y concluy¨® con la entrega a Colombia de los dos capos pese a la demanda de Estados Unidos. Ya en su pa¨ªs, Ochoa se fug¨® antes de dos semanas.
La actuaci¨®n m¨¢s destacada de Lia?o en esa etapa fue como miembro del tribunal que juzg¨® el envenamiento masivo por aceite de colza. Asisti¨® durante a?o y medio a las sesiones y estrech¨® relaciones con el fiscal, Eduardo Fungairi?o, aunque en la sentencia sustent¨® una tesis diferente a la de ¨¦ste: indemnizaciones muy altas, pero penas leves, por lo que fue recibida con grandes protestas por parte de los afectados.
En noviembre de 1990, Lia?o fue nombrado vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta del PP. Como tal, vot¨® a favor de casi todas las iniciativas del sector mayoritario, el del PSOE, y se enfrent¨® al conservador Andr¨¦s de la Oliva, al que calific¨® de "vil, malicioso y abyecto" cuando ¨¦ste le pidi¨® que se abstuviese en una votaci¨®n con la que pretend¨ªa apartar al juez Manuel Garc¨ªa Castell¨®n de la instrucci¨®n del caso Banesto -Mariano G¨®mez de Lia?o, hermano suyo, es abogado de Mario Conde y est¨¢ procesado junto al ex banquero-.
Lia?o fue luego vapuleado por las juntas de jueces por el tema de Susana Polo, una juez de Madrid que no tom¨® declaraci¨®n personalmente a dos m¨¦dicos a los que ¨¦l le hab¨ªa recomendado. Le recrimin¨® por tel¨¦fono su actitud y le envi¨® a los inspectores. El esc¨¢ndalo fue tal que Lia?o tuvo que presentar su dimisi¨®n, que no le fue aceptada.
De vuelta a la Audiencia, pas¨® al Juzgado Central n¨²mero 1, vacante por la marcha de Carlos Bueren y en el que se hallaba a media instrucci¨®n el secuestro y asesinato de los presuntos etarras Jos¨¦ Antonio Lasa y Jos¨¦ Ignacio Zabala en 1983. Por este asunto envi¨® a prisi¨®n a Enrique Rodr¨ªguez Galindo, general de la Guardia Civil.
Parapetado precisamente tras ese sumario, Lia?o adopt¨® sus resoluciones m¨¢s conflictivas: apoy¨® al sector de los fiscales indomables, al que pertenec¨ªa su actual esposa, Mar¨ªa Dolores M¨¢rquez de Prado, y llam¨® a declarar al entonces fiscal jefe de la Audiencia, Jos¨¦ Aranda; mantuvo soterradas disputas con los fiscales antidroga y excarcel¨® al jefe mafioso Nunzio di Falco. Adem¨¢s, se dedic¨® a conceder entrevistas y tild¨® a la Justicia de "servil y genuflexa". Finalmente, jaleado por ciertos medios de comunicaci¨®n, abord¨® el caso Sogecable.
En febrero de 1997, en plena guerra digital por los derechos del f¨²tbol en televisi¨®n, Lia?o acept¨® a tr¨¢mite una denuncia del suegro de su cu?ada, el periodista Jaime Campmany, director de ?poca, e inici¨® el proceso contra Sogecable: exigi¨® que se le entregase el listado de los abonados de Canal +; hizo comparecer en el juzgado al presidente del Grupo PRISA, Jes¨²s de Polanco, y dem¨¢s gestores de Sogecable y les prohibi¨® salir de Espa?a sin su permiso; impuso el secreto sumarial y lo mantuvo parcialmente incluso cuando la Audiencia le orden¨® levantarlo, y fij¨® una fianza de 200 millones para Polanco pese a conocer ya los informes exculpatorios redactados por los peritos de Hacienda.
Todas sus decisiones fueron revocadas por la Sala de lo Penal, que, respecto al secreto sumarial, dijo que su determinaci¨®n hab¨ªa sido "innecesaria, irrazonable, desproporcionada e inadecuada". Lia?o pregunt¨® entonces al fiscal si el tribunal hab¨ªa cometido un delito y el CGPJ le sancion¨® por falta grave a sus superiores. Al cabo, fue apartado del caso tras recusarle el consejero delegado de Sogecable, Juan Luis Cebri¨¢n. Previamente, el juez Baltasar Garz¨®n se hab¨ªa abstenido y denunciado la conspiraci¨®n contra PRISA.
Su ¨²ltima actuaci¨®n pol¨¦mica fue su intento de quedarse con el asunto del v¨ªdeo sexual del director de El Mundo, Pedro J. Ram¨ªrez, vincul¨¢ndolo a los GAL.
En junio de 1998, tras su procesamiento en el caso Sogecable, el CGPJ le suspendi¨® en sus funciones de juez.
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