?Vivir¨ªa usted en Monopoly? ALBERTO LAFUENTE F?LEZ
Debo adelantar mi juicio acerca de la mayor parte de las teor¨ªas al uso sobre los beneficios sociales de las privatizaciones: me parecen extravagantes, por alejadas de la realidad. La evoluci¨®n del monopolio p¨²blico hacia la prestaci¨®n de un determinado servicio por empresas privadas se rige por el proceso siguiente: primero, se hace posible y, por lo tanto, inevitable que empresas privadas desarrollen esa actividad; segundo, las exigencias de la competencia obligan al Estado-propietario a gestionar la empresa p¨²blica como si fuera un inversor privado y, en consecuencia, a convertirse en un Estado-regulador. Ello conduce finalmente a la privatizaci¨®n. Adem¨¢s, la transferencia de la propiedad puede resultar de la aplicaci¨®n de un impreciso sentido com¨²n: no es f¨¢cil encontrar razones que justifiquen que el Estado produzca galletas o coches, de la misma manera que no suele fabricar productos de cosm¨¦tica o trajes de ba?o.Los procesos de privatizaci¨®n generan pol¨¦mica cuando no cumplen las condiciones que les otorgan legitimidad. Las condiciones est¨¢n en relaci¨®n con el buen cumplimiento del proceso descrito. Si el Estado consiente que las empresas establecidas obstaculicen la entrada de nuevos competidores; si la concentraci¨®n empresarial hace ilusorios los derechos de elecci¨®n de los consumidores; si el mismo Estado tolera que las compa?¨ªas herederas de los monopolios hagan inviable cualquier vestigio de competencia, entonces, el proceso de privatizaci¨®n carece de legitimidad social y, en consecuencia, est¨¢ sujeto a propuestas permanentes de revisi¨®n de las reglas del juego.
No es ¨¦sta la ¨²nica fuente de insatisfacci¨®n social. En el caso de una buena parte de los servicios p¨²blicos, la nueva situaci¨®n invita al Estado a reforzar la regulaci¨®n de la calidad de los servicios y la seguridad asociada a su uso, y a promover la inversi¨®n en infraestructuras de red, as¨ª como el acceso a los mismos por parte de grupos sociales desfavorecidos y/o alejados de los n¨²cleos importantes de poblaci¨®n. La raz¨®n es que las privatizaciones/ liberalizaciones pueden afectar a la atenci¨®n prestada por las empresas respecto de estos extremos. Por poner un ejemplo: casi todos los an¨¢lisis demuestran que los accidentes a¨¦reos no tienen un impacto significativo sobre el valor de mercado de las compa?¨ªas operadoras de los aviones siniestrados. Invita pero no obliga, a no ser que lo exijan los ciudadanos.
En los ¨²ltimos a?os, los procesos de privatizaci¨®n han coincidido con operaciones importantes de concentraci¨®n empresarial, tanto horizontal como vertical. Es lo que se ha convenido en denominar concentraci¨®n del poder econ¨®mico. Se dir¨¢ que esto no es nuevo, y que refleja la oposici¨®n empresas grandes/ pa¨ªses peque?os debatida en otros tiempos y lugares. Creo que es m¨¢s exacto describir la realidad espa?ola de nuestros d¨ªas en t¨¦rminos de empresas poderosas/ Estado d¨¦bil. El problema que nos ocupa es, por tanto, algo m¨¢s que la incongruencia entre la regulaci¨®n de los servicios b¨¢sicos y las estructuras de mercado, o que el balance de las privatizaciones; es un problema pol¨ªtico de primer orden.
Las reglas de juego del Monopoly, antes El Pal¨¦, guardan alguna similitud con el funcionamiento de las sociedades modernas. En origen, hay igualdad de oportunidades entre los jugadores; el Estado, en el juego la banca, es gestionado por uno de los jugadores; ¨¦stos se esfuerzan en adquirir propiedades pr¨®ximas para consolidar posiciones de dominio; el ¨¦xito extermina la competencia. La consideraci¨®n de la met¨¢fora invita a subrayar tres aspectos del juego: caben pocos jugadores, s¨®lo uno de ellos gana ante las quiebras sucesivas del resto, y nadie vive en las calles y casas del tablero, salvo quiz¨¢ los jugadores. Un sondeo de opini¨®n realizado entre mis amigos me ha revelado que nadie querr¨ªa habitar una ciudad que se rigiera por la mec¨¢nica del Monopoly. Por ello, es un problema pol¨ªtico.
Alberto Lafuente F¨¦lez es catedr¨¢tico de la Universidad de Zaragoza.
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