La patata caliente
Es dif¨ªcil no valorar negativamente un dato de inflaci¨®n que supera en tres d¨¦cimas a la previsi¨®n m¨¢s pesimista. Sin embargo, desde un punto de vista estad¨ªstico, el dato no supone un deterioro de lo que se conoce como "inflaci¨®n tendencial", esto es, aquella que excluye los componentes m¨¢s vol¨¢tiles del ¨ªndice, como son los alimentos no elaborados, la energ¨ªa, los servicios tur¨ªsticos, y algunos precios administrados.Desde un punto de vista econ¨®mico, sin embargo, el dato es algo peor, porque refleja, con m¨¢s claridad que en otras ocasiones, el problema de exceso de demanda que tiene planteado la econom¨ªa espa?ola. Esta vez no puede achacarse el repunte de la inflaci¨®n al petr¨®leo (cuyo precio cay¨® en julio un 5% en promedio y un 18% a fin de mes), ni al euro (que se apreci¨® en junio y se mantuvo estable en julio). Ni tampoco a los alimentos frescos, aunque la patata se haya convertido en uno de los principales responsables de la sorpresa, al subir un 32% en tasa anual. Consideremos, por ejemplo, los servicios tur¨ªsticos, cuya tasa del 18% anual refleja las consecuencias de una presi¨®n de la demanda interna sobre los paquetes tur¨ªsticos no s¨®lo con destino a Espa?a sino, fundamentalmente, al extranjero. Es decir, refleja m¨¢s inflaci¨®n y m¨¢s importaciones, una mala combinaci¨®n que es el resultado de dicho exceso de demanda.
?Qu¨¦ hacer? La actitud evasiva ser¨ªa echarle la culpa a la patata, ya que esta vez no tenemos a mano a Repsol para repetir el linchamiento del pasado mayo. La actitud pasiva ser¨ªa argumentar que la inflaci¨®n es estrictamente un "fen¨®meno monetario" y que el Banco Central Europeo (BCE) fija unos tipos de inter¨¦s muy bajos para la situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Aunque esta actitud tiene parte de raz¨®n, ignora dos cosas. La primera, que los principales pa¨ªses del n¨²cleo europeo (Francia y Alemania) presentan tasas de inflaci¨®n estables en torno al 2% y se est¨¢n empezando a cuestionar que el BCE deba subir los tipos de inter¨¦s por el comportamiento inflacionista de algunos pa¨ªses perif¨¦ricos que deterioran el promedio de la Uni¨®n. La segunda, que la inflaci¨®n tiene un componente c¨ªclico importante, sobre el que se puede y se debe actuar. ?sta ser¨ªa la actitud activa, agarrar la patata caliente de la inflaci¨®n y convertirla en la prioridad de la pol¨ªtica econ¨®mica del nuevo Gobierno para el pr¨®ximo a?o. Objetivo que debe ser asumido por todos los niveles de las Administraciones P¨²blicas y por el conjunto de la sociedad. La pol¨ªtica fiscal es la ¨²nica herramienta, dentro de una uni¨®n monetaria, para estabilizar los excesos de demanda. Un presupuesto restrictivo para 2001 tendr¨ªa efectos antiinflacionistas a trav¨¦s de un doble canal. En primer lugar, porque supondr¨ªa un cambio de expectativas. ?stas deber¨ªan anclarse en el 1%, la inflaci¨®n tendencial de los pa¨ªses europeos, y no en el actual 3%, para evitar p¨¦rdidas de competitividad. En segundo lugar, un presupuesto restrictivo ayudar¨ªa a enfriar la demanda agregada, cuyos s¨ªntomas en t¨¦rminos de inflaci¨®n y d¨¦ficit exterior ya nadie discute. Las reformas estructurales, tanto en los mercados de bienes y servicios como en el de trabajo ayudar¨¢n en el largo plazo, pero no podr¨¢n presentar unos resultados inmediatos que hagan posible el necesario cambio de expectativas.
Miguel Sebasti¨¢n es director del Servicio de Estudios del BBVA.
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