Amados e ignorados portugueses
Por tort¨ªcolis cr¨®nica hacia Europa, o por complejo de amputaci¨®n, en expresi¨®n de Jos¨¦ Saramago ('Si al mapa de Espa?a se le quita Portugal, se queda fe¨ªsimo, como si le faltara un miembro', manifest¨® en cierta ocasi¨®n el escritor portugu¨¦s), lo cierto es que las miradas espa?olas hacia Portugal han sido y son m¨¢s bien escasas, algo especialmente chocante aunque s¨®lo sea por razones de proximidad geogr¨¢fica. No es cuesti¨®n de paternalismo o de complejo de superioridad, sino m¨¢s bien una extra?a indiferencia dif¨ªcil de comprender. El protagonismo cultural de Oporto durante este a?o ha refrescado la memoria y removido las cenizas del olvido. Afortunadamente, siempre hay alguien que recoge el guante a tiempo, y esta vez ha sido el Ensems, festival internacional de m¨²sica contempor¨¢nea de Valencia, proponiendo en su ¨²ltima edici¨®n un encuentro de compositores e int¨¦rpretes portugueses y espa?oles con la sana intenci¨®n de conocerse un poquito m¨¢s e intercambiar experiencias. No se han regateado medios y la delegaci¨®n portuguesa ha comparecido con su m¨¢xima estrella al frente, el compositor Emmanuel Nunes. La iniciativa ha sido extraordinariamente fruct¨ªfera.
En un amplio estudio del compositor S¨¦rgio Azevedo sobre la m¨²sica portuguesa del siglo XX, incluido en el programa oficial del Ensems, llama la atenci¨®n la ausencia de referencias espa?olas (¨²nicamente Falla es citado muy de pasada), a la vez que se percibe un firme protagonismo de las ¨¢reas de influencia centroeuropeas. Algo similar, respecto a lo portugu¨¦s, habr¨ªa ocurrido en un trabajo del mismo corte hecho por espa?oles. Lo curioso es que las opciones elegidas por la m¨²sica espa?ola y portuguesa en este siglo no han sido opuestas, sino m¨¢s bien paralelas. La falta de complicidades directas se ha discutido estos d¨ªas en Valencia sin ning¨²n tipo de lamentaciones, aunque con cierta nostalgia. No ha habido lugar para reproches, rencores o melancol¨ªas. Es un buen signo.
Desde la perspectiva espa?ola, la m¨²sica portuguesa se ha reducido con frecuencia a sus cabeceras de cartel: un compositor, Emmanuel Nunes; un int¨¦rprete, Maria Jo?o Pires; una instituci¨®n, la Gulbenkian; un teatro, el San Carlos de Lisboa. El nombramiento hace un par de a?os del espa?ol Jos¨¦ Ram¨®n Encinar como director de la Orquesta Sinf¨®nica Portuguesa ha facilitado no poco los climas de acercamiento. El encuentro valenciano ha tendido nuevos puentes de sensibilidad. Y as¨ª se ha hablado de identidad espiritual, o de uni¨®n en la marginalidad, o de la necesidad de escucharse m¨¢s, o del imprescindible equilibrio entre globalidad y localismo. En las conversaciones de estos d¨ªas se ha recordado tambi¨¦n a las glorias nacionales, desde Teixeira a Tom¨¢s Luis de Vitoria, y se ha hecho un gui?o a las Cantigas de Santa Mar¨ªa de Alfonso X en lengua galaico-portuguesa, como un precedente hist¨®rico de una convivencia imaginativa. Pero sobre todo en Valencia se ha escuchado mucha m¨²sica.
Y al escuchar las diferentes composiciones se ha comprobado que lo que m¨¢s las une no es lo espec¨ªficamente ib¨¦rico, sino la est¨¦tica desde una perspectiva universal, a trav¨¦s del dominio de lenguajes y sonoridades. Una cosa ha quedado clara: la atracci¨®n que durante estos d¨ªas han experimentado entre s¨ª un grupo de compositores e instrumentistas espa?oles y portugueses se debe m¨¢s a unas ra¨ªces culturales y vitales comunes que a la coincidencia en unos resultados art¨ªsticos. Lo cual no ha impedido el intercambio de admiraciones entre Jo?o Pedro de Oliveira o Alfredo Aracil, por poner un ejemplo concreto y estimulante. La larga historia de desencuentros y silencios entre Portugal y Espa?a no se va a resolver, evidentemente, con este oasis de intercambios, pero al menos ha servido para poner sobre la mesa una predisposici¨®n a la comprensi¨®n y el conocimiento, y para comprobar que las admiraciones calladas est¨¢n muy por encima de las suspicacias autosuficientes.
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