Los brit¨¢nicos asisten indiferentes a la batalla electoral sobre el euro
Los electores est¨¢n m¨¢s preocupados por la sanidad y la educaci¨®n
Ese sondeo y la ca¨ªda de los conservadores en la intenci¨®n de voto han avivado las voces cada vez m¨¢s numerosas que critican a la c¨²pula del partido tory por haber restringido su campa?a a un solo argumento: los ataques al euro. Un ex ministro conservador, John Lee, anunci¨® ayer su pase al Partido Liberal-Democr¨¢tico para protestar por la estrategia antieuropea del que llam¨® 'un partido que cada vez m¨¢s representa el pasado'. Es la d¨¦cima deserci¨®n de los conservadores hacia los liberales-dem¨®cratas.
La posici¨®n cada vez m¨¢s radical en contra del euro del l¨ªder tory, William Hague, auxiliado por la ex primera ministra Margaret Thatcher, ha permitido a los laboristas lanzar una agresiva campa?a en la que Hague aparece travestido con la c¨¦lebre permanente y los pendientes de perlas de la Dama de Hierro. La campa?a, criticada por lo que supone de ataque personal, llama a los votantes laboristas a salir de sus casas y acudir a las urnas para evitar el regreso de las ideas de la temida ex primera ministra a trav¨¦s de su delf¨ªn.
Los laboristas defienden el euro con firmeza, pero sin fecha fija, de acuerdo con la estrategia fijada en octubre de 1997. El secretario del Tesoro (ministro de Finanzas), Gordon Brown, fij¨® entonces las cinco condiciones que deben cumplirse para que el Gobierno apoye la entrada de la libra en el euro y convoque un refer¨¦ndum para que los brit¨¢nicos tomen la decisi¨®n.
El primer ministro, Tony Blair, asegur¨® en febrero pasado que la consulta se realizar¨¢ durante los dos primeros a?os de la pr¨®xima legislatura, pero en el programa electoral no figura ese compromiso. Las cinco condiciones son lo bastante subjetivas como para que el Gobierno pueda tomar la decisi¨®n cuando le parezca pol¨ªticamente oportuno. La entrada en el euro se condiciona a la 'convergencia sostenible' de la econom¨ªa brit¨¢nica con las de los pa¨ªses de la moneda ¨²nica, a que haya suficiente flexibilidad para hacer frente al cambio econ¨®mico, a sus efectos sobre las inversiones, a su impacto en el poderoso sector financiero representado por la City de Londres y a que sea positivo para el crecimiento y el empleo. Un cat¨¢logo que se basa menos en las cifras econ¨®micas que en la interpretaci¨®n que el Gobierno haga de ¨¦stas.
Las 'famosas cinco condiciones', como las cita la prensa brit¨¢nica sin recordar jam¨¢s cu¨¢les son, constituyen un arma pol¨ªtica de gran peso en manos de Gordon Brown, el poderoso pero poco carism¨¢tico ministro de Finanzas y permanente aspirante a mudarse al 10 de Downing Street, la residencia oficial de Tony Blair. El primer ministro admite que una decisi¨®n como ¨¦sa ha de contar con el apoyo del Tesoro, pero no le reconoce a Brown un derecho de veto. Una rivalidad que abre la posibilidad de que Blair acabe convocando el refer¨¦ndum antes de considerar cumplidas las cinco condiciones, lo que las reducir¨ªa a un mero tr¨¢mite y desactivar¨ªa el arma de su ministro. Pero la mala evoluci¨®n del euro impide hacer previsiones sobre la fecha de la consulta.
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