Roxy Music reaparece en Espa?a con un sonido solvente y un espect¨¢culo sin sorpresas
6.000 personas asisten al concierto de Bryan Ferry y su banda en Santiago de Compostela
Roxy Music pas¨® fugazmente por Espa?a para hacer caja y de paso mostrar que, tras 18 a?os de ausencia, todav¨ªa est¨¢ en condiciones de sacar brillo a sus viejos temas. La banda de Bryan Ferry no arranc¨® grandes entusiasmos entre las 6.000 personas que acudieron a escucharla la noche del viernes en Santiago de Compostela, pero nadie se sinti¨® tampoco enga?ado. Durante 80 minutos, Roxy Music dio un solvente repaso a su carrera y Ferry dej¨® constancia de que, a los 56 a?os, conserva tan bien la voz como el encanto personal. S¨®lo hubo una sorpresa y no agrad¨® demasiado al p¨²blico: la ausencia de Avalon y Slave of love, dos de las piezas m¨¢s esperadas.
No caben demasiadas dudas sobre los prop¨®sitos descaradamente alimenticios de esta gira que se inici¨® hace tres semanas en Dubl¨ªn y continuar¨¢ por Estados Unidos, Canad¨¢ y Jap¨®n. Dentro de un par de meses, Ferry y sus chicos har¨¢n recuento de ingresos, volver¨¢n a casa a seguir 'cuidando de la familia', como dice el guitarrista, Phil Manzanera, y Roxy Music quedar¨¢ enterrada otra vez. Una operaci¨®n comercial que se puede hacer de muchas maneras y que Ferry, Manzanera y Mackay resuelven con profesionalidad y buen gusto. Los m¨²sicos de acompa?amiento dan la talla, y los tres miembros originales del grupo ni se dejan llevar por un exceso de nostalgia ni son tan temerarios para desafiar el paso de los a?os.
En Inglaterra se ha hablado de cierta actualidad de Roxy Music por la reivindicaci¨®n que del grupo de Ferry han hecho bandas como Radiohead o Pulp, pero el p¨²blico juvenil espa?ol no parece muy interesado por redescubrir a estos dinosaurios que reinaron en el jur¨¢sico de los a?os setenta. Lo m¨¢s joven que se vio en el concierto de Santiago estaba ya bien entrado en la treintena, y un considerable sector pertenec¨ªa a la generaci¨®n que creci¨® con las canciones de Ferry.
Roxy Music son brit¨¢nicos e impuntuales. Ya llegaron tarde a la comparecencia ante la prensa, el viernes por la ma?ana, y volvieron a demorarse m¨¢s de veinte minutos antes de salir al escenario, pese a que el telonero, Paul Young, hab¨ªa anticipado media hora su actuaci¨®n. Eran ya cerca de las once y media cuando Ferry empez¨® a cantar sentado al piano y con un traje de cuero negro. En un par de ocasiones m¨¢s, Ferry regres¨® al teclado para protagonizar los momentos intimistas. Tambi¨¦n hizo gala de un gran fondo de armario y se cambi¨® de ropa dos veces: a mitad de concierto se puso una americana blanca y termin¨® con otra plateada.
El concierto empez¨® con temas m¨¢s antiguos y menos conocidos, interpretados con contundencia y alarde el¨¦ctrico. El espect¨¢culo no inclu¨ªa m¨¢s que un sobrio juego de luces. Aunque Ferry acapara el escenario, hubo momentos para el lucimiento de todos. Manzanera, a quien su hijo de 18 a?os no hab¨ªa visto nunca tocar la guitarra, se resarci¨® de tan larga sequ¨ªa con un par de vibrantes solos y hasta un numerito a lo Pete Townsend, con amago de romper el instrumento. El saxofonista Andy Mackay tambi¨¦n disfrut¨® de primeros planos, as¨ª como los otros m¨²sicos, en especial el guitarrista Chris Spedding, viejo conocido de la banda. Las notas del viol¨ªn de Brian Eno -el ¨²nico integrante original que no participa en la gira- sonaron un par de veces interpretadas por Lucy Wilkins, una chica que adem¨¢s toca los teclados.
A mitad de concierto, fueron cayendo los grandes ¨¦xitos: More than this, Jealous guy, My only love y Oh, yeah, entre otros. El p¨²blico se qued¨® sin Avalon y Slave of love, pero la banda de Ferry -y no es un m¨¦rito menor- sali¨® indemne de la infame sonoridad del pabell¨®n de Sar, contra la que se han estrellado en los ¨²ltimos a?os gente como Dylan o Smashing Pumpkins.
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