El r¨¢pido paso del c¨ªrculo virtuoso al vicioso en la econom¨ªa de EE UU
El autor sostiene que la pol¨ªtica de expansi¨®n monetaria es la mejor v¨ªa para impulsar la recuperaci¨®n econ¨®mica estadounidense
En menos de un a?o hemos observado c¨®mo la econom¨ªa americana ha pasado de un c¨ªrculo virtuoso a otro vicioso, primero, por el agotamiento l¨®gico de una larga fase expansiva del ciclo que no ten¨ªa precedentes desde los gloriosos sesenta y, despu¨¦s, por el terrible ataque terrorista, sin precedente hist¨®rico, a los dos centros de poder m¨¢s representativos de la primera potencia mundial: Wall Street y el Pent¨¢gono.
El origen del c¨ªrculo virtuoso hab¨ªa sido ganado a pulso, como todo se gana en el mundo de la econom¨ªa. El esfuerzo inversor americano en equipo y software de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y comunicaci¨®n entre 1992 y 2000 hab¨ªa sido excepcional. Pas¨® del 7% del PIB en 1992, ya un nivel extraordinariamente alto y muy superior al europeo, al 10,5% del PIB en 2000, nivel jam¨¢s alcanzado por ning¨²n pa¨ªs.
El enorme peso de la econom¨ªa de EE UU (24% del PIB mundial) est¨¢ reduciendo el crecimiento
Dicho esfuerzo inversor por parte de las empresas americanas trajo consigo, con el consiguiente retraso, un fort¨ªsimo aumento de la productividad y, por tanto, de las expectativas de beneficio de las empresas. Estas expectativas se convirtieron en un aumento sin precedentes de sus cotizaciones burs¨¢tiles, lo que se tradujo, por un lado, en un mayor acceso a los recursos de capital a bajo coste, lo que hac¨ªa que estas empresas continuaran invirtiendo vol¨²menes crecientes de recursos en dichas tecnolog¨ªas, reforzando de nuevo el c¨ªrculo virtuoso de mayor productividad y expectativas de beneficio, y, por otro, en que las familias e instituciones inversoras en sus acciones, cada vez m¨¢s apreciadas, continuasen invirtiendo sumas crecientes e indujesen, a trav¨¦s del llamado 'efecto riqueza' a un aumento cada vez mayor del consumo privado y, por tanto, del PIB.
Este c¨ªrculo virtuoso permiti¨® que el crecimiento potencial de Estados Unidos pasara del 2,5% al 3,5%, superando ampliamente al de la Uni¨®n Europea, que, con un crecimiento potencial del 2,5%, se empez¨® a quedar, una vez m¨¢s, rezagada. Ahora bien, el clima de euforia creado por este c¨ªrculo virtuoso hizo que los inversores en acciones sobrerreaccionasen y crearan una burbuja especulativa totalmente irracional, que descontaba, indefinidamente, un crecimiento acumulativo de los beneficios empresariales al mismo ritmo del existente en el momento m¨¢s ¨¢lgido de la burbuja, como si los ciclos de los negocios hubieran pasado a mejor vida.
Se hab¨ªa llegado a una situaci¨®n, desconocida en la historia econ¨®mica del siglo XX, en la que el coste real del capital era excepcionalmente bajo, y el rendimiento de dicho capital, excepcionalmente alto. Esta anomal¨ªa no pod¨ªa durar mucho y, efectivamente, as¨ª ocurri¨®. La Fed empez¨® a subir los tipos de inter¨¦s y a aumentar el coste del capital y los inversores m¨¢s avispados (comenzando por los mismos ejecutivos de las empresas beneficiadas por la burbuja, que se apresuraron a ejecutar sus opciones sobre acciones), empezaron a vender las acciones m¨¢s claramente sobrevaloradas y comenz¨® el desplome de dichos valores, con su consiguiente impacto negativo sobre la inversi¨®n empresarial. Como la inversi¨®n burs¨¢til estaba enormemente concentrada en el 20% m¨¢s rico de los ciudadanos americanos, el efecto riqueza no tuvo un impacto inmediato en el consumo, que se manten¨ªa a buen ritmo.
Del posterior desplome del consumo se ha encargado de adelantarlo (aunque a la larga hubiera sido irremediable, pero no tan pronunciado) el ataque terrorista, con lo que, finalmente, se ha iniciado un c¨ªrculo vicioso en la econom¨ªa americana. Por un lado, la ca¨ªda de la inversi¨®n reduce tanto el crecimiento de la productividad como el de los beneficios empresariales, el de las cotizaciones burs¨¢tiles y, en definitiva, el mayor crecimiento potencial de la econom¨ªa. Por otro, la ca¨ªda del consumo reduce el crecimiento a corto plazo del PIB, ya que representa un porcentaje muy elevado del mismo. La fuerte ca¨ªda a corto plazo del PIB americano est¨¢ teniendo unas consecuencias desastrosas para el resto del mundo, especialmente para los pa¨ªses en desarrollo, que, por definici¨®n, est¨¢n m¨¢s endeudados porque dependen en mayor medida del ahorro y la inversi¨®n externas. El enorme peso de la econom¨ªa americana en el mundo (el 24% del PIB mundial) y en el comercio y la inversi¨®n internacionales est¨¢ reduciendo el crecimiento mundial, ya que nos encontramos con una econom¨ªa mundial con un elevado grado de globalizaci¨®n, donde el contagio es mucho m¨¢s r¨¢pido, lo que est¨¢ aumentando la sincron¨ªa c¨ªclica, especialmente en las fases recesivas del ciclo.
Lo m¨¢s interesante, desde el punto de la ciencia econ¨®mica, de este brusco paso de un c¨ªrculo a otro es el estudio de las reacciones psicol¨®gicas y del comportamiento de los agentes econ¨®micos ante nueva informaci¨®n. El hecho de que las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n permitan que la informaci¨®n sea cada vez m¨¢s instant¨¢nea (aunque siempre asim¨¦trica), acelera los procesos de euforia, confianza y mayor toma de riesgo en las fases expansivas del ciclo y de depresi¨®n, desconfianza y aversi¨®n al riesgo en las fases recesivas, lo que, unido a una creciente globalizaci¨®n, va a hacer que no s¨®lo los ciclos vayan a seguir existiendo, en contra de la 'sabidur¨ªa' convencional de tantos agentes econ¨®micos err¨®neamente convencidos de que hab¨ªan dejado de existir, sino que vayan a ser m¨¢s pronunciados y vol¨¢tiles, con lo que las autoridades econ¨®micas deben estar preparadas para hacer frente, de la forma m¨¢s coordinada y cooperativa posible, a este nuevo reto, en el que los 'comportamientos de reba?o' de los inversores pueden producir oscilaciones irracionales y peligrosas. En este sentido, me he sentido muy feliz al conocer que los economistas que han desarrollado estas teor¨ªas sobre la informaci¨®n asim¨¦trica y los fallos de mercado (Stiglitz, Akerlof y Spence) han sido recompensados con el Premio Nobel de este a?o.
La ca¨ªda de los precios de los activos financieros se puede deber, bien a que el riesgo de dichos activos haya aumentado, que es lo que estaba ocurriendo despu¨¦s de la enorme burbuja burs¨¢til, en cuyo caso los inversores se salen de los activos con mayor riesgo y entran en otros, o bien a que se haya dado una brusca ca¨ªda del apetito de los inversores por el riesgo en general, que es lo que, l¨®gicamente, ha ocurrido despu¨¦s del tremendo ataque terrorista, en cuyo caso los inversores abandonan casi todos los activos financieros, sin apenas discriminar entre ellos, y se colocan en efectivo o en instrumentos de muy corto plazo. El impacto de este segundo caso sobre los pa¨ªses y las empresas que est¨¢n m¨¢s necesitados de recursos financieros es demoledor y provoca ca¨ªdas importantes de la actividad econ¨®mica y del empleo.
Ante esta situaci¨®n, no existe mejor pol¨ªtica macroecon¨®mica que la de llevar a cabo una fuerte expansi¨®n monetaria, a trav¨¦s de inyecciones a corto plazo de liquidez y recortes de los tipos de inter¨¦s, como est¨¢ haciendo el Consejo de la Reserva Federal, y dejar que act¨²en los estabilizadores autom¨¢ticos fiscales. Una expansi¨®n del gasto p¨²blico que pueda poner en peligro el equilibrio de las cuentas p¨²blicas, una vez superada la recesi¨®n, lleva a que aumente, todav¨ªa m¨¢s, el coste del capital a largo plazo (como est¨¢ ocurriendo ahora con el aumento de los rendimientos de los bonos americanos a largo plazo), no como consecuencia de que los inversores descuenten una mayor inflaci¨®n futura, sino porque descuentan un mayor volumen de emisiones de bonos en el futuro para financiar dicho desequilibrio presupuestario.
Sin embargo, la recuperaci¨®n de la confianza por parte de los inversores y consumidores depender¨¢, en ¨²ltima instancia, del ¨¦xito o fracaso relativos de esta crucial decisi¨®n de la mayor parte de los pa¨ªses del mundo de intentar eliminar el terrorismo internacional. De empezar a conseguirse resultados positivos en los pr¨®ximos meses, la vuelta al c¨ªrculo virtuoso podr¨¢ ser igualmente r¨¢pida.
Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR).
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